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Durante muchos años, el primer domingo del agosto coruñés, mes en que se celebran las fiestas mayores de la ciudad en honor a la heroína Mayor Fernández de la Cámara y Pita -María Pita-, estuvo íntimamente asociado a la renovación del Voto de la ciudad a su Patrona, Nuestra Señora del Rosario, en recuerdo de aquel que hicieran en mayo de 1589 un grupo de coruñeses, impetrando la divina protección de Nuestra Señora, con motivo del asedio de un fuerte contingente inglés bajo el mando del Almirante Drake y del General Norris, en una de las acciones llevadas a cabo por lo que se conoce como la “Contra Armada” de la que, lamentablemente, hablan muy pocos libros de texto y cuyo relato, del todo desgraciado para la armas británicas, se ha ocultado de forma consciente e intencionada al conocimiento general e incluso, y esto es lo más penoso, al conocimiento de nuestros compatriotas que ignoran que si la Gran Armada que S.M. el Rey, D. Felipe II, envío contra la Reina de los ingleses en 1588, constituyó un desastre, mucho peor fue el resultado de la “Contra Armada” enviada por los británicos contra nuestras costas, como represalia, al año siguiente.

Pero volvamos la vista atrás y situémonos en aquellos años finales de la década de los 80 del siglo XVI, en los que España estaba en guerra contra Inglaterra. El origen de este conflicto se encuentra cuando en 1588, desde el puerto de Lisboa, parte la Gran Amada, a las órdenes de Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, tras la muerte de D. Alvaro de Bazán.

Hechos a la mar, consecuencia de las malas condiciones meteorológicas, la Escuadra tuvo que refugiarse en el puerto de La Coruña, del que zarpa nuevamente el viernes, 22 de julio de 1588, compuesta por un total 23 Galeones, 43 Naves, 26 Urcas, 4 Galeazas, 4 Galeras, 20 Pataches, 10 Zabras, 11 Carabelas y 10 Falúas, con sus respectivas dotaciones, cinco Tercios de Infantería de Marina y aprovisionamientos y pertrechos logísticos.

Concluida la Jornada de Inglaterra, menos desastrosa desde el punto de vista naval que lo que las siempre interesadas crónicas inglesas nos relatan, en octubre de ese mismo año regresan al puerto coruñés los Galeones “San Juan”, de 1.050 t., y “San Bernardo” de 352 t.; así como la Nao “San Bartolomé” de 976 t.; la Urca “Sansón” de 500 t. y las Galeras “Princesa”, “Diana” y “Palomino”, que se refugian al abrigo de la bahía.  

El Galeón “San Juan”, uno de los buques que combatió con mayor brío y bravura en aquella jornada y nave almiranta general de la Escuadra, en el que navegaba el segundo jefe de la Armada, Juan Martínez de Recalde, había sido construido en Portugal en 1586 y disponía de un total de 46 piezas de artillería de bronce y en él, es muy probable, que navegase el gran dramaturgo Félix Lope de Vega y Carpio, que se enroló, según se trasluce en alguna de sus obras, como “gente de guerra” o lo que es lo mismo, personal de los Tercios de Infantería adscritos a la Real Armada.

Heraldo, Timbalero y Guardia Municipal de gala participante en la “Función del Voto”

Volviendo a La Coruña de aquellos días, tras la llegada de los buques al abrigo de la bahía coruñesa, se procedió a iniciar su reparación, dar descanso a las dotaciones y evacuar a los heridos y enfermos, entre ellos el insigne Recalde, que fue trasladado al antiguo hospital de Mareantes, donde hoy se encuentra la Parroquia Castrense de San Andrés, falleciendo días después.

Los meses siguientes transcurrieron con relativa tranquilidad, adoptando la ciudad una serie de medidas conducentes a mejorar las defensas de la plaza cara a un eventual ataque de represalia, precisamente contra los dos puertos -primero La Coruña y después Lisboa- que vieron zarpar a la Gran Armada.

