03/05/2024 11:46
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Marco Tarchi es un politólogo italiano, autor de numerosos libros y profesor universitario en Florencia. En su día, fue líder de la Nueva Derecha italiana. Lionel Baland le entrevistó para Breizh-info sobre las elecciones legislativas en Italia, previstas para el 25 de septiembre de 2022, y que debería ganar la coalición de centro-derecha, una coalición en la que los dos partidos patrióticos Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia), de Giorgia Meloni, y la Liga (Lega), de Matteo Salvini, tienen juntos un peso electoral considerable.

En las elecciones legislativas del 25 de septiembre de 2022, dos partidos patrióticos estarán presentes dentro de la coalición de centro-derecha: Fratelli d’Italia, dirigido por Giorgia Meloni, y la Lega, liderada por Matteo Salvini. ¿Cuáles son las diferencias y los puntos en común entre estos dos partidos políticos? ¿Tienen estos dos partidos diferentes modos de organización y funcionamiento? ¿Son sus ubicaciones geográficas diferentes? ¿Son sus votantes los mismos? ¿Cuáles son sus matrices ideológicas? ¿Cómo es posible que dos partidos políticos con orígenes tan diferentes estén tan cerca hoy en día? ¿Tienen Giorgia Meloni y Matteo Salvini personalidades distantes?

No es fácil adaptar la fórmula “partido patriótico” a la política italiana actual. Los partidos ferozmente atlantistas, que renuevan cada día su fidelidad a la línea estratégica de Estados Unidos, como los que componen la coalición de centro-derecha, ¿pueden ser caracterizados con estas dos palabras? Creo que sería mejor definir a Fratelli d’Italia como un partido soberanista -aunque, para ser verdaderamente soberano, un país debe evitar someterse a los intereses de cualquier superpotencia…- y a la Lega como un partido populista. Fratelli d’Italia es el heredero de Alleanza nazionale (Alianza nacional), que nació en 1995 de la autoextinción del Movimento Sociale Italiano (Movimiento social italiano). Se podría deducir de ello -como hacen sus adversarios- que se trata de la enésima reencarnación del neofascismo, pero en 2022 esta imagen no tendría en cuenta las evoluciones que el escenario de la competición política ha impuesto a sus dirigentes. En el seno de los Fratelli d’Italia, hay jóvenes que quieren -un poco en secreto- seguir cultivando una admiración por el fascismo, pero sobre todo ejecutivos pragmáticos que muestran creencias bastante heterogéneas: hay conservadores, liberales, nacionalistas, estatistas jacobinos, tradicionalistas católicos, etc.

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La Liga, por sus orígenes ligados a una división sociocultural y territorial -en la época de su fundador, Umberto Bossi, se denominaba “unión del Norte productivo”-, ha conservado una cierta desconfianza en la vida por la omnipotencia del Estado -a diferencia de los Fratelli d’Italia, que tienen sus bastiones electorales en el sur de la península, estrechamente ligados al Estado del bienestar-. Está más bien apegado a la defensa de las pymes y de una economía liberal -impuesto plano, libertad absoluta de mercado, etc. -. Los dos partidos comparten el mismo modelo organizativo -presencia de secciones sobre el terreno, que suelen tener un lugar de encuentro, coordinación de cargos electos locales, federaciones provinciales y regionales, estructuras de gobierno en los distintos niveles: ciudad, región, centro, etc. – pero apuestan mucho por las redes sociales. Comparten el rechazo a la inmigración y un cierto euroescepticismo -aún más marcado en la Lega- y varios temas más. Esto aumenta, más que disminuye, su competencia. La fuerte personalidad de sus líderes no hace sino producir el mismo efecto. Son competidores tanto o más que aliados.

¿Tiene el Movimiento 5 Estrellas de Giuseppe Conte un lado patriótico?

No. Al principio, había una tendencia populista en su seno, defendida sobre todo por su fundador Beppe Grillo, que podría haber evolucionado en esta dirección, pero hoy el único representante importante de esta corriente, el ex diputado Alessandro Di Battista, se desvió de ella y la carga antisistema de los orígenes del movimiento se desactivó por completo.

Marco Tarchi

Los partidos políticos antisistema -Movimiento 5 Estrellas, Lega, Fratelli d’Italia- obtienen resultados muy inestables en las distintas elecciones. ¿Cómo se explica esto?

El electorado antisistema se mueve por emociones, pasiones, reacciones epidérmicas, a veces primarias, más que por análisis fríos y racionales. Por tanto, tiende a enamorarse de tal o cual líder -el caso de Beppe Grillo es un ejemplo perfecto-, movimiento o partido, y, si se siente decepcionado, se siente traicionado y va en busca de un nuevo polo de atracción o deja de interesarse por la política. Sin duda, entre los abstencionistas hay una gran parte de potenciales votantes antisistema.

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Fratelli d’Italia, que ha experimentado un crecimiento extraordinariamente rápido en pocos años, ¿tiene suficientes ejecutivos políticos para ejercer el poder tras las elecciones legislativas?

No es sólo una cuestión de números; es también y sobre todo un problema de calidad. Después de llegar al poder, ¿estarán sus elegidos de los consejos regionales o municipales a la altura de las responsabilidades del trabajo parlamentario de la Cámara y el Senado y, sobre todo, de las del trabajo en un ministerio? Nos lo preguntamos en todas partes y, por el momento, no hay respuestas fiables. Es una apuesta.

Si la coalición de centro-derecha gana las elecciones, ¿podrá aplicar su programa de inmigración o será víctima de los bloqueos puestos por el presidente de la República Sergio Mattarella -un democristiano, un hombre del viejo sistema- o por los jueces?

Hay una pregunta aún más crucial que hacer: ¿Querrá la coalición de centro-derecha aplicar su programa en esta materia?

No hay que olvidar que, por muy minoritario que sea, el componente “moderado” y liberal de la coalición -Forza Italia de Silvio Berlusconi, Noi con l’Italia, etc. – podrá ejercer un condicionamiento sobre sus aliados. Y, a la vista de lo ocurrido en el pasado, es de temer que en varios ámbitos quiera buscar un acuerdo con los “moderados” del centro, y a veces incluso con los del centro-izquierda, antes que embarcarse en un enfrentamiento con Mattarella o la Unión Europea en un tema como la inmigración. Soy muy escéptico en este asunto, sobre la posibilidad de traducir el programa de la Lega, o el de Fratelli d’Italia, en un plan de medidas concretas. El riesgo de que todo se quede en retórica de campaña es muy alto.