18/05/2024 19:39
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Entrevista con Olena Halushka, doctorada en Economía Internacional y miembro de la junta directiva de la ONG ucraniana “Centro de Acción Anticorrupción” y del “Centro Internacional por la Victoria Ucraniana”. Olena escribe para Atlantic Council y Kyiv Post, y colabora en EU Observer, The Washington Post y The Foreign Policy. 

Uno de los principales argumentos de la propaganda rusa es que Ucrania es un país totalmente corrupto. Usted trabaja en una organización anticorrupción, ¿qué hay de cierto en esto?

Lo cierto es que en Ucrania la situación es muy compleja e interesante. Después del Maidan, en 2014, se comenzó a combatir la corrupción y se tomaron de inmediato muchas reformas para conseguir una mayor transparencia. Sin embargo, las reformas destinadas a la contabilidad tardaron más tiempo, lo que creo una paradoja. Se abrieron muchas investigaciones, públicas y periodísticas, se descubrieron muchas tramas de corrupción, se creó una oficina y tribunales anticorrupción y se formó a agentes para combatirla, pero faltaban las reformas para investigar la contabilidad. Por esa razón, la impresión general fue que la corrupción había aumentado, cuando la verdad es que se trató de un cambio enorme frente al periodo de Yanukovich, donde la corrupción era endémica y no se podía investigar.

Ahora la situación ha mejorado muchísimo y Ucrania cuenta con instituciones operativas y muy bien preparadas para hacer frente a la corrupción, y que han conseguido resultados sorprendentes. Por ejemplo, hay doce jueces en la cárcel por corrupción. Esto puede no parecer significativo, pero es una señal muy clara al sistema. Nunca antes un juez corrupto había acabado en la cárcel porque había un sistema de inmunidad colectiva.

Los jueces se protegían entre sí.

Correcto. Sin embargo, con la creación en 2019 del tribunal supremo contra la corrupción, este círculo de impunidad se rompió.

¿Con la llegada de Zelensky al poder?

Cronológicamente fue después de su victoria, pero todo el trabajo previo fue hecho en el mandato de Poroshenko. Aunque hay que señalar que si esas medidas se implementaron fue también debido a la presión internacional de la Unión Europea y de Estados Unidos, y por el trabajo de la sociedad civil.      

¿Y la lucha contra los oligarcas?

Hace un mes anticorrupción llevó a cabo un registro en un apartamento propiedad del oligarca Kolomoiski. Es la primera vez que los fiscales van personalmente contra alguien de ese nivel, no contra alguien relacionado o al propietario nominal de sus activos, sino específicamente contra él. Y se están realizando otras investigaciones contra todos los oligarcas, como la iniciada en mayo en la planta de titanio-magnesio en Zaporizhzhia del oligarca Firtash, que ha sido confiscada y devuelta al Estado. También están investigando un enorme caso de corrupción relacionado con el oligarca Akhmetov por la manipulación deliberada del precio de la electricidad para conseguir grandes beneficios. No obstante, estas noticias rara vez llenan grandes titulares porque son legalmente complicadas, pero, obviamente, el objetivo final es meter en la cárcel a los oligarcas. Algo que, por supuesto, no será fácil y llevará tiempo. Sin embargo, como activista contra la corrupción, he de decir que nos estamos moviendo en la dirección correcta.

Hemos hecho grandes progresos, conocemos nuestras deficiencias y hemos arreglado las más graves, como el sistema judicial. La guerra ha complicado un poco el proceso, pero soy optimista. Creo que si no fuera por la guerra, en cinco años habríamos hecho las principales reformas necesarias para ser aceptados en la Unión Europea.     

Sin embargo, existe una opinión muy extendida de que la diferencia entre Rusia y Ucrania es que Putin controla a los oligarcas, mientras que los oligarcas controlan a Zelensky.

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Desde el inicio de la guerra los oligarcas han perdido muchísimo poder. En primer lugar, porque muchos de sus activos han sido destruidos. Por ejemplo, Akhmetov, el hombre más rico de Ucrania, tenía sus mayores activos en Mariupol, en Azovstal, y en el mercado de la electricidad, que está sufriendo ahora los ataques rusos. Casi todos los oligarcas están teniendo enormes pérdidas económicas y también de poder, porque la ley marcial les ha hecho perder su influencia en el Parlamento. Y, a pesar de que ha habido muchas especulaciones sobre este asunto, Zelensky no está influenciado por los oligarcas. Por último, los oligarcas también han perdido otra  herramienta importante: los medios de comunicación. Debido a la guerra, los canales sólo dan noticias y ya no sirven para influir en la política; los oligarcas han dejado de invertir en los medios porque ya no les proporcionan beneficio político. Por todas estas razones su influencia ha disminuido, pero no debemos conformarnos y debemos seguir trabajando para acabar con su poder. Por ejemplo, Kolomoiski controlaba todo el mercado del cloro en Ucrania y, cuando quiso presionar al presidente Poroshenko, amenazó con una epidemia porque el agua no iba a ser purificada. Esto no puede volver a suceder.

Le quería preguntar por el presidente Zelensky, muchos creían que no estaría a la altura y que cedería ante Putin o que incluso huiría.

