09/05/2024 04:36
En su cuerpo habitan las almas de Miguel Ángel, Leonardo, Rafael… (Esto podría ser una premonición, ya que en 1995 consigue una beca para viajar a Italia, donde quedó fascinado por el legado renacentista). Es un hombre con talla humana, muy accesible, permanente es su sonrisa. Es un rostro sin edad. La pintura le enhebra al tiempo, le ancla a la memoria y le engancha a la vida… Su pincel que es un cuerpo en movimiento, deshoja las desnudas nervaduras de la verdad que desemboca en el río Éufrates y la necesaria resurrección del silencio que muestra sus heridas. Hablo de don Antonio López García.
Su descubridor y mentor fue su tío Antonio López Torres, que era pintor, y que fue el que intercedió ante sus padres en el verano de 1949, ya que supo ver antes que nadie que Antonio tenía aptitudes para la pintura. A sus 87 años está en constante aprendizaje, es un muy digno representante del Realismo Español, aunque él no se adscribe a ningún movimiento pictórico, y uno de los pintores más relevantes de nuestro país. Amplio es el discurso narrativo de su obra pictórica. El basamento de su creación está regido por el eje vertebrador de Velázquez.
Él es «el poseedor de la receta mágica» para realizar la primera imprimación y para hacer las mezclas de colores. Plasma la esencia de lo cotidiano, su signo representativo es la luz, que es muy singular, la luminosidad es muy parecida a la de Sorolla.
Su paleta mece el arco iris, es dueña de un mágico universo cromático, que acuna un salvaje y sublime recorrido por el alma de la pincelada, que es suelta, que palpita. Su trazo es intenso, limpio, definido, concreto, impecable.
Antonio estudió contabilidad y mecanografía. En 1958 ganó el concurso de Bellas Artes de la Fundación Rodríguez Acosta, en la sección de «Naturaleza Muerta», lo que le reportó una beca con la que viajó a Grecia.
Su primer cuadro es un bodegón, contiene una cebolla, un puchero manchego y y un pedazo de pan, la escena está situada en la cocina de sus abuelos paternos, Antonio y Carmen. Con 19 años expone por primera vez, se encontraba haciendo el Servicio Militar, y del Ateneo de Madrid le piden que prepare unos cuadros. En 1955 hace el primer relieve y en 1961 el primer busto que es de «Mari», como él la llamó siempre, su esposa, María Moreno, con quien contrajo matrimonio en 1961, y el punto de unión entre ambos fue la pintura. Al principio la figura humana la utilizaba para esculpir no para pintar, después también la incorporó a la pintura. Aunque es menos conocida su obra escultórica también es relevante. Él cree que «la fórmula de la escultura la guardan en Grecia».
Le fascina el arte de la antigüedad.
Su tío era soltero y vivía con sus padres, Antonio siente devoción por él, cuando lo recuerda aún hoy se emociona, la voz se le entrecorta. Al igual que él trabaja del natural. Su proceso creativo es meditado, pormenorizado, meticuloso, se toma su tiempo, le gusta diseccionar la entraña de cada partícula. Es un hombre de fortaleza inquebrantable, para el que los amigos son un valioso e insustituible tesoro. Un referente para los artistas contemporáneos, un polímata. El rostro representativo de su obra está supeditado a la esclavitud de la luz.
El alma la tiene hipotecada en Tomelloso, aunque hay otras ciudades por las que siente pasión: Madrid, Sevilla, Bilbao, Barcelona, todas ellas quedan inmortalizadas en su pintura. En su forma de trabajar es discreto, sereno, autoexigente, claro ejemplo de ello es: «Retrato de la Familia Real», al que dedicó dos décadas. En algunas obras en las que él ya sabe que le van a llevar mucho tiempo, en la parte de arriba anota el día en que la comienza. En 1953 estando Antonio hospedado en Madrid, en la Calle de la Independencia, su balcón tenía vistas a La Plaza de Isabel II, un día tuvo una especie de «viaje inmersivo», se colocó y en varias horas pintó una panorámica, esta es la espontaneidad de nuestro pintor. Al final dicho trabajo quedó relegado a la parte trasera del cuadro en el que recoge una vista de Tomelloso, la primera que hizo, después realizaría más de esta población.