Paralelamente, los ingleses envalentonados por una victoria que exageraron hasta límites, como siempre, sorprendentes y con la pretensión de explotar el éxito, organizaron una Armada con el fin de atacar aquellos puertos donde se encontrasen nuestros buques retornados de la expedición a Inglaterra, castigar a las plazas que alojaron a la Gran Armada y propiciar un levantamiento en Portugal con S.M. el Rey D. Felipe II, apoyando las aspiraciones de Antonio de Portugal, Prior de Crato.

Finalmente, aquellas sospechas se hicieron realidad y así, cuando el día 4 de mayo de 1589, se avistaron las velas de la Escuadra inglesa, La Coruña se aprestó para la defensa. Los buques surtos en la bahía establecieron un arco, apoyando uno de sus extremos en el Castillo de San Antón que, afortunadamente y aun sin concluir sus obras, pudo hacer fuego con su artillería, contribuyendo notablemente a evitar que los atacantes desembarcasen dentro de la plaza, teniendo que hacerlo, en número de 10.000 hombres, en las proximidades de Oza.

Previamente, algunos de los cañones de a bordo, especialmente los del Galeón “San Bernardo” que se hallaba en carena en la ciudad, fueron desembarcados para mejor defender las murallas de la ciudad y los Infantes de Marina de los Tercios embarcados pusieron pie a tierra para contribuir a convertirla en inexpugnable, no en vano el Ejército inglés jamás pudo acceder al interior de la parte alta de la ciudad, defendida por no más de 1.500 españoles, perdiendo gran cantidad de hombres y teniendo que regresar a sus buques para levar anclas, soltar velas y poner rumbo a Lisboa, otro de los episodios más adversos para Drake y su gente y del que tampoco habla mucho la historia.

Por tanto, en aquellas murallas coruñesas del siglo XVI, con el Marqués de Cerralbo -Capitán General de Galicia- al frente, seguido por la escasa guarnición de la plaza y algunas compañías que pudieron acceder desde las zonas limítrofes; con los coruñeses, sin distinción de edad, sexo y condición, con María Pita a la cabeza y con otras mujeres casi anónimas, como Inés De Ben, y con los Infantes de Marina de los Tercios embarcados, sin olvidar los barcos de la Real Armada surtos en las aguas de la bahía, defendieron con honor y bravura una Coruña que peligraba para la Corona española y que pudo llegar a convertirse en un Gibraltar en el noroeste español.

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Afortunadamente, no fue así y en La Coruña, como en el resto de Galicia, ondea, cada día, la gloriosa enseña rojo y gualda y, eso, en buena medida, se le debe al pueblo coruñés, a los Infantes de Marina de las dotaciones vueltas de la Gran Armada y ¿por qué dudarlo?, a la intercesión de la Santísima Virgen del Rosario, por ello, cada año, llegado el mes de agosto, la ciudad se postraba -ahora lo hace en mayo- de nuevo ante la imagen de la Virgen para renovar su Voto.

Historiando un poco este Voto que se renueva anualmente, fue el 8 de mayo de aquel año de 1589, cuando un grupo de coruñeses, viendo que la suerte estaba echada, volvieron sus ojos a la Galeona, Nuestra Señora del Rosario, aquella bajo cuya advocación y protección se había puesto, en 1571, la Escuadra que, al mando de D. Juan de Austria, batió a los turcos en Lepanto, la “más alta ocasión que vieron los siglos” y, desde entonces, con muy pocos paréntesis, llegado el primer domingo de agosto -hoy se celebra el más próximo al 8 de mayo-, la ciudad renueva su Voto ante la imagen de su Patrona.

