02/05/2024 17:19
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Es increíble, pero es la verdad histórica. Hace 43 años, tal día como hoy, yo era Director del “Diario de Barcelona” y dado el escándalo que había surgido con el futbol catalán, y especialmente con el “Club Barcelona” creí conveniente llevar el tema a portada. Y así salió al día siguiente.

Hoy, ¿se repite o no se repite la Historia?, vuelve el escándalo al futbol catalán y especialmente al “Club de futbol Barcelona”.

Por ello me resulta interesante mostrarles cómo se publicó aquel día, con grandes titulares y un texto que firmaba en mi columna como Director: “Buenos días Catalunya”. Así que pasen y lean. Curiosidades de la vida.

«La guerra del fútbol» ha comenzado 

Lo que faltaba: ahora las estructuras del fútbol, una de las instituciones más estables de nuestro país, también se tambalean. Ya no hay nada que resista a la demoledora acción de la inconsciencia colectiva, que parece haberse adueñado de nuestra sociedad. Un Gobierno que no ha sabido, no ha podido o no ha querido gobernar y que ha mantenido la cara mientras ha durado el consenso con las fuerzas que se suponía debían ser la oposición; unas industrias que se descapitalizan, día a día, envejecido su utillaje, perdida la moral creadora del capital y del trabajo; el paro como fantasma a la vuelta de cada esquina, el terrorismo, la inseguridad ciudadana a todo nivel; la desorientación de nuestra política exterior —suponiendo que haya alguna—; los problemas autonómicos mal resueltos, porque se enfocaron pensando más en los fines electorales de los partidos, que en la realidad y la posibilidad de las propias autonomías y del todo español, unos partidos en suma, que no aciertan a encontrar caminos claros para defender sus ideas y adaptarlas a las exigencias del pueblo, y por si faltaba algo, las estructuras del fútbol tambaleándose. Domingo a domingo, tenemos ocasión de comprobar como algo falla y algo fundamental, porque los escándalos se multiplican, las rencillas se convierten en luchas abiertas, los distintos estamentos, clubs, jugadores, técnicos, árbitros, aficionados, incluso, andan enfrentados entre sí, tratando de salvarse cada cual a su aire de la debacle que se intuye.

Así las cosas, la reacción de la directiva del Fútbol Club Barcelona, podría significar el principio del fin, la ruptura total de los esquemas futbolísticos que imperan en la actualidad. No se trata de dar o quitar razón al equipo del señor Núñez en sus salidas de tono y sus argumentaciones llevadas al límite, sino de calibrar hasta qué punto esta explosión, razonamientos y justificaciones al margen, puede ser la mecha que encienda definitivamente ese barril de pólvora que es hoy nuestro fútbol. Es decir, hasta qué punto es esto la consecuencia de un clima general existente en el país, que ahora ha llegado también al fútbol.

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El hecho de que una directiva como la del señor Núñez. que basó toda su campaña electoral en la despolitización del club y que luego se mantuvo en ella, haya roto ahora su línea para lanzarse, por medio de declaraciones, algunas de una dureza inusitada, como las del señor Cassaus, puede ser, en parte, reacción ante una situación interna deportiva y social poco boyante, pero si estalla en la calle y encuentra el eco polémico que está encontrando, no sólo a nivel de Barcelona, sino al de Catalunya y aún de toda España, es signo evidente de que las calderas estaban a punto de estallar. Cuando un vicepresidente llega a decir públicamente que es posible que el club vaya contra los partidos políticos que no le apoyen, hasta el extremo de pedir a los asociados que les nieguen su voto, puede ser una baladronada, un escape nervioso a nivel personal, pero evidencia un clima propicio, por lo menos a decirlo y a escucharlo. Como decía el clásico inglés: algo huele a podrido en Dinamarca.

El F.C. Barcelona puede, ciertamente, actuar como detonante. Tras las nerviosas reacciones iniciales de sus directivos, se han concedido una tregua para dejar que los ánimos se serenen, porque con el calor de la indignación se planteaban cuestiones tan graves como pudiera ser una eventual retirada como sede del Mundial-82, con lo que no sólo se pondría en un brete, al fútbol, sino incluso a las estructuras políticas hasta el más alto nivel. De momento parece que un abogado del club prepara un informe jurídico, un amplio «dossier», en el que podrían incluirse pruebas comprometedoras, algo así como un levantar la tapa para que queden al aire las inmundicias de un esquema que, como todos los del país, cruje y se niega a resistir. Nadie sabe hasta qué límites el informe jurídico puede abrir la herida definitiva, ésa que tras la crisis produce la muerte o salva al enfermo, pero por el tono especialmente agrio de las actitudes que ahora duermen la meditación, está claro que la guerra del fútbol ha comenzado.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Hakenkreuz

