21/11/2024 14:53
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«En esa tarea, necesitamos fortalecer nuestras Instituciones. Unas Instituciones sólidas que protejan a los ciudadanos, atiendan a sus preocupaciones, garanticen sus derechos, y apoyen a las familias y a los jóvenes en la superación de muchos de sus problemas cotidianos. Instituciones que respondan al interés general y ejerciten sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud. Y este es un propósito diario con el que las Instituciones debemos estar siempre comprometidas.
Creo que, en estos momentos, todos deberíamos realizar un ejercicio de responsabilidad y reflexionar de manera constructiva sobre las consecuencias que ignorar esos riesgos puede tener para nuestra unión, para nuestra convivencia y nuestras instituciones.
No podemos dar por hecho todo lo que hemos construido. Han pasado ya casi 45 años desde la aprobación de la Constitución y claro que han cambiado, y seguirán cambiando, muchas cosas. Pero el espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido. Son un valor único en nuestra historia constitucional y política que debemos proteger, porque son el lugar donde los españoles nos reconocemos y donde nos aceptamos los unos a los otros, a pesar de nuestras diferencias; el lugar donde hemos convivido y donde convivimos en libertad».
Decían que el Gobierno podría haber redactado el discurso con el Rey Felipe VI bajo la influencia del sátrapa de La Moncloa. No fue así, de lo contrario la sensación de indefensión frente a los enemigos de España se habría acrecentado. Cumplió su papel de representación que se esperaba.
No fue así que después de escuchar el  mensaje del Rey, equidistante y ambiguo, ausente de responsabilidad moral o ignorante de la pésima realidad que aqueja a España, los españoles se rindieran a la convicción de que la Corona está debilitada por la conveniencia de su status quo, primando la prudencia por lo propio que la valentía de cumplir su deber constitucional como garante del Estado de Derecho amenazado por la deriva totalitaria de Pedro Sánchez. No fue así.
No fue así que sin apenas expectativa, acaso con algún atisbo de esperanza escucháramos  la introducción del mensaje de Navidad en lo que resultara ser una declaración de inanes intenciones,  desmarcándose Felipe VI del espíritu crítico, aunque fuese sugerido, sometido a la radicalidad del Gobierno y por tanto colocándose de perfil, obviando la gravedad de los perjuicios derivados del totalitarismo sanchista que no de las supuestas crisis internacionales a las que hizo precisa alusión. No fue así.
No fue así que al dictado de Sánchez el Covid exculpara al desgobierno socialcomunista de sus desmanes de índole criminal, cuyos coletazos mortales fueron del 2020 incluido el genocidio encubierto y el maquillaje de cifras de muertos, o la guerra de Ucrania, sugiriendo que son los responsables exponenciales de la crisis generalizada exonerando con ello a Pedro Sánchez, el verdadero culpable de los graves problemas que aquejan al conjunto del país. Con esos dos pilares discursivos habría sido predecible el resto del mensaje que representaría la renuncia de la Corona a arbitrar el juego sucio del asalto al Poder Judicial y el desarme del Estado con el caballo de Troya monclovita que ha facilitado los próximos ataques independentistas contra la integridad territorial. No fue así porque el Rey Felipe VI centró el resto de su mensaje en la defensa del interés general, reforzando las instituciones con rectitud e integridad para responsabilizarse por el bien de España y el conjunto sin excepción de todos sus ciudadanos. Integridad, unión bajo el paraguas del espíritu de  la Constitución arbitrando las diferencias.
Un discurso moderado pero convincente, suficiente para tomarlo como un toque de atención a quienes trampean torticeramente el juego  limpio de la democracia; el esperado dentro de su espacio de responsabilidad institucional. No fue un tono melifluo y complaciente, poco creíble e indignante de una posición degradante para la Monarquía asediada por múltiples enemigos que dispone la  alfombra roja para futuribles asaltos a la Jefatura del Estado. No fue una oratoria que nos hiciera pensar que  los españoles hemos idealizado a una Familia Real de fácil convivencia entre las paredes del Palacio de la Zarzuela, frías y aisladas respecto de las acuciantes problemáticas que pueden arrastrar a España hacia un estado terminal. No fue así y ya lo husmeaban los depredadores de la radicalidad que intentaron sabotear el tradicional Mensaje de Navidad del 2022.
No fue como lo hubiesen esperado cuantos intentan achantar a la Corona que al pretexto de lo que al día de hoy fue una plandemia disfrazada de crisis sanitaria y la invasión de Rusia en un contexto de guerra mundial, se expresara con ambigüedad en defensa de las instituciones; no fue como Pedro Sánchez hubiese querido, como sus socios bolivarianos e independentistas habrían deseado, que el Rey estuvo en el lugar esperado en el momento más necesario.

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
https://www.linkedin.com/in/ignacio-fern%C3%A1ndez-candela-59110419/
LEER MÁS:  Como si formase parte de una terna, en Las Ventas, con Joselito "el Gallo"  y Manolete. Por Rafael López
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Editor ÑTV ESPAÑA

Quede añadido: Comprendo la decepción de otros criterios. En el exiguo espacio institucional del que estaban pendientes los depredadores que pretendían boicotear el Mensaje del Rey por Navidad, ha cumplido el cometido cuando más allá de la intervención, en la contienda política, está vedada constitucionalmente la mediación. Por muy fullera que sea la estategia golpista del PSOE. Felipe VI dejó constancia del acuerdo enraizado de la Constitución al no poder hablar de su desacuerdo con el desgobierno criminal. Cuando la jauría podemita ha salido en tromba es mejor abstenerse de tirar piedras contra nuestro propio tejado del Estado de Derecho. Con la Jefatura del Estado como objetivo de los enemigos de España, no ha sido mala la intervención aunque sea con un guiño sugerido al orden constitucional.

[…] Mensaje de Navidad del Rey: no fue ambiguo, ni decepcionante. Por Ignacio Fernández Candela […]

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