La pintura como herramienta de Salvación.
La naturalidad elemental de su pintura resulta de vaciar el concepto y pintar lo que ve, lo que contribuye  a conservar su identidad pictórica. Su discurso artístico acuña instantes que residen en el ahora en perfecta armonía. Es una exclusiva constelación de estrellas que orbitan a su alrededor, que abrevia las certezas. Antonio pinta lo de fuera desde dentro, desde el interior de la memoria, poniendo en valor la belleza sin sobreactuación. Parece que el orden del tiempo suspendido en el ahora que no es riguroso, que impone su ritmo, coloca un espejo ante nuestras contradicciones. El espacio busca nuevas perspectivas, incluso metafísicas, paisajes emocionales.
Atesora múltiples reconocimientos. Muy demandados están sus cursos de pintura, por ejemplo los impartidos en la Universidad de Navarra. En 1990 graba el documental «El sol del membrillo», a las órdenes de Víctor Erice.
Algunos de sus cuadros:
* «Lavabo y espejo», (1967).
* «Puerta del Sol», que comenzó en el 2010 y retomó en 2021.
Su obra queda recogida en diversos libros suyos, como: Paisajes». O de otros autores como: «Antonio López. El arte en lo profundo. Un no sé qué que se alcanza por ventura», (autora. Rosario de Casso.
* «Realistas de Madrid», la ilustración de la portada es su cuadro: Lavabo y espejo.
Agradecer al Real Círculo de la Amistad que gestionaran para que Antonio López nos visitase en Mayo, acompañado del escultor Noé Serrano.
Anudar a la madrugada en combustión el inminente e irreversible cauce de la luna que se arrodilla ante la esencia de la PINTURA, forjadora de sueños, para reconciliarse con su raíz, buscando respuestas…

Autor

Pilar Redondo
Pilar Redondo
Escribe en varios periódicos, entre ellos: "ÑTV", "El Cierre Digital", y revistas, algunas: "La Casa", "Sueños de papel", "Azahar".
Desde hace 23 años es miembro de la Asociación Literaria Hasday, aunque colabora con cuantos colectivos culturales se lo solicitan. Fundadora del primer club de lectura de la Biblioteca Provincial de Córdoba.
Junto a Francisco Muñoz coordina las rutas culturales: "Los Grandes de Córdoba" y "La Batalla de Munda".
Ha trabajado en dos programas de Canal Sur Televisión: "El público lee" y "Pido la palabra". Organiza actos culturales en colegios, instituciones, etc.
Es autora de dos libros de relatos: "Relatos atormentados" y "Relatos de humor", (incluidos en la Colección Guadalquivir).
Tres poemarios: "Mortalmente eterna", "Quejíos del alma", "La piel del alma".
Doce cuentos infantiles, pertenecientes a la Colección Albolafia y cuyo emblema es la rana Clotilde.
Junto a otras nueve escritoras es productora de un disco de poemas musicalizados, titulado: "Poetizando, mujeres con voz y verso". Es en apoyo a las víctimas de la violencia de género y cualquier tipo de violencia en general.
Ha publicado dos libros de artículos periodísticos: "El pacto de las libélulas" y "Los labios de las amapolas".
Junto a don Julio Merino ha escrito las siguientes novelas: "Vitoria Colonna, el gran amor del Gran Capitán". "Las marionetas de Cuspis". "La princesa del jazmín", "la boda cautiva", "Leila de Granada", (Pertenecientes a la trilogía de La Reconquista).
"Cuando los dioses se hacen humanos", "Penélope la Reina tejedora". "Betsabé y el Rey David", "Pelayo el Astur", (forman parte de la serie de los dioses).
Es fundadora de dos clubs de lectura en la Biblioteca Provincial de Córdoba. En uno llevan una andadura de casi dos décadas, y en el segundo, es de reciente creación, de este 2023.
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