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La posición de Igueriben (julio de 1921)

Jueves, 21 de julio:

Los ataques se han recrudecido con mucha más intensidad que cualquiera de los días precedentes.

En la posición, no quedan más de cien. El propio General Silvestre ha autorizado al Comandante Benítez para que trate con los moros la rendición de la posición.

Benítez se ha indignado, ha corrido al puesto de transmisiones y le ha gritado al Cabo:

Envíales a esos cobardes este mensaje con los espejos: “Los Oficiales de Igueriben mueren, pero no se rinden”. ¡Envíalo pronto!

Los destellos de los espejos comenzaron a transmitir el lacónico mensaje. Todos los Oficiales aplauden aquel gesto que parece el más digno y único posible a la vista de cómo se han ido desarrollando los acontecimientos.

De inmediato se recibe la respuesta del Mando, ordenándoles, de forma tajante, la evacuación de la posición. Las palabras del Comandante habrán hecho mella en ellos. Se han dado cuenta de la responsabilidad que tienen, ante la Historia, de todo lo que está sucediendo aquí.

El Comandante se dirige a todos con palabras entrecortadas por la emoción que le embarga:

“Hijos míos, vamos a abandonar este corralito que hemos defendido como héroes por falta de víveres y municiones; ahora vamos a seguir defendiéndonos con las pocas municiones que nos quedan y terminadas estas emplead la bayoneta; yo, hijos míos, os seguiré mandando como hasta aquí he hecho”.

Tras las palabras de Benitez la posición se pone en movimiento. Una desgarradora comitiva de muertos vivientes, sucios, ensangrentados se pone en marcha hacia ninguna parte. En silencio, en el instante más solemne de las vidas de los defensores, se retira la Bandera, hecha jirones, que flamea en lo alto y se guarda como el mayor de los tesoros y la legión de espectros demacrados, enfermos, muertos de sed, que quedan vivos en Igueriben se aprestan a abandonar su defensa.

Benítez organiza la salida. Hay que hacerla con orden e inutilizando, previamente, todo lo que pueda servirle al enemigo para que no puedan utilizarlo como sucedió con las piezas que capturaron en Abarrán.

Ha dispuesto que el Capitán Bulnes se haga cargo de la vanguardia, mientras que el Teniente Galán se pondrá al frente del flanco izquierdo, quedando Casado al mando del derecho. Por último, el Comandante asumirá el mando del grueso de los efectivos, incluidos enfermos y heridos.

El resto de los Oficiales que aún quedan vivos formarán una especie de retaguardia que permitirá, con su fuego y con el de los cañones del Capitán de la Paz Orduña, dar al menos una probabilidad de éxito a la evacuación.

Previamente ha convocado la última reunión de Oficiales. Con tono grave y severo, ha dicho:

“Nunca esperé recibir orden de evacuar la posición; pero cumplimentando lo que en ella se me ordena, en este momento, y como la Tropa nada tiene que ver con los errores cometidos por el Mando, dispongo que empiece la retirada, cubriéndola y protegiéndola la oficialidad que integra está posición, pues conscientes de su deber y en cumplimiento del juramento prestado, sabremos morir como mueren los Oficiales españoles”.

Monumento “al valor”. Jardines del Palacio de Buenavista (Madrid)

Tras lo cual ha ordenado que sus palabras, se remitan por espejos, al Cuartel General de Annual a modo de mensaje.

En los rostros de todos se advierten las claras muestras de la emoción que les embarga en este supremo instante. Darán cumplimiento al solemne juramento, la razón última de todo Soldado, dar la vida por la Patria cuando así lo demande.

El Comandante ha asignado veinte cartuchos a cada uno. No quedan más. Habrá que darles el mejor empleo posible.

Benítez ha abierto la pequeña caja de caudales de la posición y ha repartido las 15.000 pts., del fondillo entre los Soldados, exigiéndoles reintegrarlas al Regimiento si logran salir de Igueriben y romper el cerco enemigo. Otro ejemplo de la honestidad de un hombre valiente y que sabe asumir su responsabilidad, ojalá que los políticos de Madrid fuesen capaces de imitar este ejemplo.

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Son las 14,00 horas. El Comandante ha ordenado cursar el último mensaje por medio de los espejos. Un mensaje lacónico y dramático: “Solo quedan doce cargas de cañón, que empezamos a disparar para rechazar el asalto. Contadlos, y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros; pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición”.

