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MADRID, 25/10/2022.- El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), conversa con el coordinador general de su partido, Elías Bendodo, durante la sesión de control al Gobierno celebrada en la Cámara Alta, este martes en Madrid. EFE/ Mariscal

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Han leído bien queridos lectores, no es ningún desvarío, menos aún un juicio de valor de dudosa racionalidad. Por tanto, ni descerebrada, ni inaudita es mi particular, aunque no exclusiva reflexión.

 

          El líder del nuevo clan genovés –cainita y fraticida-, del “nuevo” y “centrado” Partido Popular, que no de la oposición por mucho que la aritmética parlamentaria así lo justifique, es un dirigente gris, tibio, huidizo y poco dado a asumir el riesgo que entraña ser, nada más y nada menos, que ser el dirigente de la formación que se autoproclama, sin ningún mérito cualitativo acreditado, jefe del partido de la oposición al gobierno del ególatra, vanidoso, egocéntrico y narcisista presidente del todavía Reino de España, el “afamado” líder mesiánico mundial, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, eterno postulante a pasar a la Historia de España como distinguido e ilustre hombre de estado. Menudo dueto de anodinos y caballeros de reconocida medianía nos han tocado en desgracia, en medio de tanta vulgaridad político-parlamentaria. De los demás, por el momento, no me manifiesto, por cuestión de tiempo y espacio.

 

          Alberto Núñez Feijóo, ¿Dónde vas triste de ti?, tras la “muerte política” de Pablo Casado, tan entusiasta y arrojado. Redaños no parece tener el gallego para, con determinación y coraje, asistir a la sesión de la moción de censura teatralizada, por aquello de tirar la piedra y esconder la mano, mientras sus acólitos, sometidos al aborregamiento del rebaño de su grupo parlamentario, tiraban pellizquitos de monja a la bancada frentepopulista. Como decía mi padre: “Para mear y no echar gota”.

 

          ¿Dónde está el líder? Siquiera ¿Dónde esta el jefe? En paradero conocido, parapetado detrás del burladero, como siempre, como cuando vio desangrase políticamente a su anterior jefe de filas esperando su muerte por hemorragia. Agazapado en la penumbra, escondido detrás de las melifluas y empalagosas ruedas de prensa, se dedica a exhibir un tono conciliador, pragmático y oportunista para hacer toreo de salón, es decir, hablar sin tener al toro delante. ¡Qué gallardía! ¡Cuanta bizarría! ¡Qué demostración de valentía! Yo me pregunto una vez más ¿Este es el tipo que aspira a sentarse en la poltrona que deja calentita el bello Don Pedro? Dios nos pille confesados y con propósitos de enmienda. Ya les digo que conmigo no cuenten para la proclamación presidencial del susodicho. A mí me gustan los líderes que pisan la arena del albero y que se arriman al toro.

          El orensano –me refiero a Alberto- se caracteriza por su ignotismo, entendido como la cualidad de quien es un ser ignoto, es decir, aquel sujeto cuyas intenciones no han sido puestas al descubierto, que actúa de forma taimada, clandestina al amparo de las sombras. Es un hombre sombrío y ocre, siempre protegido por la ley de asumir los mínimos riesgos posibles. Así llegó al gobierno de la Xunta de Galicia y así se coronó emperador de los genoveses, esquivando la refriega que en su casa política había, sin más actitud que la de ser un espectador pasivo a la espera de su momento.

 

          Supongo que los chicos de Abascal, algo cortos de vista y de olfato, demasiado cegados por su deseo de compartir el pastel del poder, se estarán dando cuenta de la que les viene encima. En el carné de baile del gallego no está incluido su nombre, pero, según parece, sí estarían los nombres de otras reconocidas vicetiples del hemiciclo parlamentario, o de cualquier teatrillo provincial o local. Sin embargo, en el juego político de la opereta representada, si es necesario –y lo será-, a última hora y deprisa y corriendo, poniendo una vela a Dios y otra al diablo, incluiría un tachón y una improvisada, interesada y caníbal, invitación a los incómodos e indeseados, pero necesarios, compañeros de baile, aunque los pisotones y desaires sean la tónica de tan triste y lamentable espectáculo.

 

          El lema de la campaña está claro a esta altura de la bufonada, el amor clandestino profesado hacia los verdes, no es creíble, leal, sincero, honesto y honrado. Es ajeno a toda integridad y pundonor, no hay decoro ni decencia, hay probidad sin ninguna compostura. Es la escenificación del mercadeo político, de la indecencia elevada a grado supino.

 

          Así pues, la impostura demuestra el engaño, la mentira y la tramoya de un amor impío y cruel. En una palabra, desalmado. ¿Dónde residen los principios y valores proclamados a viva voz en defensa de la vida? –Por ejemplo-. ¿Cuáles son los blasones enseñoreados por tanto político profesional ajeno al sentir del pueblo al que dicen representar? ¿Me puede decir que es la Patria –con mayúscula- para usted señor Feijóo? Su viraje, merced a los vientos cambiantes, hacia el centro de la nada es preocupante. No me fío de aquel que hace suyo aquello de “Donde dije Soraya, dije Pablo y ahora digo Alberto”.

 

          Mire usted –como dijera Don Mariano- para ser el jefe de gobierno que necesitamos en España, hay que ser muchísimo más que un chico recatado, mojigato y recoleto. Se gobierna con principios irrenunciables,  innegociables, intratables e incuestionables, con una firme y decidida vocación de entrega y sacrificio al servicio de España. Groucho Marx siempre me hizo mucha gracia, por su genialidad y ocurrencias, pero para un hombre de estado sus cualidades son cuando menos cuestionables. Ya sabe a qué me refiero, a aquello de: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”. Esta estrategia, por mucho que Borja Sémper se empecine en defender, está condenada al fracaso. En tierras vascas ya lo demostró con solvencia.

 

          Así pues, señor candidato llegado allende los montes de León, no me fío de su hidalguía y patriotismo a medio fuego. Le adelanto, también a todos ustedes, que no contará con mi simpatía, ni mi respaldo, menos aún con mi voto.

Autor

José María Nieto Vigil
José María Nieto Vigil
Historiador, profesor y periodista. Doctor en Filosofía y Letras. Director de Comunicación Agencia Internacional Rusa

 
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Eduardo

Me ha gustado mucho. Principalmente su analogía con el mundo del toreo. Gracias.

Jose Maria Nieto Vigil

Muchas gracias. La Fiesta Nacional me encanta. Un saludo.

Surreal

¿Narco, masón, traidor, fascista, vacunazi, sicario de la oculta plutocracia mundial?

Jose Maria Nieto Vigil

Todo ello y algo más 😱

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