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Me presento, aquí y ahora, ya casi al cabo de mi vida. Y aquí la repaso no por autocomplacencia o por contar las batallitas del abuelo, sino por el valor que pueda tener como referencia, como laboratorio y prueba de lo joseantoniano, que, a lo largo de mis años, es el producto de la lectura, de la vivencia y del estudio.
Empecé leyendo a José Antonio y maduré su palabra en el mitin de Villagarcía (1941), en el Albergue de Bergondo (1941-1944), en el entierro de Mora y Lara (1945), sobre la sangre de Miguel Álvarez (1956) , en la Redacción de Arriba (1945-1966), en la cena de las camisas azules (1966) [1], en la cripta del 29 de octubre (1993-2001)… y con el peso fugaz de su féretro, camino del Valle de los Caídos (1959).
He estudiado a José Antonio, aunque menos de lo necesario. Porque, como decía Campmany, muchos de nosotros, a la hora de enfrentarnos con el fenómeno de José Antonio, nos hemos desahogado con la oda, en vez de aplicarnos a la tesis doctoral o al desarrollo riguroso de su pensamiento [2] .
Y siempre me ha amargado el incumplimiento del decreto de 1938 que ordenaba la creación de cátedras en la Universidad para explicar y desarrollar las ideas políticas de José Antonio Primo de Rivera [3].
Pero, al menos, he insistido infructuosamente en mi esquema de Instituto de Estudios José Antonio Primo de Rivera , que sucesivamente he presentado a David Jato, en la rueda de los antiguos seuistas; a Fernández Miranda, en la Secretaria General del Movimiento; y, ahora, a José Gárate, en la nueva Fundación.
El joven que era yo, camino de la mayoría de edad, después de haber vivido la guerra con la República, llega a lo joseantoniano, como tantos otros, desde la otra acera, intelectualmente, por deslumbramiento de la palabra escrita, por un tomo al que, familiarmente, llamamos las Completas.
Así, el testimonio de Mariano Faura:
Me había empapado hasta el tuétano, como tantos otros, de las Obras Completas de José Antonio y soñaba con dedicarme a la realización de la España por él presentida… [4]
Así, el testimonio de Ceferino Maestú:
Muchos de nosotros nos hemos hecho falangistas por él y solo por él; la lectura de sus discursos y de sus artículos nos descubrió un mundo distinto, nuevas posibilidades para la acción y la realización política [5]
Así, el testimonio de Francisco Eguiagaray:
Un día, en una librería de viejo, [aquel universitario que yo era] encontró un libro. Preguntó el precio: tres pesetas. El libro se decía «Obras Completas». Su autor, José Antonio Primo de Rivera (…) Cuando [el universitario] cerró el libro (…) se le quedaron en las manos tres cuartillas blancas rasgueadas de rápidas letras (…) [en las que] sólo podía leer una frase que no estaba allí y que le rompía de alegría los ojos: ¡España, sal fuera! [6]
Así, el testimonio de Gonzalo Torrente Ballester:
Fue un decir y también un morir. Cuando estábamos ahítos de pensadores, surgió, entre nosotros, un hombre completo que hizo sacrificio de su propio pensamiento, y aquí radica su capacidad de ejemplo [7].
Así, el testimonio de Jaime Campmany:
Si se entiende por ser falangista el porvenir de una doctrina política basada en José Antonio y en salvar de la doctrina joseantoniana esas cosas que son eternas, como el respeto a la dignidad y a la libertad del hombre o la superación de todo lo que sea lucha de clases, principios que te sirven para andar por la vida, suceda lo que suceda en política, entonces soy falangista, seguiré siendo falangista y moriré siendo falangista [8]
Así, el testimonio de Amando de Miguel:
Era lógico [mi entrada en la Falange], por mi clase, por mi condición social y por mi herencia, ya que mi padre [ordenanza de un Ministerio] también era falangista. Y, curiosamente, la Falange ha sido una de las experiencias más positivas que he tenido en mi vida. Aunque la estructura formal de la Falange fuera autoritaria, jerarquizada y vertical, en el fondo no era nada autoritaria, porque se educaba a los chicos en la idea de la propia responsabilidad, algo muy progresista desde el punto de vista formativo. Luego me hice del S.E.U., y nuestro falangismo se fue volviendo más crítico y antifranquista. A Seara lo conocí en la Falange…Los falangistas no eran señoritos; sin embargo, paradójicamente, los niños bien se hacían socialistas. Eran socialistas los hijos de los capitostes franquistas, los Bustelo, los Kindelán, los Maragall, los Pradera, gentes que podían viajar por el extranjero y que se podían permitir el lujo de que se les metiera en la cárcel, porque enseguida salían por la puerta de atrás. Sánchez Dragó, por ejemplo, cuando era comunista acérrimo, fue casualmente en la época en que Ruiz-Giménez, que era pariente suyo, estaba de ministro [9].