Tal vez evocando el hecho de que, tanto Infantes de Marina como Marineros, “gente de guerra” y “gente de mar”, se dejaron la piel en la defensa de la plaza y en cuyas aguas descansan los restos del Galeón San Juan y de la Nao San Bartolomé, y como justo reconocimiento, el Ayuntamiento coruñés de aquel 1973, decidió rendir un cariñoso homenaje de respeto y agradecimiento a nuestra Armada.

Concertado con el Ministerio de Marina, se programaron una serie de actos que tuvieron como punto de inflexión la jornada del domingo, 5 de agosto de aquel 1973, día de la Función del Voto.

Al puerto coruñés fue llegando una representación de buques de la Armada, a cuya cabeza figuraba el Crucero Canarias (C-21), buque insignia de la Flota, en el que enarbolaba insignia el Vicealmirante Enrique Amador Franco, Comandante General de la misma; el Destructor antisubmarino “Oquendo” (D-41), cuyo nombre evocaba aquel glorioso marino, Antonio de Oquendo, que también falleció en La Coruña en 1640 y cuyo padre, Miguel de Oquendo, quien participó y falleció en la Jornada de Inglaterra; las Fragatas modernizadas “Vicente Yáñez Pinzón” (F-41), en la que enarbolaba insignia el Capitán General de la Zona Marítima del Cantábrico, Almirante Antonio González-Aller y Balseyro; y su gemela “Legazpi” (F-42), así como los Dragaminas de la clase “Nalón”, pertenecientes a la 3ª Escuadrilla, basada en Ferrol, “Nalón” (M-21); “Tajo” (M-30) y “Odiel” (M-32), todos ellos recibidos en España entre 1954 y 1959, procedentes de la ayuda americana.

Aquel domingo, día 5, la plaza de María Pita -la heroína por antonomasia de aquellas jornadas de mayo de 1589-, se convirtió en magno patio de armas, donde se celebró la solemne Función del Voto, a modo de Misa de campaña, que estuvo presidida por el Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Santiago de Compostela, Monseñor José Cerviño y Cerviño.

El Destructor “Oquendo” (D-41)

Durante el acto religioso, el Alcalde de La Coruña, José Pérez-Ardá y López de Valdivieso, renovó el tradicional Voto de la ciudad ante la imagen de la Virgen.

La Función del Voto se ha caracterizado siempre por la vistosidad y el colorido que rodea a esta celebración cívico-religiosa. La Guardia Municipal vestida con el uniforme de gran gala, los Heraldos, Maceros y Timbaleros de la ciudad, acompañando a la Corporación, bajo mazas, y al Pendón de La Coruña, han participado, año tras año, en este acto que forma parte de la tradición más inveterada de la ciudad, una costumbre arraigada en el alma coruñesa desde aquel lejano 1589.

Tras el oficio religioso, se celebró un acto militar que estuvo presidido por el entonces Ministro de Marina, el Almirante Adolfo Baturone Colombo, al que acompañaban, además del Capitán General del Departamento Marítimo del Cantábrico y del Vicealmirante, Comandante General de la Flota, ya mencionados; el Capitán General de la VIII Región Militar, Teniente General Carlos Fernández Vallespín; el Capitán General de la Primera Región Aérea, Teniente General Miguel Guerrero Garcia y el General Inspector de la Policía Armada, entre otras Autoridades militares, civiles y diversas representaciones.

El pueblo de La Coruña y los forasteros que abarrotaban la ciudad, se volcaron, llenando las avenidas de Montoto, la Marina y Cantones para presenciar los actos que se celebraron, como previamente había sucedido en la plaza de María Pita durante la Función del Voto.

Las Autoridades asistieron, en la avenida de la Marina, a la inauguración de un monolito en honor a la Armada Española, a la que siguió un vistoso desfile militar en el que participaron, una Compañía de desembarco de la Flota -suponemos que se trata de una procedente del Tercio de Armada o bien del personal de Infantería de Marina embarcado en Crucero Canarias-, con Bandera, Banda, Escuadra de Gastadores y Música; dos Compañías del Cuartel de Instrucción de Marinería del Ferrol; una Compañía del Tercio del Norte y otra del Regimiento de Infantería Aerotransportable “Isabel la Católica nº 29”, con guarnición por aquel entonces en la plaza de La Coruña.