Para mí fue una sorpresa absoluta, yo también pensé que iba a ceder. Sin embargo, hay algo que Rusia no podía entender por su incapacidad para analizar la situación, Zelensky no podía rendirse porque la sociedad ucraniana no se lo habría permitido. La sociedad ucraniana no es como la rusa, si Zelensky hubiera cedido, al día siguiente habría dejado de ser el presidente de Ucrania. Los ucranianos quieren la victoria y se nos pregunta muy a menudo si queremos la paz. Por supuesto que queremos la paz, no queremos perder a nuestra mejor gente en la guerra, pero sabemos que un acuerdo de paz sólo le daría tiempo a Rusia para reforzarse, mejorar su armamento, comprar miles de misiles a Irán y a Corea del Norte, y golpearnos más fuerte. Este es nuestro momento para ganar, Rusia está muy débil y está perdiendo en el campo de batalla. Su nueva campaña de terror sólo busca hacer Ucrania inhabitable destruyendo las infraestructuras críticas, por eso, ahora es el momento de darnos lo que pedimos para poder ganar esta guerra y restaurar el control sobre todo nuestro territorio legítimo. Queremos la paz, pero la paz sólo llegará con la victoria ucraniana.

Si no se ayuda a Ucrania, se está enviando el mensaje a todos los dictadores del mundo de que pueden tomar lo que quieran por la fuerza. Lo que sorprende es que haya tanta gente en Occidente que no comprenda esto. Este es el punto de inflexión del orden mundial para la próxima generación.

Esa es la razón por la que fundaron el Centro Internacional para la Victoria de Ucrania, ¿para explicar en Occidente qué necesita Ucrania para ganar la guerra?

Exactamente. Establecimos el Centro en Varsovia nada más empezar la guerra y muy pronto comenzamos a reunirnos con delegaciones extranjeras, como con representantes estadounidenses del Senado o el Congreso, o con el Secretario de Estado Blinken. Y, como se ve por el nombre de la organización, siempre hemos llevado el mensaje de que Ucrania puede ganar esta guerra. Pero necesitamos ayuda. Cuanto antes se ayude a Ucrania a ganar esta guerra, antes se librará el mundo de la carga que supone. Una guerra larga supondrá una mayor destrucción rusa en Ucrania, crisis energética, alimentaria, inflación, etc. No tenemos ninguna duda de que Ucrania ganará esta guerra,  pero nos preguntamos cuál será el precio, que está siendo muy alto, y cuando llegará la victoria.

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¿No cree que se ha reaccionado muy tarde ante Rusia, visto lo ocurrido en Georgia en 2008 y en Ucrania en 2014?

Ha habido dos grandes errores estratégicos con Rusia. El primero fueron los acuerdos de Minsk, que permitieron a Rusia hacer más débil a Ucrania desde dentro y nos han llevado a la situación actual. El segundo error fue no castigar los crímenes de guerra rusos en Siria. Lo que hicieron en Aleppo mientras el mundo miraba hacia otro lado. No obstante, estoy muy agradecida porque, después de casi ocho meses de guerra, aún sentimos el apoyo y la solidaridad de los estados europeos y de Estados Unidos. Creo que por fin se han dado cuenta de que si Ucrania cae, mañana caerán otros. No podemos permitirnos esta impunidad rusa para destruir una nación.

¿Y qué necesita Ucrania para ganar esta guerra?

Armas. Lo principal son las armas. La prioridad son los sistemas de defensa para proteger nuestras ciudades, y estamos muy agradecidos a España por los “Hawk” que nos ha enviado, pero necesitamos más cantidad y más rápido. Y también necesitamos armas ofensivas para el campo de batalla, especialmente ahora que estamos realizando una ofensiva. Necesitamos más vehículos blindados y carros de combate, y en este asunto España es importante porque ofreció los Leopard 2.

Desgraciadamente, parece que muchos de esos Leopard españoles están en bastante mal estado.

No es un problema, podemos arreglarlos si nos los entregan. Lo importante es que lleguen cuanto antes. No obstante, me gustaría agradecer también la ayuda española con los refugiados o en ayuda humanitaria. Que sigamos pidiendo ayuda no significa que no estemos agradecidos, pero queremos una victoria lo más rápida posible. Una victoria que espero podamos celebrar en Sebastopol con todas las naciones que nos han ayudado en esta guerra, pero para lograr esa victoria necesitamos más armas, más sanciones, un tribunal penal contra Rusia, etc.

Ha citado las sanciones, hace unos días Viktor Orbán dijo que habia que apoyar a Ucrania, pero para hacerlo se necesita una Europa fuerte y que algunas sanciones causan más daño a Europa que a Rusia. ¿Qué opina de esto?

No queremos que los europeos se congelen durante el invierno porque queremos y necesitamos una Europa fuerte. Cuando pedimos el embargo de energía en Alemania y analizamos el asunto en profundidad,  nos dimos cuenta de que era literal y técnicamente imposible hacerlo de inmediato. Cuando es imposible hacerlo, creemos que la forma más racional es empezar a trabajar en un plan progresivo para abandonar esa dependencia. Sin embargo, creo que Hungría se está comportando como un caballo de Troya en Europa.

Los húngaros se dicen que no tienen otra alternativa, mientras que gobiernos como el español que están comprando más gas ruso que nunca.

Dicen no tener alternativa, pero luego van a Moscú, firman acuerdos y se hacen fotos con Lavrov. Eso no es precisamente acabar con la dependencia rusa, es todo lo contrario.