Como se dice de San Jerónimo y de la Biblia, los de mi promoción nos despiojamos sobre las Completas, en un deslumbramiento que, con palabras, tan limpias como postergadas, ha relatado Rosa Chacel.
Un jueves de 1956[10], en Buenos Aires, Rosa se hace fortuitamente con las Obras Completas de José Antonio y, después de leerse trescientas páginas de un tirón, escribe en su diario:
Es increíble.
Dos cosas son increíbles: una, que todo eso haya podido pasarme inadvertido a mí, en España, y otra que España y el mundo hayan logrado ocultarlo tan bien.
Hay que estudiar (la persona española) en Unamuno, en Ortega, en José Antonio, su reflejo o espectro. En lo que quedó de ellos, en quienes les fueron afectos y en quienes les execraron sin comprenderlos o, lo que es peor, comprendiéndolos y temiendo (…) lo que ellos exigían [11]
Treinta y cinco años después, en 1991, tuve la oportunidad de preguntar a Rosa Chacel qué impresión le quedaba de aquel descubrimiento. Rosa no solo no se desdijo, sino que repitió, remachando: Deslumbrante…deslumbrante… La confirmación se produjo en un almuerzo-coloquio, dedicado a Rosa, en el Club Siglo XXI, con la asistencia de adictos, entre los que se encontraba Rafael Alberti[12]. Deslumbrante…deslumbrante… Un silencio atónito petrificó la mesa, el mismo que actuó en los periódicos del día siguiente[13].
Rosa, por encima de los episodios, aplicaba, sin contemplaciones, un análisis racional. A mi modo, yo también lo planteaba así en un primerizo artículo de aniversario, hace cincuenta y dos años:
Esto es sencillamente el relevo de lo episódico por lo categórico (…) La Falange desnuda y emocionante como una verdad matemática (…) Lo cierto es que aquí estamos, en el 29 de octubre de 1949, sin viejos episodios que contar, trayendo como bagaje político la lección pura, la estremecida lección áulica de nuestro libro de texto fundamental: las obras completas de José Antonio [14].
Voy a leer un artículo anterior. Se titula José Antonio, el hombre… Meditaciones de un camisa nueva. Se publicó el 29 de octubre de 1944, en la inmediata posguerra, en medio de todos los triunfalismos de los combatientes victoriosos, en medio de todas las exaltaciones de los camisas viejas, más o menos auténticos, hace, pues, cincuenta y siete años. El artículo dice:
Sí, yo soy un camisa nueva. No se si con esto soy más o menos afortunado. Pero aunque tengo, como todos, la añoranza de los tiempos primeros, de la presencia viva de José Antonio, de aquel clima heroico, creo que esto no es lo fundamental.
Para todos, viejos y nuevos camaradas, ahí esta la lección conmovedora de José Antonio. Lo otro es anécdota y, si de veras nos interesa conocer su figura, no lo conseguiremos por vía de lo pintoresco.
Nos lo han contado muchas veces. Lo hemos leído con la emoción del descubrimiento. En una noche clara, con chisporroteos de fuego de campamento, en la soledad del espíritu deslumbrado: “Era una mañana dominguera, era un día gris del otoño madrileño, era el 29 de octubre…”
Nos lo han dicho con sencillez, con énfasis, con apasionamiento. Pero lo único inmutable es una oración que empieza diciendo de un hombre nefasto y termina con un amanecer presentido en la alegría de nuestras entrañas.
Para mi esto es único que vale. El detalle, el color de la mañana, son pinceladas nostálgicas, algo así como el césped y el arroyo. Y yo, que no conocí a José Antonio, recelo en aceptar estas referencias que con su apasionamiento han ido deformando su figura, haciendo un cromo o -lo que considero peor aún- un mito de quien por encima de todo fue hombre, con todo su profundo significado.