La situación para ese «mes que un club», ¿un puticlub?, se complica a cada momento.
Ahora resulta que no solo compró a los árbitros por mediación de E. Negreira para ganar títulos (quien tocase a Messi o a Busquets, tarjeta amarilla desde el minuto uno, impunidad para las faltas de tarjeta de sus futbolistas, penaltis a favor que no eran, penaltis en contra no sancionados, goles en fuera de juego de sus futbolistas no anulados, goles de los contrarios anulados, insultos impunes al árbitro durante décadas, roja y sanciones fuertes contra los futbolistas contrarios, incluso por el mero hecho de protestar faltas que no eran, favoritismo en designaciones arbitrales, impunidad del comportamiento de su público lanzando hasta cabezas de cochinillo desde las gradas, mientras que a otros clubes les han caído sanciones extremas por insultos «raciales» (excepto a los equipos vascos que llevan la bandera racista de Sabino Arana en sus camisetas, la bandera de odio a todos los españoles), favoritismo de fechas y horas de los partidos con y sin sol, impunidad de odio a España y los españoles extendido por todo el mundo con pancartas ultrajantes para todos los españoles totalmente impunes, llamamientos al odio y la guerra civil como en los años del esquizofrénico Macià y el no menos descerebrado Companys,….), sino que compró a los partidos políticos democráticos, incluido ese de Gaspart, por lo que se ve, involucrando en el escándalo futbolístico a la política, no podía faltar, que ya desde finales de los setenta y principios de los ochenta, mediatizó corruptamente la competición en favor de vascos y catalanes antiespañoles, castigando a los árbitros imparciales y sustituyéndolos por árbitros políticos a sueldo de la dictadura del voto comprado como a una puta su «apertura», para que cumpliesen su papel político sobre los céspedes. A nadie se le escapa que hasta la llegada de la puta democracia, los árbitros simplemente se equivocaban y solían pedir perdón, las aficiones protestaban pero sin crear odio alguno, pero no mostraban sectarismo en absoluto, las competiciones las solían ganar los mejores, los que más acierto cara al gol mostraban, y el público mostraba un comportamiento ejemplar, tanto dentro, como fuera del campo, ganase o perdiese su equipo. Si el Barsa, el Atlético de Bilbao o cualquier otro club jugaba en el extranjero, todos los españoles le apoyaban sin fisuras fueran cuales fueran sus simpatías particulares, como corresponde a buenos compatriotas trabajando fuera de su patria. Pero a partir de la democracia, el escándalo de la corrupción arbitral ha ido en aumento año tras año. No es nada de extrañar que la política, que todo lo que toca lo corrompe y lo condena a la gehenna, no estuviese por medio.

El Barsa es el club del ODIO a España y los españoles. Olvidarlo sería mentir o ser un cobarde. Y así lo ha mostrado en sus pancartas y cánticos radicalmente impunes año tras año en el Campo Nuevo de Barcelona: «Puta España», «Puta Madrid» y «españoles hijos de puta», cánticos similares a los que se oyen con absoluta impunidad también en los campos de fútbol del Atlético de Bilbao, la Real Sociedad de San Sebastián y otros clubes vascos. Parece ser que el «racismo» no es, en absoluto malo, si se profesa con todo tipo de odio a los españoles que aman a su patria, España. Por eso el argumento «antiracista» es más falso que el beso del Iscariote. Al revés, en todo antirracista hay un racista de odio al blanco español irredento.

Y, claro, como es el Barsa, nada menos que el Barsa, no el Español de Barcelona, que a éste lo hubiesen hecho desaparecer por mucho menos, no, sino el Barsa, el equipo de la izquierda regional y nacional y el equipo del antiespañolismo visceral, el equipo abanderado del odio a España y los españoles, el equipo que hace propaganda para que nos asesinen con misiles desde el exterior por no dar la «independencia» a su masía caciquil tiránica de robo a manos llenas desde el bandolero butifarrero Jorge Pujol y su familia, que aspiran a extender el imperio antiespañol más allá de sus cuatro provincias ex aragonesas, a las de Levante y archipiélago balear, pues claro, hay que hacer la vista gorda con sus espantosos escándalos de corrupción deportiva y, ahora también, política («mes que un club»), dejarle una vez más impune de todo delito que en ninguna competición civilizada se toleraría, e, incluso extender la impunidad a las no menos corruptas FIFA y UEFA, que callan sospechosamente, como no pocos clubes en España y por toda Europa. Al Barsa no le pasará lo que le pasó a ese equipo «pequeño» de Italia, la Juventus de Turín, que fue descendida por amaño de partidos (algo mucho menos grave que lo que han hecho en el Barsa, pues los maletines para ganar son algo que muchos futbolistas han reconocido públicamente), ni le pasará lo que le pasó al Atlético de Madrid, descendido por un administrador político que no encontró rastro de corrupción alguna en el club independientemente de las acusaciones que cayeron sobre sus dueños. Al Barsa no le pasará lo que le ha pasado a los clubes de fútbol rusos (Spartak de Moscú, Zenit de San Petersburgo, Rostov, etc.), proscritos indefinidamente de la Champions League y de la Uefa Europa League, cortesía del zar o vodz Putin, que no de esos clubes o sus posibles compras de árbitros rusos. Porque el Barsa es el Barsa, queda impune de todo delito deportivo y político que pueda cometer. Y los demás a callar, a tragar, a obedecer sin rechistar, que aquí se ordena y manda, se fusila, se tortura, se encarcela, se roba, se corrompe, se asesina en masa, se prostituye a las masas como en toda puta democracia, para eso es una democracia, faltaría más. Con Franco, hasta el Barsa era otra cosa, mucho más decente, con una afición fabulosa, con un equipo ganador en España, en Europa y el mundo, un equipo normal como todos los demás clubes. Pero en democracia, mucha corrupción en la federa…

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