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A principios del siglo XVI se vivía una época de auténtica apoteosis de la Hispanidad de los vascos. Fue durante la guerra entre España y Francia por el dominio del reino de Navarra, que concluyó con victoria española y la unión definitiva de Navarra con España.

Vimos en su momento la batalla de Noáin, en junio de 1521, cerca de Pamplona, en la que las tropas hispánicas, con una gran presencia tanto de navarros como de milicianos vascos, derrotaron al ejército francés en el que iban también algunos contingentes de navarros agramonteses, partidarios de los Albret, los últimos reyes navarros, satélites de Francia. Esta batalla decidió la suerte de Navarra para siempre.

Después de esta batalla, sin embargo, no concluyó la guerra todavía ni mucho menos ya que las tropas francesas supervivientes recibieron refuerzos desde el norte de los Pirineos y a continuación el rey francés Francisco I ordenó lanzar una nueva ofensiva, en dirección hacia Guipúzcoa, esta vez. Las tropas francesas pusieron asedio a la estratégica villa de Fuenterrabía ( hoy llamada oficialmente Hondarribia), y a pesar de sufrir numerosas bajas en diversos asaltos, finalmente consiguieron tomarla. Los franceses tomaron también el importante castillo de Behobia. En realidad la guerra de Navarra y Guipúzcoa era un frente más de la lucha general por el dominio de Europa entre Francisco I de Francia y el emperador Carlos I de España y V de Alemania.

En ese momento brilló de nuevo la histórica lealtad de los guipuzcoanos hacia Castilla y España. Como señala el político e historiador Jaime Ignacio del Burgo (hijo a su vez de un gran historiador navarro, Jaime del Burgo) y reconocen también historiadores » abertzales» como Pedro Esarte, fue esencial la lealtad de muchos pequeños nobles guipuzcoanos, como Pedro de Urdanivia, señor de Aranzate, y militares vascos ( en una época en que el ejército hispánico estaba lleno de capitanes y soldados voluntarios vascos), como Ochoa de Alsúa, Juan Pérez de Azcue, Miguel de Ambulodi, Gómez González de Butrón, Martín de Arana (militar vasco que ya se había distinguido en la conquista de Granada), Martín Ruiz de Avendaño, entre muchos otros. Todos estos militares vascos lograron hacer frente con sus hombres a las acciones de pillaje y depredación que llevaban a cabo los franceses en diversas áreas de Guipúzcoa.

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Se formó un ejército hispano para reconquistar Fuenterrabía y Behobia del que formaban parte los caballeros vascos citados, entre otros, junto con 3000 milicianos guipuzcoanos, 2200 peones vizcaínos, de los que 300 provenían de Bilbao, y 700 alaveses, más 2000 castellanos y aragoneses. Todos ellos al mando del Capitán General de Guipúzcoa, don Beltrán de la Cueva, futuro III duque de Alburquerque.

A finales de junio de 1522 los franceses decidieron evacuar y destruir el castillo de Behobia para centrarse en la defensa de Fuenterrabía. Dispusieron las cargas explosivas pero éstas no explosionaron gracias a la acción heroica de 100 milicianos vizcaínos de Zamudio y Guecho, al mando de Ochoa Sanz de Asúa, quienes penetraron rápidamente en el castillo y lograron apagar las mechas.

Enviaron entonces los franceses un nuevo ejército formado por 4500 hombres, 3500 de los cuales eran mercenarios alemanes, junto con franceses y unos pocos navarros agramonteses. El 29 de junio de 1522 los mercenarios alemanes y los franceses, reclutados en Gascuña, se situaron en la cima del monte Aldabe o San Marcial,, desde donde se divisaba el castillo de Behobia, pues su objetivo ahora era recuperarlo. Pero los capitanes Pérez de Azcúe y Miguel de Ambulodi, al mando de 800 guipuzcoanos, propusieron a D Beltrán de la Cueva escalar el monte con sus soldados durante la noche y atacar por sorpresa a los franceses. Don Beltrán aceptó y el plan se llevó a cabo de una forma totalmente exitosa. Los guipuzcoanos escalaron la montaña y atacaron a los franceses, que salieron huyendo asustados. Y al llegar al llano fueron sorprendidos de nuevo por el grueso del ejército español al mando de D Beltrán de la Cueva que les causó un auténtica carnicería. Murieron 2800 soldados del ejército francés, que fueron en realidad en su mayoría mercenarios alemanes.

El ejército francés quedó deshecho y Fuenterrabía totalmente cercada por los españoles, aunque los franceses no se rendirían hasta febrero de 1524. Pero en junio de 1522, justo un año después de la batalla de Noáin, como hemos visto, había tenido lugar la batalla de monte Aldabe, también conocida como Primera batalla de San Marcial( la segunda sería siglos más tarde la victoria de las tropas españolas contra las napoleónicas en 1813, en la misma zona, al final de la Guerra de la Independencia) En honor de esta batalla de 1522 se construyó una ermita dedicada a San Marcial y el día de la efemérides de la batalla se celebra desde entonces una procesión. No obstante, en nuestros días los nacionalistas vascos ocultan esta batalla en la medida de lo posible. Por ello nada se ha conmemorado oficialmente el pasado junio pese a haberse cumplido los 500 años de la batalla. De hecho hoy en día los proetarras han construido un mito sobre esta guerra y la presentan como una guerra en que España conquistó » Euskal Herria», prescindiendo y ocultando todo lo que pueden la masiva presencia de tropas vascas, que atacaban al grito de «España, España» y navarra en las tropas hispánicas. Durante muchos siglos eso sí, estas batallas fueron conmemoradas con orgullo por guipuzcoanos y vascos hasta que llegó el nacionalismo para tergiversar la historia vasca.

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Más triste, es, no obstante, que el ministerio de Defensa, por orden de su titular, Margarita Robles prohibiera cualquier conmemoración de esta batalla este año que termina para no molestar a PNV y a los proetarras de Bildu.

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