Yo creo que el mito es peligroso. En primer lugar porque origina una conciencia irreal de las cosas. A las nuevas generaciones hay que darles la autentica versión de José Antonio, el hombre extraordinariamente sereno y armónico. Pero esto no esporádicamente, sino logrado a través de una severa disciplina mental.
José Antonio posee un cerebro magníficamente dotado. Su inteligencia tiene el perfil de lo clásico y así su obra. El movimiento de Falange Española no fue el resultado de un arrebato, sino el fruto de una madura reflexión. A través de sus escritos, él mismo evidencia la lucha intima y tremenda entre su vocación individual y su entrega al servicio de España.
La arquitectura ideológica de la Falange es la madurez de un pensamiento hondamente reflexivo que rechaza lo espontáneo. “Soy enemigo de las improvisaciones, igual en un discurso que en la muerte. La improvisación es una actitud de la escuela romántica, y no me gusta”.
Aprendamos a ver en José Antonio esta organización mental, antes que nada. Para nosotros José Antonio debe ser el hombre y el político. En lo demás -profeta, vidente, poeta…- hay algo de zarandaja y tufarada. Sobre todo en lo de Poesía.
José Antonio trajo una nueva dialéctica, una oratoria y un estilo que tuvieron la virtud de mover. “A los pueblos no los han movido más que los poetas”. Pero -¡cuidado!, que esto se ha traído y llevado mucho- José Antonio no dijo que estos mismos poetas fuesen los conductores. Atribuye certeramente a la Poesía una facultad de exaltación, pero no una facultad rectora y, en ultimo termino, conserva siempre su posición intelectual, cuando atribuye al cerebro modos de amar desconocidos por el corazón.
La poesía no puede considerarse como la esencia del movimiento por la misma razón que nos dice que la música de órgano no es la propia iglesia. Esto es la forma pero no la entraña.
Lo fundamental, la base del sistema es el hombre. Y aquí esta la suprema creación joseantoniana: un tipo humano completo. Y él mismo es substancialmente el arquetipo, pues él descubrió la verdadera dignidad humana y trajo el yugo del servicio como norma. El supo llegar hasta su forma suprema con la misma gallardía con que le dedicó su vida en una dolorosa evasión de la torre marfileña. Y aún ese tremendo momento no se deshumaniza, no hace una frase para la galería, sino que, con sencillez y sinceridad profundamente humanas, surge la confesión: “Nunca es alegre morir a mi edad”.
Este era el hombre. Bienaventurados los que le conocieron. Pero más bienaventurados aún los que, sin verle, le amaron y creyeron en él[15].
Este articulo, ingenuo, lo escribí yo ingenuamente y se publicó en el periódico de prácticas de la Escuela Oficial de Periodismo, hace cincuenta y siete años. Evidentemente el texto está necesitado de las revisiones y correcciones de estilo, adecuadas a mi torpeza y al medio siglo transcurrido; pero no reniego de él y substancialmente lo volvería a firmar hoy mismo.
Esto es para mi el hoy de lo joseantoniano. Prácticamente volví a firmar aquel artículo, cuando, en 1986, escribí Sin ataduras [16] y, en 1998, cuando escribí Joseantonianos[17]; es decir, cuando, por encima de militancias y banderías, permanezco en la propuesta de un José Antonio patrimonio de todos, de un José Antonio que puedan descubrir los más jóvenes, de un José Antonio integrado en la historia de España.
Así lo vemos los joseantonianos. Así he visto su nombre, José Antonio, en el muro de la iglesia de Santa María, concatedral de Cáceres, tan incorporado a la piedra que parece allí desde el siglo XV, cuando se comenzó la fábrica, y no como un añadido posterior y adventicio, atribuible a este o a aquel, cuando es de todos. Y sin embargo, en 1998, un funcionario del Gobierno, José María Pérez Rodríguez, de Oviedo, ha sido condenado al ostracismo y al escándalo por el grave pecado de invocar sencillamente el nombre de José Antonio[18].
