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Entrevista de Ferenc Almassy de Visegrád Post con George Simion, líder del partido patriótico AUR (Alianța pentru Unirea Românilor) en el Foro Económico de Karpacz. Simion, de 34 años, es licenciado en Economía e Historia y sólo recientemente entró en la vida política, dándose a conocer en 2019 con una polémica acción en el cementerio de Valea Uzului de la Primera Guerra Mundial, en el que hay enterrados soldados rumanos en una región mayoritariamente húngara y que provocó tensión entre ambas comunidades. Se declara contrario al sistema, afirma ser cristiano y aboga por una Gran Rumanía, es decir, por la reunificación de Rumanía y Moldavia. Ataca frontalmente al actual régimen rumano, al que considera corrupto en su conjunto, y no duda en denunciar el nefasto papel de los servicios secretos rumanos que son un auténtico Estado dentro del Estado.

Ferenc Almássy y George Simion en Karpacz, 8 de septiembre de 2021. Foto: Visegrád Post/Nicolas de Lamberterie.

Es usted es líder del partido rumano AUR, que dio la sorpresa en las últimas elecciones y registró un aumento de votos sin precedentes: de un 1,2% en las elecciones europeas de hace dos años, pasó repentinamente a más del 14% en 4 de los 41 condados del país. Ahora es usted miembro del Parlamento rumano. Todo esto parece estar relacionado con su oposición a las políticas del gobierno rumano, lo que parece ser al menos una de las claves de su éxito.

Sí, pero esto no se debe sólo a nuestra postura de amor a la libertad. Cuatro pilares caracterizan la línea de AUR y uno de ellos es la libertad. También luchamos por la fe cristiana, que es la base de la civilización europea. Luchamos por el principio nacional y por la familia como base de la sociedad. En Rumanía, el declive del Partido Demócrata Cristiano del PNȚ-CD dio paso a un largo periodo en el que estos valores no fueron defendidos en el parlamento por ninguna fuerza política seria. Rechazamos firmemente el sistema, no con un espíritu anarquista, sino por respeto a los valores que representamos y por los que luchamos.

Hoy en día, los globalistas quieren que todos seamos iguales, como en la época comunista: debemos ser despojados de nuestra identidad sexual y de cualquier criterio que pueda distinguirnos. Todo el mundo debería poder ser lo que quiera. Pero biológicamente sólo podemos ser hombres o mujeres. Estos son los dos únicos géneros que conozco y deben su existencia a Dios. Por nuestro compromiso con estos valores, y ante la ausencia de otra fuerza política posicionada en este segmento de opinión patriótica, soberanista y conservadora, obtuvimos el 10% de los votos en las elecciones de diciembre de 2020. Pero sólo el 40% de los votantes conocía la existencia de AUR, porque no teníamos acceso a la televisión. El sistema postcomunista, incluso totalitario, que controla Rumanía pensó que evitaría que cruzáramos el umbral de la representación parlamentaria manteniéndonos alejados de la televisión. Pero hemos alcanzado el 10%, y algunas encuestas recientes nos sitúan en el 15%, otras más cerca del 20%, y nuestro ascenso continúa. Esto se debe a que no existe una voz conservadora y patriótica en la política rumana, a pesar de que se nos presenta como extremistas, neofascistas u otras etiquetas. Somos rumanos normales que queremos formar parte de la Unión Europea, no de una federación europea, sino de una alianza entre naciones.

Ha utilizado palabras muy fuertes contra su gobierno.

Sí, porque este gobierno ha sido el mismo durante 30 años. En 1989, mataron a Ceaușescu, tomaron el poder y se repartieron los papeles: “Vosotros, os llamaréis ‘la derecha’, vosotros, seréis socialistas, vosotros, liberales, y vosotros, un partido del pueblo”; pero seguían siendo los mismos que controlaban Rumanía antes del cambio de régimen a través del sistema de partido único y la Securitate [Servicios de Seguridad del Estado bajo Ceaușescu]. Incluso hoy, lo controlan todo y se niegan a que se escuchen otras voces en la sociedad rumana. Y nuestro problema es que el sistema intenta silenciar cualquier voz disidente.

Entiendo. Pero por otro lado, tiene derecho a decir todo lo que acaba de decir en público. No está en la cárcel y no le atacan las autoridades para castigarle por decirlo.

No, pero hemos recibido muchas multas. Estamos sufriendo la opresión de un estado policial. En las elecciones de 2020, durante nuestra lucha por la democracia y la libertad, intentaron comprometernos. Por ejemplo, intentaron hacer ver que conducía sin carnet de conducir, por lo que tuve que demostrar públicamente que tenía un carnet válido. La Securitate rumana no ha muerto, no ha desaparecido en ningún momento, y nos niega el derecho a defender nuestros valores.