Luego ha dado las últimas instrucciones al Capitán de la Paz Orduña. Al consumir el último disparo hay que inutilizar las piezas para que no caigan en poder del enemigo.

Los primeros han salido de la posición. La Harka ataca sin piedad, sin compasión. La matanza es horrible. Están cayendo como moscas, rematados desde cualquier sitio.

La Batería ha comenzado, uno a uno, sus postreros últimos disparos con la espoleta a cero. Las últimas doce campanadas de una vida que termina.

Cientos de moros se lanzan con ímpetu sobre el parapeto; los que quedan sobre él, cubriendo la retirada de los demás, los reciben con una descarga cerrada. Se detienen, dudan por un instante. Y, sin pensarlo, atacan como no lo habían hecho hasta este momento, saltando las desgastadas defensas y arrollando todo a su paso. La posición está perdida y con ella, todos los que la han estado defendiendo.

El Capitán de la Paz Orduña ha inutilizado las piezas que ya permanecen calladas. Los moros arremeten contra él que, pistola en mano, se defiende hasta caer mortalmente herido. El resto de los Oficiales, junto con algunos Soldados, siguen defendiendo el parapeto para intentar que el grueso de los supervivientes tenga una posibilidad de vida. De poco va a servir el sacrificio.

Los proyectiles de cañón disparados desde Annual comienzan a barrer la posición de forma indiscriminada. No distinguen entre unos y otros, sembrando la muerte.

La munición se agota. La mayoría de los hombres situados en el parapeto yacen muertos, destrozados por el incesante fuego enemigo.

Se escuchan ayes por doquier, gemidos, lamentos muchos de ellos casi imperceptibles de los Soldados a los que se les escapa la vida sin remedio. Quejidos de dolor, un dolor infinito en la postrera hora de sus vidas. Suplican por sus madres, aquellas que un día, no ha muchos años, les dieron la vida. Ahora vuelven a ellas sus recuerdos y sus últimos pensamientos. Jamás volverán a verlas como tampoco verán jamás a esas novias que los aguardan rezando en nuestra añorada España.

Monumento al Comandante Julio Benítez en Málaga

El Comandante Benítez ha sido alcanzado y ha caído muerto dentro de la posición. Hasta el final, aún a sabiendas de que no había posibilidad alguna, continuó animando a todos, exhortándolos con sus gritos y sus vivas a España. Ojalá la Historia y la nación sepan reconocerle su sacrificio. ¡Qué difícil es mantenerse fiel a las ideas cuando las condiciones son del todo adversas! El, ha sabido hacerlo hasta el final, hasta que una bala le ha segado la vida.

Una nueva avalancha de la Harka se precipita por el parapeto. Cientos y cientos de moros asaltan la posición, ávidos de venganza, deseosos de victoria. Sus rostros oscuros, casi negros, trasmiten esa sensación de odio del que tantas veces han hablado unos y otros. El griterío es ensordecedor, terrible. Acometen con una furia primitiva, irracional…

 

Epílogo:

Según el Expediente Picasso y otras fuentes historiográficas la Posición de Igueriben estaba defendida por 387 hombres, de los cuales tan solo lograron salvarse un Oficial, el Teniente Casado Escudero, y 15 Soldados; de ellos, el Oficial y cuatro de los Soldados fueron hechos prisioneros por el enemigo, mientras que los otros once lograron llegar a Annual, muriendo varios de ellos tras haber saciado su sed y fruto del agotamiento, el resto cayeron heroicamente defendiendo la posición.

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Con fecha 31 de diciembre de 1924, en resolución fechada el 3 de enero de 1925, se le concede al Comandante de Infantería D. Julio Benítez y Benítez, la Cruz Laureada de San Fernando, a título póstumo, por la heroica defensa de la posición de Igueriben. Igualmente, con fecha 13 de marzo de 1925 se concede la Cruz Laureada, también a título póstumo, al Capitán de Artillería D. Federico de la Paz Orduña por los mismos motivos.

Pasados los años, en los jardines del madrileño Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, se erigió un sobrio monumento «al valor»; en una de las caras de su peana figura, junto a otros ejemplos de valentía de los que está plagada la Historia de España, esta leyenda: «Posición de Igueriben 1921».             

“En memoria del Comandante Benítez y los héroes de la posición de Igueriben, un trozo de aquella España de 1921 en el corazón del Rif”.

(Tomado libremente de la novela “Tiempos de amor y muerte. El infierno de Igueriben”. LC Ediciones 2018, del mismo autor).

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".