13/06/2024 21:50
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La oposición húngara, animada por sus buenos resultados en las elecciones municipales, jaleada por los medios de comunicación occidentales y apoyada por toda clase de ONG casualmente financiadas por George Soros, miraba con optimismo las próximas elecciones generales que tendrán lugar en Hungría en los primeros meses del año que viene. Sin embargo, la publicación de una encuesta reciente encargada por el multimillonario húngaro y opositor László Bige, ha caído como un jarro de agua fría sobre los partidos anti-Orbán.

Bige es un multimillonario, el décimo hombre más rico de Hungría en 2020 con una fortuna estimada en 315 millones de euros, que considera a Orbán y a Fidesz como sus peores enemigos. Una enemistad que viene de lejos, desde que en 2010 fuese acusado de soborno y posteriormente de delitos ambientales en 2018 y el año pasado de malversación de fondos de su propia empresa y de corrupción, razón por la actualmente sufre un arresto domiciliario. Bige siempre ha negado los cargos en su contra y denuncia que se trata de una persecución política. Dentro de este ambiente de euforia de las fuerzas anti-Orbán, el multimillonario quiso saber, según sus palabras, “si la coalición opositora tenía una posibilidad realista de vencer a Fidesz”, para lo que financió la realización de una amplia y costosa encuesta, sobre cinco mil personas, con el Instituto de investigación Závecz. El resultado ha sorprendido a Bige y a la oposición.

Fidesz sigue siendo el partido más popular de Hungría y el más que probable ganador de las próximas elecciones. Con un 35% de los votos, Fidesz suma 2 puntos que la coalición opositora de seis partidos, que obtiene un 33%. Curiosamente, una de las políticas más valoradas según la encuesta es la gestión la pandemia, que en otros países ha constituido el talón de Aquiles de los partidos en el poder. El otro gran punto a favor de Orbán lo constituyen las políticas a favor de la familia. La oposición opositora sólo vencería en el caso de que fuese la única alternativa a Fidesz, en cuyo caso adelantaría al partido gobernante por 3 puntos, algo bastante improbable porque los escaños se asignan a una vuelta y han surgido nuevos partidos en la escena política húngara.

Como señala Marcell Dengi en centromachiavelli.com, este escenario se ha complicado mucho para la coalición opositora por la descomposición de uno de sus socios, Jobbik (Movimiento por una Hungría Mejor). Durante años este partido nacionalista y a la derecha de Orbán constituyó el principal partido de la oposición, sin embargo desde la salida en 2018 del que fuera su presidente, Gabor Vona, el partido ha dado un sorprendente giro a la izquierda de mano de su líder actual Peter Jakab. De los 26 diputados elegidos en las elecciones de 2018, sólo quedan 9. Su primera escisión vino de mano de László Toroczkai, vicepresidente de Jobbik, expulsado por su radicalismo y que creó un nuevo partido, Mi Hazánk Mozgalom (Movimiento Nuestra Patria), que ha ido recogiendo a muchos de los descontentos de Jobbik. Toroczkai se hizo muy popular durante la crisis de refugiados porque como alcalde de la ciudad de Ásotthalom, en la frontera con Serbia, organizó patrullas para impedir la entrada en Hungría de inmigrantes ilegales. Su video “mensaje a los inmigrantes ilegales desde Hungría” en el que avisaba a los ilegales que si cruzaban la frontera acabarían en prisión y se hizo famoso a nivel internacional. Varios cientos de sus partidarios salieron a la calle el 15 de marzo para pedir el final de las medidas del confinamiento y parece estar consiguiendo un mayor apoyo popular.

De los demás miembros que abandonaron Jobbik, algunos se unieron a otras formaciones, pero también han surgido nuevos partidos para recabar el voto contra Orbán pero que tampoco quiere saber nada de la coalición opositora. Este es el caso de János Bencsik, exdiputado de Jobbik, que ha fundado Polgári Válasz (Respuesta Cívica), que abandonó el partido por considerar “moralmente inaceptable” y una “traición a sus principios” la deriva izquierdista tomada por la dirección de Jobbik. Una deriva completamente inexplicable que algunos achacan a la billetera de Soros.  

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La aparición de estos nuevos partidos aleja las posibilidades de una victoria de la oposición. No obstante, la diferencia es escasa y el primer ministro húngaro, como el mismo ha declarado en reiteradas ocasiones, sabe que la batalla electoral va a ser durísima y que puede esperar cualquier cosa de sus rivales, porque contra Orbán, todo vale .