Usted nos ha dicho que no está en contra de la UE, sino a favor de una Europa de las naciones. Desde este punto de vista, su discurso es bastante similar a los objetivos de los Cuatro de Visegrado.

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Sí.

¿Cómo ve el Grupo de Visegrado desde la perspectiva rumana?

En mi opinión, Rumanía cometió un gran error al negarse a entrar en el Grupo de Visegrado. Junto con Hungría, Eslovaquia, la República Checa y Polonia, estaríamos ahí. Tenemos la misma historia, los mismos intereses y tendremos el mismo futuro. No podemos dar un cheque en blanco a Alemania, que actualmente controla gran parte de nuestra política exterior e interior, porque Alemania siempre acabará haciendo negocios con Rusia. Siempre fueron amigos, luego enemigos, luego amigos de nuevo, y así sucesivamente.

Creemos que debemos seguir una política independiente, una política como la prevista por el mariscal Piłsudski en la Polonia de entreguerras bajo el nombre de Proyecto Intermarium. En la actualidad, este proyecto se está reactivando bajo el nombre de Iniciativa de los Tres Mares. Los países de esta zona deberían cooperar más, porque si no lo hacemos, desapareceremos. Seremos países de bajos salarios que sólo proporcionan un mercado para los productos chinos y occidentales.

Hablando de los chinos: Desde su punto de vista, ¿no es preocupante que Europa Central -región que incluye a los países de la Iniciativa de los Tres Mares- corra el riesgo de convertirse en una especie de zona de distensión entre Alemania y Rusia, por ejemplo, o entre Estados Unidos y China, por ejemplo? ¿No somos sólo marionetas en el juego de las grandes potencias?

Nos utilizan porque dejamos que nos utilicen. Todo depende de los jefes de Estado y de la visión de la política exterior que representan. Desde este punto de vista, tengo que decir que admiro, por ejemplo, la política de Polonia, y también -en cierto modo- la del gobierno de Orbán, por su resistencia a los dictados procedentes de Bruselas, a esta especie de estandarización cultural, que es comparable a la que intentaron imponer en el periodo soviético. Nuestras naciones no están para eso. Creo que la Unión Europea debe seguir siendo una zona de libre comercio, un espacio económico unido por la libre circulación y el libre comercio. No creo que tenga que crear su propio ejército ni convertirse en un estado federal o un superestado.

¿Cómo ve el futuro de la región a la luz de la crisis del Covid? Se muestran muy hostiles…

No, no somos hostiles a nada. Sólo nos resistimos a medidas que son inútiles. Por ejemplo, mírenos hablando entre nosotros ahora mismo. Si lleváramos mascarillas no cambiaría nada. En Rumanía, sin embargo, se nos obligó a llevar mascarillas durante mucho tiempo -incluso al aire libre-, aunque su eficacia nunca se ha demostrado. También intentaron -como en la época comunista- utilizar el miedo para imponer ciertas medidas como la hospitalización y la vacunación forzadas. Intentaron hacer obligatoria la vacunación para ciertas categorías de trabajadores, por ejemplo, en la educación y la administración pública. Defendemos la libertad de elección para todos. Nadie sabe mejor que yo lo que es bueno para mí: eso es la libertad y eso es lo que están tratando de abolir en este momento.

No negamos la existencia de este virus, pero sostenemos que los daños que causa no justifican la paralización de países enteros. Los países occidentales pueden tener suficientes reservas financieras para permitírselo durante dos o tres años, pero nosotros no podemos permitírnoslo, como tampoco podemos permitirnos el Green Deal o esta nueva burla de plan llamada Fit for 55. Todas estas historias destruirán nuestra economía. Me gustaría señalar que incluso antes de esta crisis sanitaria, una crisis económica cada vez más grave ya estaba llevando a nuestros países a la bancarrota. Cinco millones de rumanos trabajan en el extranjero.

Usted también sigue insistiendo en que Rumanía debería apoyar más a la diáspora rumana, que es muy numerosa, sobre todo en Europa. En el Reino Unido, Alemania, Italia, España, etc. hay muchos rumanos que vienen a trabajar; algunos de ellos llevan muchos años viviendo allí.

No fueron a esos países por el hecho de trabajar. Trabajan allí porque se vieron obligados a abandonar Rumanía, porque eran pobres y no podían llegar a fin de mes. Por eso se fueron. Para mí es incomprensible que el gobierno rumano compre 120 millones de dosis de vacunas para una población de 19 millones de personas y pague por ello más de mil millones de euros, quizá incluso más, porque lo hace de forma opaca. La cantidad de dinero que se gasta no se comunica a la gente…

¿Ni siquiera a los parlamentarios?

