11/05/2024 10:55
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A principios de este año, el departamento de educación de Oregón (EEUU) comenzó la noble tarea de acabar con la enseñanza tradicional en matemáticas, porque esta materia es, según esta secta de izquierdistas, un nido de “supremacía blanca”. Actos tan racistas como sumar, restar o multiplicar, debían ser desterrados de la educación, a la par que se educaba a los profesores en etnomasoquismo, perdón, “etnomatemáticas”.

Pero las locuras de la corrección política son superadas,  cada vez en menos tiempo, por un nuevo absurdo. Al fin y al cabo, el objetivo es “deconstruir” el pensamiento y todo lo que tenga que ver con el sentido común o la civilización occidental, y esa tarea requiere un esfuerzo considerable de imaginación para los comisarios políticos. Al parecer, los cursos de antirracismo matemático no han sido suficientes para desterrar ese foco de intolerancia blanca, por lo que los demócratas de Oregon han dado un paso más. El pasado 14 de julio, la gobernadora demócrata Kate Brown firmaba un decreto que elimina el requisito de que los estudiantes de secundaria demuestren competencia en alfabetización o matemáticas antes de graduarse. En consecuencia, el diploma de la escuela secundaria de Oregón no garantizará que el estudiante graduado pueda leer, escribir o calcular correctamente.

Según publica Breizh-Info, la votación a favor de este proyecto se produjo en junio y se aplicará durante un período de tres años. Uno de los grupos que apoya la medida con más entusiasmo es la Foundations for a Better Oregon (FBO), que ha señalado que el proyecto de ley tenía la intención de “reflejar verdaderamente lo que todo estudiante necesita para prosperar en el siglo XXI”. La FBO es una ONG dedicada a la educación y la diversidad financiada, entre otros, por la Fundación de la Familia Ford o la Fundación Collins, que apoya al Black Live Matters. Los activistas del FBO consideran que las matemáticas y la lectura han presentado un desafío injusto para los estudiantes que no obtienen buenos resultados en los exámenes. Para evitar frustraciones, la solución de estos “woke” no es aumentar las clases o mejorar los contenidos académicos, no, la solución es eliminar esos exámenes. Sin exámenes no hay suspensos.

La gobernadora Brown, que en la foto aparece rodeada de jóvenes adoctrinados en la religión del histerismo climático de Greta Thunberg (“Tendré 28 cuando mi destino climático esté sellado”, rezan las camisetas, marcando la fecha del apocalipsis), se hizo también tristemente famosa el año pasado, durante la celebración de Acción de Gracias. Como si fuera una comisaria de la Stasi, Brown pidió a los ciudadanos de Oregón que denunciasen a la policía a sus vecinos cuando superasen el número de invitados, seis, a la cena de Acción de Gracias. A pesar de que la medida pretendía “salvar vidas”, la llamada a la delación no tuvo demasiado éxito.

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La política de Brown, con el aplauso de ONGs y medios de comunicación progres, sólo puede generar una verdadera escuela de idiotas, de jóvenes con una pésima formación y sin ningún criterio que en vez de ser educados tendrán la mente fértil para el adoctrinamiento. Un camino que, de la mano de las reformas educativas de socialistas y populares, estamos recorriendo también  en España. Y como siempre, ante la crítica,  los defensores de estas medidas se escudarán en la lucha contra el racismo sistémico y la desigualdad. Nobles valores expresados por Charles Boyle, subdirector de comunicaciones de la oficina de Brown, que señaló que los nuevos estándares de graduación beneficiarán a los  “estudiantes negros, latinos, latinoamericanos, indígenas, asiáticos, isleños del Pacífico, tribales y de color” del estado. Imaginad por un momento que esto lo hubiese dicho Donald Trump, literalmente ardería Troya. Al final, no hay ideología más racista que el antirracismo woke.