En mero acto de consecuencia y sinceridad, llevo cincuenta y siete años confesando a José Antonio y esto es tan milagroso como que aquí, en su nombre, estemos reunidos esta mañana, sin ninguna razón práctica. ¿Cuantas veces me habré dicho el soneto de Ángel María Pascual? :
A ti, fiel camarada, que padeces el cerco del olvido atormentado…. En tu propio solar, quedaste fuera, del orbe de tus sueños hacen criba… bebamos juntos en las mismas heces[19].
Otro soneto, que me afecta, se titula, a lo Aleixandre, Sombra del Edén, me lo envía Antonio Castro Villacañas y dice:
¿Hubo Falange o fue Falange un sueño?
En este atardecer, me he preguntado,
para alivio y dolor, si en el pasado
del que -mínimo Adán- me vi condueño,
lo vivido fue mágica impostura
de aquel Dios que soñé. Claro y preciso,
en la memoria alegre el Paraíso
está; persiste; dura y perdura
no solo para mi…La terca historia
es mi aguijón, mi paz, mínima gloria
de abeles y caínes con sus crías…
Y, sin embargo, mucho es haber soñado,
haber sido feliz, haber llegado
a vivir el Jardín algunos días.
Miro hacia atrás y compruebo que puedo sostener la lectura de mis escritos anteriores y urgentes: Nosotros, los de la quinta del 44 (1949) [20], La victoria con botas (1950) [21], Mochila, misal y canción (1950) [22], Informe sobre la Falange de José Antonio (1972) [23], José Antonio Primo de Rivera (2001)[24], las cartas al director (las que pasaron [25] ) y las 400 paginas de Aquí hubo una guerra , que, seguramente por incorrección política, no pasan por editor alguno.
Como la hierba entre las piedras, han surgido, difíciles y fáciles, los libros recientes: Un estilo español de pensamiento, de Vicente Gonzalo Massot (1982); José Antonio, de Carlos de Arce (1983); José Antonio y la República de García de Tuñón (1996); Biografía no autorizada , de Cesar Vidal (1996); Papeles póstumos de José Antonio, de Miguel Primo de Rivera (1996); Retrato de un visionario, de Julio Pecharromán (1996); Las máscaras del héroe de Juan Manuel de Prada (1996); Entre lo espontáneo y lo difícil , de Miguel Argaya (1996); Juez y Parte, de Santiago Carrillo (1996); Sobre José Antonio, de González Navarro y Aguinaga (1997); José Antonio y Franco, de Payne (1997); José Antonio visto a derechas , de Luis María Sandoval (1998); El héroe ausente, de Paul Preston (1998), José Antonio, las conferencias prohibidas, de García de Tuñón y Morales (1999); Lo que fue la Falange, de Joan María Thomas (1999); José Antonio y Luys Santa Maria, de García de Tuñón (1999); Historia de Falange Española de las JONS, de José Luis Rodríguez (2000); La Falange de Franco, de Joan Maria Thomas (2001); Once poemas de José Antonio Primo de Rivera, de Rafael Inglada (2001).
¿Quien es este hombre que, sesenta y cinco años después de su muerte, con solo tres años de vida pública, a pesar de todas las proscripciones, pervive de este modo en la conciencia española?
[1] “CAMISAS AZULES”, reunión de camaradería con Jaime Campmany, Hotel Nacional, Madrid, 29 de septiembre de 1966.
[2] JAIME CAMPMANY, en “Arriba” (diario), Madrid, 20 de noviembre de 1970.
[3] DECRETO de la Jefatura del Estado, de 16 de noviembre de 1938, BOE del día 17, articulo 3º.
[4] JOSE LUIS CASAS (El Castelo, 1936), «Mariano Faura o el deseo de concienciación», entrevista con MARIANO FAURA (Guadalajara, 1925), en «El Alcázar», Madrid, 24 de octubre de 1982.
[5] CEFERINO L. MAESTU (Vigo, 1920), «Sindicalismo falangista», conferencia, en el Circulo Doctrinal José Antonio, Madrid, inauguración del curso 1962-1963.
[6] FRANCISCO EGUIAGARAY BOHIGAS ( León, 1934), «Salud y revolución», en «Arriba», Madrid, 17 de julio de 1960
[7] GONZALO TORRENTE BALLESTER, “La enseñanza viva de José Antonio”, en “Pueblo” (diario), Madrid, 20 de noviembre de 1942.
[8] CARMEN GUZMAN (Murcia, 1951), «¿Te confiesas aún falangista?», entrevista con JAIME CAMPMANY, en «Arriba» (diario), Madrid, 29 de agosto de 1975.
