23/11/2024 09:06
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El poderoso Rey «Matarile» gobernaba un reino próspero donde sus súbditos vivían en paz con sus vecinos. Ubicado al Oriente, el mandatario y regente «Rileron» del reino contiguo, tenía esa misma situación.
Ambos habían firmado un pacto de no agresión y sus poblaciones se multiplicaban en número, debido a la paz que habían conseguido establecer.
Las familias procreaban y sus ciudades, se iban haciendo más extensas y pobladas. Como la situación era propensa y prospera, la ciudadanía inventaba nuevos artilugios y generaba nuevas ideas.
Era una sociedad que se retroalimentaba y retropropulsaba, y cada vez era más opulenta y orgullosa. Los hombres cada día tenían más conocimientos y eran más ilustrados. Leían y escribían. Pensaban y componían. Creaban nuevas filosofías y teorías, e inventaban maneras más hábiles de rentabilizar y potenciar la producción.
La sociedad avanzaba exponencialmente y producía riqueza para todos sus componentes. Se originaba excedente y el trabajo era abundante y más fácil para todos.
Un día, los dos «magnánimos» monarcas – que eran parientes cercanos – se reunieron en secreto y conversaron.
La situación en sus dos reinos era muy parecida. El populacho se multiplicaba y la plebe tenía mayores aptitudes intelectuales. Ambos estaban preocupados, ya que podía aparecer «algún imprevisto» que les sustrajera su poder.
El «status quo» podría en algún momento desestabilizarse y ellos no ser considerados «majestades».
Había demasiados hombres y aquello suponía un peligro para su propia posición e integridad.
¿Qué hacer?
Matarile y Rileron, debían revertir aquella situación y para ello, se les ocurrió un «Ideón».
Generarían un conflicto y así conseguirían entablar una guerra ficticia entre los dos países.
Enviarían tropas a pelear y así, tras la sangrienta contienda, reducirían el número de hombres en cada reino.
Con este «sacrificio» , conseguirían varios beneficios:
Primero, reducir el riesgo interno de rebelión, ya que a menos hombres, menos candidatos a sublevarse. Además, el enemigo se encontraba en el exterior.
Segundo, propulsar el nacionalismo y por ende, fortalecer su posición como símbolos de la identidad de su pueblo.
Tercero, imponer nuevos impuestos para la guerra y la defensa de las fronteras.
Cuarto, tener la excusa para implementar nuevas medidas de control y coerción.
Quinto, podrían hacer una «limpieza interna» y deshacerse de los opositores, disidentes y personajes molestos.
Sexto, habría superávit de mujeres solas y de niños sin padre. Esto les daba la posibilidad de «educar» a esos futuros vasallos conforme sus intereses y designios.
Tras aquella reunión se pudieron manos a la «obra».
Ellos mismos empezaron a distribuir noticias ponzoñosas y mentiras manipuladas, para crear animadversión en ambas ciudadanías. La población reaccionó como se esperaba y poco después estallo el conflicto bélico.
20,000 hombres de cada bando, se dejaron la piel en el campo de batalla. Aquel número era suficiente, pues se había reducido la población masculina en un 45%.
Los «mandamases» – o manda masas a la muerte – decidieron que aquello era suficiente, por lo que la paz se firmó y la situación volvió a su cauce.
El «fofo» charcutero Matarile y el viejo desollador Rileron, se volvieron a reunir dos años después.
Los administradores y gerifaltes, sonrieron y brindaron alegres entre cojines de seda, vino afrodisiaco y apetecibles esclavas danzantes.
Pero este cuento no se ha acabado…
La superficie terrestre emergida total de la Tierra es de aproximadamente 148.940.000 kilómetros cuadrados. Si se dividiera la superficie terrestre emergida de manera equitativa entre los 7.9 mil millones de habitantes del planeta – actuales -, cada persona tendría aproximadamente 18,800 metros cuadrados (o 1.88 hectáreas) de superficie terrestre emergida.
Si alguien, en algún momento, inventara una «máquina de movimiento perpetuo«,- aparatos que parecen funcionar de manera ininterrumpida sin combustible ni ayuda de ninguna fuente externa de energía después de darles un pequeño empujón inicial- todos los habitantes del planeta, podrían ser soberanos de sí mismos y autónomos de la gran banca mundial y sus sátrapas (Gobiernos títeres).
Nikola Tesla nació el 10 de julio de 1856 en un pequeño pueblo llamado Smillan, en Croacia. Su padre fue un sacerdote ortodoxo. Estudió en Gratz y Viena y terminó su educación en París.
En 1891 patentó lo que un día podría convertirse en su más famosa invención: la base para la transmisión inalámbrica de corriente eléctrica, conocido como la Bobina Transformadora Tesla.
Tesla estaba fascinado por la energía radiante y su posibilidad de convertirse en energía libre y gratuita. Sabía que era posible tomar energía directamente «conectándose a la verdadera fuerza de la naturaleza».
¿Por qué nunca se han materializado los tan recomendados dispositivos de energía libre descritos por Tom Bearden, Jhon Bedini, Bruce Desalma y otros?
Tesla afirmaba que podía transmitir noticias y energía sin usar alambres. Los magnates banqueros (¿os suena?) ya habían comprado las minas de cobre para cubrir gran parte Estados Unidos con redes de cables para la distribución de la energía.
Tesla murió solo, olvidado, abandonado y en la miseria. Como todos los grandes sabios de la historia de la humanidad, fue un peligro para los poderosos. En una habitación de un hotelucho de mala muerte, a los 86 años, retorno al paraíso. El genio «blanco» fue encontrado por una limpiadora negra, al día siguiente.
Ese mismo día, en plena Segunda «Guarrada» Mundial, mientras se celebraba la «carnicería» más sangrienta de la historia, el FBI (los sicarios del mal) se encargaron de requisar todos sus materiales, cajas, cuadernos de notas, etc…

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REDACCIÓN
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Azul

Sí, Tesla está ya está en la casa del Padre.
El mismo Einstein había declarado que Nicola Tesla era el hombre más inteligente
que había conocido.
Hay un libro muy interesante sobre Nicola Tesla : «Tesla, el hombre, el inventor,
el padre de la electricidad» del Dr. Richard Gunderman, publicado por Oberon
(www.Oberon libros.com).
Bendita sea su memoria.

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