Aspecto de la plaza de María Pita en los años 70

Si lo actos celebrados en las calles coruñesas resultaron muy concurridos, igual sucedió con las visitas realizadas a los buques surtos en el puerto que recibieron a todos los visitantes que lo desearon.

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El viejo Crucero “Canarias” (C-21), con casi cuarenta años en sus cuadernas, era conocido de las aguas coruñesas por las muchas visitas que, durante su larga vida operativa, realizó a su puerto. Este Crucero pesado, buque insignia de la Flota, derivado del modelo “Washington”, causaría baja definitiva en diciembre de 1975, perdiéndose la oportunidad de conservarlo como un legado histórico para generaciones venideras.

En cuanto al legendario Destructor “Oquendo” (D-41), cabeza de una larga serie que preveía la construcción de un total de nueve unidades -Blas de Lezo, Gelmírez, Lángara, Bonifaz, Recalde y Blasco de Garay, además de las tres que se construyeron, “Oquendo” (D-41), “Roger de Lauria” (D-42) y “Marqués de la Ensenada” (D-43)- ya había visitado La Coruña en diversas ocasiones, una de ellas en marzo de 1965 cuando, con ocasión del homenaje que el pueblo coruñés le tributó a los Ejércitos de España, el buque recibió una placa entregada por el Ayuntamiento.

Tampoco eran desconocidas las Fragatas “Vicente Yáñez Pinzón” (F-41) y “Legazpi” (F-42), ambas, aunque modernizadas, pertenecientes a la clase “Pizarro” que fueron botadas entre los años 1946 y 1951, de la que también formaban parte, además de la que encabezaba la serie la “Pizarro” (F-31); la Hernán Cortes (F-32); la Vasco Núñez de Balboa (F-33); la “Martín Alonso Pinzón” (F-34); la “Magallanes” (F-35); la “Sarmiento de Gamboa” (F-36), algunas de ellas viejas conocidas de nuestro puerto, como el caso de la “Hernán Cortés”, por servir de escolta, durante varios años, al buque de representación “Azor”, con motivo de su estancia en la bahía durante el veraneo del General Franco en nuestra ciudad. Incluso creemos que la Fragata “Legazpi” se encontraba aquel año realizando este mismo cometido, tras la baja de su predecesora en esas mismas funciones.  

Por lo que respecta a los Dragaminas costeros “Nalón”, “Tajo” y “Odiel”, formaban parte de la larga clase “Nalón”, entregada a España, a través de la llamada “ayuda americana”, consecuente del “Pacto de Madrid”, firmado con el Gobierno de los Estados Unidos en 1953.

Esta larga serie de buques estaba integrada, además de los ya mencionados, por los “M-22 Llobregat”; “M-23 Júcar”; “M-24 Ulla”; “M-25 Miño”; “M-26 Ebro”; “M-27 Turia”; “M-28 Duero”; “M-29 Sil” y “M-31 Genil”, algunos de los cuales, especialmente los de la 3ª Escuadrilla, basada en Ferrol, ya había sido huéspedes de la ciudad en varias ocasiones.

Fragata “Vicente Yáñez Pinzón” (F-41)

Y así fue aquel homenaje que el pueblo de La Coruña rindió a su Armada y a su gloriosa Infantería de Marina, cuyos hombres contribuyeron, de manera decisiva, a la defensa de la plaza en aquellas complicadas jornadas de mayo de 1589, en las que los coruñeses volvieron sus ojos a la “Galeona”, Nuestra Señora del Rosario, para que intercediese por su salvación y que, todavía hoy, se recuerdan cada vez que se renueva el Voto.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".