21/11/2024 15:02
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El Partido Popular tiene la pelota en su tejado. Desde ayer, tiene la obligación moral de defender la unidad de España ante la decisión de Pedro Sánchez de rebajar el delito de sedición para favorecer la independencia de Cataluña y contentar a sus socios separatistas. Desde ayer, el PP tiene la mano tendida de VOX para apoyar a un candidato de consenso con el fin de echar de La Moncloa al felón ilegítimo y traidor.
 
Núñez Feijoo, la ambigüedad cortoplacista, ya no tiene excusas para hacer lo que debe, para cumplir con una exigencia creciente del pueblo español. Como explicó ayer Abascal, el estado en que se encuentra hoy España no admite más aplazamientos ni operaciones estéticas o de propaganda. Los españoles no entenderían que, pudiendo hacer algo por echar a Sánchez del poder, el presidente del PP siguiera cruzado de brazos hasta finales del próximo año.
 
España no aguanta más. La crisis alcanza todos los sectores, todas las áreas, todos los rincones. Sánchez ha llevado al pueblo español hasta el límite de su resistencia, y seguir pidiéndole que aguante sería, además de injusto, profundamente cobarde. España no puede esperar a 2024 para tener a un nuevo Jefe del Ejecutivo, porque si así fuera, el deterioro institucional, económico y social tendría un coste descomunal.
 
Vox presentó una moción de censura en 2020, y esa moción fue rechazada y además respondida de manera alevosa y cruel por parte de su anterior presidente, el ya olvidado Pablo Casado. Se equivocó gravemente el PP que, como en tantas ocasiones antes, puso su interés electoral, su ombligo político, por delante del interés de los ciudadanos, que ya entonces, hace dos años, necesitaban un cambio de rumbo urgente al frente del Ejecutivo. Hoy, si el PP volviese a hacer lo mismo por un puro interés particular, quedaría desacreditado e invalidado para poder representar a la mayoría de los españoles.
 
Cualquier dirigente del PP que no acusase una miopía política tan absolutamente pueril (y tan contaminada de demoscopia barata) como el actual, vería en esta mano tendida de Vox una gran oportunidad de articular una mayoría social incontestable contra el felón. Pero la respuesta que dio ayer Feijoo («ganaremos desde la moderación») vuelve a evidenciar que el ex presidente gallego vino a Madrid a cumplir un guión previamente establecido, con los mantras propios de su centrismo progresista, tan incomprensible para sus votantes.
 
A Feijoo le espanta la radicalidad (que viene de «raíz»), y a los españoles les espanta su tibieza. A Feijoo le espanta que Vox lidere la oposición a ojos de la mayoría, y los españoles ven cada día más claro que el PP sigue igual de enfermo que en la etapa de Casado; ensimismado consigo mismo, encerrado en la nostalgía de sus días de vino y rosas en el poder, esclavo de la demoscopia, que es tanto como decir «esclavo de la mentira».
 
Eso sí, Feijoo puede estar seguro de una cosa: cuando la mayoría de los ciudadanos vea con claridad lo que es, y lo que representa, lo mandará también a su casa, igual que a Pedro Sánchez.

Autor

Rafael Nieto
Rafael Nieto


Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio, primero en Radio España y desde 2001 en Radio Inter, donde dirige y presenta distintos programas e informativos, entre ellos "Micrófono Abierto", los Domingos a las 8,30 horas. Ha dirigido la versión digital del Diario Ya y es columnista habitual de ÑTV en Internet. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie", "Autopsia al periodismo". Esta casado y tiene un hijo.