[9] LOLA DIAZ, «Amando de Miguel, teoría (y práctica) del pragmatismo», entrevista con AMANDO DE MIGUEL (Pereruela, 1937), en «Cambio 16» (revista), Madrid, 29 de abril de 1985. EMILIO ROMERO, «Esa rara independencia llamada sinceridad», en «Ya» (diario), Madrid, 30 de abril de 1985.
[10] Buenos Aires, 27 de diciembre de 1956.
[11] ROSA CHACEL (Valladolid, 1898), «Alcancía. Ida», Seix Barral, Barcelona, 1982. p. 69.
[12] ENRIQUE DE AGUINAGA, «Rosa», en «Ya» (diario), Madrid, 8 de diciembre de 1991 («Kilómetro Cero», 42).
[13] TULIO H. DEMICHELI (México, 1956), «Rosa Chacel confiesa que no soy exilable porque siempre he llevado conmigo a España «, en «ABC» (diario), Madrid, 5 de diciembre de 1991. ESTEBAN HERNANDEZ (Madrid, 1965), «El Club Siglo XXI homenajea a Rosa Chacel tras quedarse a las puertas del Cervantes», en «El Mundo» (diario), Madrid, 5 de diciembre de 1991. «EL PAIS» (DIARIO), «Rosa Chacel y Rafael Alberti retoman su viejo debate sobre el europeísmo y el andalucismo», Madrid, 5 de diciembre de 1991.
[14] ENRIQUE DE AGUINAGA, «Nosotros, los de la quinta del 44», en «Arriba» (diario), Madrid, 29 de octubre de 1949.
[15] ENRIQUE DE AGUINAGA, “José Antonio, el hombre. Meditaciones de un camisa nueva”, en “España Una” (periódico de prácticas), Escuela Oficial de Periodismo, Madrid, 29 de octubre de 1944.
[16] IDEM, “Sin ataduras”, en “ABC” (diario), Madrid, 20 de noviembre de 1986.
[17] IDEM, “Joseantonianos”, en “Altar Mayor” (revista), número 50, Madrid, noviembre-diciembre de 1997, pp. 731-733.
[18] JAVIER CUARTAS, “Los socialistas exigen su destitución. Un cargo de la Delegación del Gobierno en Asturias invoca a José Antonio”, en “El País” (diario), Madrid, 21 de septiembre de 1998.
[19] ANGEL MARIA PASCUAL (Pamplona, 1911-1947), «Envío» , poema final, en «Capital de tercer orden (versos del amor de disgusto)». El soneto está firmado en El Busto, octubre 1946. Con el mismo titulo, canción de los cartuchos grabados con motivo del L aniversario del Frente de Juventudes (PT 066, Vol. 2), música de Marciano Cuesta Polo. PASCUAL RECUERO («JOSE DE ARRIACA»), «Envío», en «Cancionero de juventudes», Doncel, Madrid, 1967, p. 256.
[20] ENRIQUE DE AGUINAGA, “Nosotros los de la quinta del 44”, en “Arriba” (diario), Madrid, 29 de octubre de 1949.
[21] IDEM, “La victoria con botas”, en “Arriba” (diario), 1 de abril de 1950.
[22] IDEM, “Mochila, misal y canción”, en “Arriba” (diario), Madrid, 30 de mayo de 1950.
[23] IDEM, “Informe sobre la Falange de José Antonio”, conferencia en la Jefatura Provincial del Movimiento, 29 de octubre de 1972, Grafinsa, La Coruña, 1973.
[24] IDEM, “José Antonio Primo de Rivera”, conferencia del ciclo “Madrileños del siglo XX”, Instituto de Estudios Madrileños, Artes Graficas Municipales, Madrid, 2001.
[25] IDEM, “Puntualizaciones sobre José Antonio Primo de Rivera”, en “El País” (diario), Madrid, 8 de noviembre de 1988.“Jóvenes joseantonianos”, en “Diario 16”, “El Mundo” (diario) y “ABC” (diario), Madrid, 13 y 17 de diciembre de 1990. “Más sobre los joseantonianos”, en “ABC” (diario), “Diario 16” y “El Mundo” (diario), Madrid, 24, 26 y 28 de diciembre de 1990.
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