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Hoy 20 de noviembre, hace ochenta y cinco años, que con las primeras del alba murió fusilado José Antonio Primo de Rivera, por el cual llevo yo mi nombre, como justo recuerdo y homenaje a una de las últimas esperanzas de este Nación, que es España, en aquellos lúgubres momentos en los que otro tipo de globalismo, tan criminal como el actual, pretendía destruir el mundo y crear uno nuevo de esclavos al servicio de los intereses internacionalistas y comunistas, hoy digo, y vuelvo a decir hoy vivimos en una situación similar y tan terrorífica, quizás más, que aquella de mil novecientos treinta y seis.

Han pasado ochenta y cinco años en los que primero una destructiva «Guerra Civil», cargada de intereses foráneos, destruyó prácticamente la mitad del país; llevó a la tumba a muchísimos españoles, creó un exilio al que se dirigieron algunos culpables y otros que víctimas de la más abyecta propaganda temieron por sus vidas; porque la reconciliación de los que combatieron en ambos bandos, creados artificialmente por el socialismo y el comunismo, que en definitiva son lo mismo, y más que leer al propio Lenin, si fue efectiva y mucho más pronto de lo que estos hijos de la socialdemocracia y el expolio nacional nos quieren hacer creer.

Como en casi todas las familias, en la mía se produjo esa ruptura. Las familias de aquellos momentos eran grandes, pues como en toda Nación con futuro se premiaba a las familias con hijos que engrandeciesen la Patria y que fuesen el pilar básico, el capital primigenio, que construye las columnas que sustentan al estado. En mi familia, como en casi todas, repito, había todo tipo de creencias e ideologías, aunque básicamente eran las cristianas las principales: Mi abuelo era imaginero religioso, es decir escultor o pintor de imágenes religiosas que desarrollan complejos procedimientos técnicos para iluminar las obras escultóricas o pictóricas en los templos o en lo relacionado con la religión fundamentalmente cristiana».

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Por ese motivo entre mis tíos había una monja o un sacerdote; mientras que otros de los hijos habían tomado caminos tecnológicos, como uno de ellos que en la primera escuela de Ingenieros Aeronáuticos del Ejército se labró un futuro. Pero precisamente en ese nuevo Ejército primaban las ideologías socialdemócratas y comunistas, como el mismísimo comandante Ramón Franco. Lo que les llevó a medio plazo a posturas republicanas exacerbadas y, entre ellos, mi tío fue uno de los que acabó siendo comisario político dentro de esas nuevas Fuerzas Armadas Republicanas. Cuando la Guerra Civil estuvo apunto de terminar huyó a Francia y acabó allí labrándose un gran futuro. Volvió de visita en 1967, con un pasaporte y una ciudadanía francesa y se interesó por cómo estaba su situación como ciudadano español: «Lo pasado, pasado», le dijeron y ahí se acaba su historia.

Desde el final de la Guerra Civil, los vencedores trataron de aclarar situaciones, siempre con la legalidad vigente por delante. Se hicieron Consejos de Guerra en los que individuos que habían cometido delitos de sangre fueron juzgados, y si se consiguieron probar esos delitos, fueron condenados, quizás a muerte. La mayoría de esas penas se conmutaron a petición de los propios mandos militares, tan solo en dos justificadisimas ocasiones, «DOS», el propio Jefe del Estado elevo o rectifico a más las penas impuestas. En la mayoría de los casos se conmutaron las penas de muerte por otras de cárcel, que al final se convirtieron en la inmensa generalidad de ellas en una media de cuatro años de internamiento. Conocido es el caso de uno de los guardas de las obras de «El Valle de los Caídos», llamado el «mata curas», apodo basado en hechos reales, que fue totalmente libre, al término de las citadas obras.

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Ochenta y cinco años después del asesinato de José Antonio, pues es conocido que los integrantes del pelotón de fusilamiento y de forma coordinada dispararon a sus piernas, para alargar la agonía, rematandole después; Algo que en cualquier Ejército del Mundo seria motivo de ser considerado un crimen, digo: Que después de tantos años, determinados individuos, que han alcanzado los puestos de máxima responsabilidad de la Nación, quieren reabrir, lo que en 1967 estaba concluido. ¿Por qué? No lo sé exactamente, pero si miramos sus Curriculum personales y familiares, veremos que quizás quieran blanquear eso, sus curriculum, buscando enfangar el de personas que ya han desaparecido de este mundo.

Quizás, además, la fecha que ellos fijan para reabrir viejas heridas es harto sospechosa. Esa fecha marca un antes y un después de muchas cosas: ETA, FRAP, GRAPO, GAL, y muchas otras locuras terroristas, también marca muchos sucesos políticos que es conveniente justificar, ¿verdad señor González?. Y también justificar frente a sus amos globalistas sus acciones de antes y después. Solo me queda recordarles a Sánchez, Bolaños, Marlaska, y los representantes de Podemos, ERC y la ETA, que aunque blanqueen la Historia, jamás podrán cambiarla.

Autor

REDACCIÓN