Ni siquiera a los parlamentarios. Hemos hecho muchas preguntas en los procedimientos parlamentarios y no hemos recibido respuesta. Es un secreto a voces. Si no hay transparencia, ¿cómo puede la gente confiar en ellos? Bueno, la gente no confía en ellos. Por eso los rumanos no quieren vacunarse. Intentamos convencer a los rumanos que viven en el extranjero para que vuelvan y reconstruyan el país, pero es muy difícil porque a nadie le interesa el crecimiento económico ni la soberanía nacional. Todo lo que hace el gobierno es tomar préstamos del FMI y del Banco Mundial. Esto no es sostenible a largo plazo: Tarde o temprano, el Banco Mundial nos pedirá que cedamos nuestras reservas de gas natural sin compensación, por ejemplo.

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En mi opinión, la crisis del coronavirus es sintomática del estado en que se encuentra Rumanía, dominada por fuerzas externas desde hace 30 años. Hemos destruido nuestra economía. Hemos destruido nuestras fábricas. La gente se ha ido al extranjero porque no ve futuro en Rumanía. Por eso los rumanos nos apoyan, y por eso no somos como esos políticos ordinarios que dicen mentiras. Decimos lo que todo el mundo puede ver. Esta gente que dice gobernarnos no se gobierna ni a sí misma.

Rumanía lleva 14 años en la UE y todavía no se ha incorporado al espacio Schengen. ¿Por qué? Es un país relativamente seguro con fronteras bien vigiladas. ¿Se debe al puerto de Constanța, que amenaza muchos intereses, o por otras razones? ¿Cree que Rumanía debería entrar en el espacio Schengen?

Hay que dejar que Rumanía prospere económicamente y se nos niega el acceso al espacio Schengen. En caso de adhesión, Constanța se llevaría, por supuesto, los ingresos que actualmente llueven sobre Rotterdam, y mientras nos neguemos a vender Constanța no nos dejarán entrar en el espacio Schengen. Nos han dicho que viviremos en un espacio común, en una Unión que se ocupa de todos, pero nosotros, las naciones más pobres de dicha Unión, no nos beneficiamos de ella de forma justa.

Mi última pregunta es sobre la minoría húngara en Rumanía: es una minoría muy grande.

El 5% de la población, sí.

Esta minoría ha sido la manzana de la discordia durante mucho tiempo, provocando tensiones. ¿Cómo ve el futuro de la cooperación entre los ciudadanos rumanos de ascendencia rumana y los ciudadanos rumanos de ascendencia húngara?

En primer lugar, veo a Bucarest y Budapest trabajando juntos y cooperando, como dos países independientes. Los húngaros con ciudadanía rumana son muy importantes para nosotros. En el Parlamento rumano hay diputados de etnia húngara. Los respetamos y queremos construir un futuro común con ellos. Las tensiones que han surgido a lo largo de los años fueron el resultado de provocaciones políticas. Creemos que hay que mejorar la integración de los húngaros en la sociedad rumana. Tenemos que ayudarles a encontrar trabajo, aunque no dominen el idioma rumano, algo que la UDMR [Unión Democrática de Magiares en Rumanía, o RMDSZ en húngaro, el partido más importante de la minoría húngara] ha impedido durante mucho tiempo. Esto es un verdadero problema para ellos, ya que les impide integrarse en el mercado laboral. Pero también deben tener la oportunidad de preservar su identidad: aprender su lengua materna, visitar sus iglesias, celebrar sus fiestas tradicionales, como hacen los ciudadanos húngaros que pertenecen a la minoría rumana en Hungría. Nosotros mismos tenemos problemas similares con algunos países -como Serbia y Ucrania- que no respetan el derecho de las minorías nacionales a utilizar su propia lengua, a practicar su propia religión, etc. Creo que todos los Estados deben respetar las especificidades de todos los grupos étnicos que viven en su territorio.

Y creo que Rumanía lo hace. Cada grupo étnico tiene derecho a un diputado como mínimo, ¡y son 18 en total! En mi opinión, el único partido problemático es la UDMR, que es un gueto en medio de la escena política rumana, mientras que deberíamos tener ciudadanos de etnia húngara en cada una de las facciones parlamentarias bajo los colores de todos los partidos, en lugar de ponerlos a todos en un partido étnico. La mayoría de los ciudadanos rumanos de ascendencia húngara viven en los condados de Covasna y Harghita, cuyo desarrollo y prosperidad debemos apoyar. Los líderes del partido étnico UDMR no son más que la parte húngara de la clase política corrupta que ha controlado Rumanía durante 30 años. Han colaborado con el gobierno y han participado en muchos negocios sucios, como la deforestación de nuestra tierra mediante la tala ilegal.

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Álvaro Peñas