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Por encargo del Cardenal Cisneros sobre el año 1512 según historiadores, comienza la construcción del convento este confía  la obra el célebre maestro y artista Juan Campero discípulo del arquitecto de Cisneros Pedro Gumiel. A Campero se le relaciona con la edificación de varias torres en catedrales españolas, unos aseguran, otros como posible, su intervención en la construcción de la torre de la iglesia parroquial  de Torrelaguna.

Disponía de una gran biblioteca desarrollando  una importante actividad intelectual. Sirvió de necrópolis para personas ilustres de Torrelaguna  y del padre del Cardenal Cisneros. Fue un edificio significativo en su tiempo.

El año 1813 fue destruido por las tropas francesas del general Joseph Leopold Sigisbert Hugo llevándose sus preciosas alhajas y ornamentos donados por su ilustre fundador. Los franciscanos se trasladan a la ermita Ntra. Sra. de la Soledad y más adelante a Tamajón y Sigüenza.

 Según el Catastro de Ensenada 1751- habitaban 36 religiosos de corona y 4 legos.

Antonio Ponz en Viage de España 1781 escribe: tienen los padres PP. Observantes de San Francisco su Convento en Torrelaguna que les fundó el Cardenal Cisneros, fábrica grande, acomodada y sólida, según el gusto de aquel tiempo con su portada de iglesia del mismo modo. En ésta que es bastante espaciosa, se mantienen todavía los retablos mayor y colaterales de la fundación, menciona sobre los retablos; pinturas; muebles y otros.

 En el Censo de Floridablanca -1786- hay 15 profesos, 3 legos y 2 donados.

 Entró en la desamortización  de Mendizábal-1837- y según consta en las actas municipales y otros medios pasado la mitad del siglo XIX sale a subasta, el periódico La Época el día 1 de mayo de 1851 inserta un escrito sobre su venta que dice: un convento y su huerta accesoria que perteneció a los padres franciscanos, y comprende 257.426 pies cuadrados de superficie, tasado en 346.709 reales, situado en la villa de Torrelaguna. A principios del XX, el Ayuntamiento realiza obras para derribar  parte de las ruinas  que se desprenden y evitar accidentes subastando la piedra. En 1927 es catalogado como  Monumento Nacional.

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En esas fechas y hasta finales del siglo XIX Torrelaguna se abastece de la única fuente conocida como la Fuente Gorda o de La Hontanilla y de pozos que la mayoría de las casa tienen.

 Para la captación y la canalización del agua hasta el convento realizan unas considerables obras con una longitud de 2,½ km. hasta los arroyos Churrión y Dehesa Vieja situados al N. de la villa, paraje de las Calerizas, la toma la hacen  en el cauce con unas arquetas protegidas que sirven para evitar la entrada objetos extraños y limpieza.  Desde aquí y hasta el aljibe junto al edificio el agua es canaliza por diversas obras. Dado la orografía y la distancia es necesario realizar unas canaletas labradas en la roca de pizarra y que cubren con losas del terreno, un acueducto de unos 30 m. de longitud y unos 7 de alto, en otras partes con tejas, madera y tubos cerámicos, así hasta el aljibe. El agua es de mejor calidad por tener su procedencia en terrenos de pizarra, siendo el grado de dureza muy inferior al de la fuente y los pozos. En septiembre del año 1528, desde El Encañado, dan parte del agua a la Villa, surgiendo problemas pues en las sequías no se dispone para todos, planteándose traer agua con un caballo desde río Jarama al aljibe: para suministro de sus religiosos y demás dependientes.

En el Archivo Histórico de Torrelaguna desde esta fecha y en adelante, años 1579; 1589; 1594; 1604; 1611, y así hasta la destrucción del convento constan obras de reparación  sobre todo en el acueducto.

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El Sr. Ponz continúa: el Cardenal Cisneros mandó hacer un agüeducto hasta la Villa, desde una fuente que dista ¼ de legua hacia el N. cuyos grandes arcos de piedra para anivelar parte del terreno, están  hoy en estado que es menester gastarse 300 o 400 reales para que pase el agua por algunos de sus conductos de madera, pues es cargo de la Villa llenar cada año los aljibes del Convento de San Francisco y de las Monjas. Reedificando bien el agüeducto, se libertaria de ella, se conservaría en su ser la memoria de aquel bienhechor, y gozaría todo el año Torrelaguna de esta mayor cantidad de agua.

Sebastián Miñano en 1827escribe: Costó a dicho Cardenal la conducción de agua un millón de escudos. Es muy reparable que siendo los habitantes de Torrelaguna tan celosos y amantes del bien público, no hayan pensado en reedificar  bien este  acueducto, para cuya obra no le faltarían arbitrios….
Pascual Madoz y otros historiadores D. Natalio Moraleda D. Fernando Sáenz Ruidejo entre otros han escrito sobre esta obra.

Hoy se pueden apreciar parte sus ruinas, restos del  acueducto y las canaletas labradas en la roca, otros han desaparecido al realizarse a final del siglo XIX la nueva traída de agua al pueblo desde estos arroyos.

Personalmente, creo interesante realizar una visita, a pie, por al trazado de la conducción.