02/05/2024 23:37

Esto, estando tan prohibidísimo en la actualidad hablar de Franco y sabiendo que fue trasladado de su enterramiento original en el Valle de los Caídos, tal vez sea una osadía por mi parte, pero cuando estos días pasados me eché a la cara un libro que andaba buscando ha tiempo, que se titulaba y se titula: “Retrato de un desconocido” (y de la que es autor don Cipriano Rivas-Cherif ) se me vino a la Memoria una de esas escenas de tu vida que se te han perdido y mira por donde la encontré en un primer borrador que me hice para mí “Tesina fin de Carrera en 1963”, una entrevista que tuve con el señor Rivas y que me consiguió mi profesor, don Victoriano Fernández de Asís, de la EOP (“Tres Proyectos para un Libro). Yo estaba buscando documentación sobre las relaciones de Azaña con Franco, a raíz del choque de las banderas y del cierre de la Academia Militar de Zaragoza de 1931.

Es verdad que yo tenía más o menos documentada la versión de Franco, pero me faltaba la de Azaña, ya que lo que contaba en sus “Memorias” no era toda la verdad, y en aquella búsqueda de documentación alguien me había hablado de la gran preocupación que «el hombre de la República», tenía, tuvo, desde el discurso de despedida de Franco (el famoso discurso de la “Disciplina, disciplina…”) por los movimientos del General más joven de España y de Europa.

(De este tema escribí y publiqué en mi libro “El otro Franco” estos párrafos que reproduzco:

Francisco Franco Bahamonde, gallego, nacido el 7 de diciembre de 1892 y Manuel Azaña, Castellano, nacido en Alcalá de Henares en 1880, fueron, sin duda, los dos personajes más discutidos de la República y los más grandes, uno en lo militar y otro en la política. Tanto es así que a la postre los dos fueron Jefes del Estado Mayor Central al mismo tiempo: Franco en la España Nacional y Azaña en la España Republicana, 1936-1939. Dos hombres y un destino.

Se conocieron personalmente en 1931, que se sepa, cuando el militar era ya el General más joven de España y de Europa (ascendió a ese grado el febrero de 1926 con 33 años y algunos meses)y dirigía la Academia General de Zaragoza reabierta por Primo de Rivera en 1928. Un mito y una leyenda de la Guerra de Marruecos. Azaña era ya el Ministro de la Guerra de la República y el hombre fuerte del Gobierno.

Pero, por formación, por carácter y por objetivos, Franco y Azaña estuvieron condenados desde el primer momento a no entenderse. Franco era y fue siempre por encima de todo, un militar, y Azaña, un intelectual a pesar de que la vida le arrastrara a la política, un escritor brillantísimo y un orador nato (aunque Unamuno lo crucificó cuando dijo de él aquella frase que pasó a la Historia: “Cuidado con Azaña, que es un escritor sin lectores y hasta sería capaz de hacer la Revolución para que le lean”.

¿Y por qué no pudieron entenderse? Sencillamente porque el programa militar de Azaña era y fue revolucionar el ejército y refundirlo como un calcetín. Azaña llegó al Ministerio de la Guerra y en apenas 3 meses, y siempre por Decreto, si ni si quiera esperar a las Elecciones Constituyentes y a la formación de una Parlamento democrático y a tener una Constitución republicana, trituró el ejército conocido y mandó a casa a muchos de los generales, jefes y oficiales. Hasta Franco estuvo en peligro de pasar a la reserva definitiva. Por el Decreto que anulaba todos los ascensos por méritos de guerra (pensado justo para quitarse de en medio al General Franco, que estuvo a punto de ser degradado a Teniente Coronel y como consecuencia perdió catorce puestos en el escalafón de Generales.

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Pero lo que más le dolió y afectó a Franco fue el Decreto del 1 de julio por el que se cerraba la Academia General de Zaragoza, su Academia y pasaba de ser el General más joven de Europa a la reserva y en espera de destino.

¿Y cómo reacciona Franco ante los decretazos de Azaña?

Ya en los primeros días de la República, Franco se niega a arriar la bandera bicolor y a izar la republicana, al menos hasta que no le den la orden por escrito y por ello la bandera monárquica de la Academia fue la última en desaparecer en toda España.

Luego, el mismo día de la clausura de la Academia, Franco pronunció un discurso de despedida a los cadetes que conmovió al propio Gobierno por su famoso párrafo de la disciplina:

¡Disciplina!…, nunca buen definida y comprendida. ¡Disciplina!…, que no encierra mérito cuando la condición del mando nos es grata y llevadera. ¡Disciplina!…, que reviste su verdadero valor cuando el pensamiento aconseja lo contrario de lo que se nos manda, cuando el corazón pugna por levantarse en íntima rebeldía, o cuando la arbitrariedad o el error van unidos a la acción del mando. Esta es la disciplina que os inculcamos, esta es la disciplina que practicamos. Este es el ejemplo que os ofrecemos”.

Pero Franco acepta disciplinadamente, se despide de Zaragoza y se lleva sus bártulos a Asturias en espera de destino. Eso sí, por protocolo y por disciplina, se pasa por Madrid para despedirse del Ministro que lo ha dejado cesante.

Azaña se sube por las paredes cuando lee el discurso de Franco y escribe en sus “Memorias”: “Alocución del General Franco a los cadetes de la Academia General con motivo de la conclusión del curso. Completamente desafecto al Gobierno, reticente ataque al mando, caso de detención inmediata, si no cesara hoy en el mando. Le paso la locución al asesor político, para que vea si hay materia punible. Me entrega un informe escrito diciéndome que se puede proceder en forma jurídica, y que cabría gubernativamente corregido”.

Sin embargo, el sibilino Azaña no se va a los tribunales y decide algo que es una puñalada para Franco: incluir en su impecable hoja de servicios una nota de reprensión.

A pesar de todo Franco y Azaña se volvieron a ver las caras en el despacho del Ministro el 18 de agosto y Azaña escribe en su diario: “Recibo al General Franco, al que no había visto desde que se me presentó, a poco de venir la República. He recibido muy bien al General. Le digo que me dio un disgusto con su proclama y que no lo pensó bien. Pretende sincerarse, un poco hipócritamente. Le aconsejo que no se deje llevar por sus amigos y admiradores y responde que él respetará al Régimen constituido como respetó a la Monarquía. Pero el hecho es que Franco, en cuanto salió del despacho del Ministro salió a su famoso destino ya en Galicia, donde fue destinado como Jefe de la XV Brigada de Infantería y Comandante Militar de A Coruña”.)

Victoriano Fernández de Asís, periodista y uno de los fundadores de TVE

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Cipriano Rivas-cherif, escritor y cuñado de Azaña

  • —¿Es cierto don Cipriano Riva-cherif, el cuñado de Azaña por haberse casado con su hermana Dolores, convivió con la familia casi hasta su muerte (a este respecto no puedo dejar de recordar que mi entrevista con don Cipriano en un viaje escolar que hice acompañando a mi profesor de la EOP, don Victoriano Fernández Asís, a México, donde se marchó al exilio, tras ser entregado por la Gestapo y condenado a muerte e indultado por Franco) qué don Azaña vivió con Franco en su cabeza y siempre temeroso de él?
  • — Es cierto… y así incluso se lo insinuó al interesado.
  • — ¿Y por qué no quiso ejecutar la pena máxima con Azaña?
  • — Porque don Manuel era muy listo y rápidamente se dio cuenta de que un Franco expulsado del ejército y con el enorme prestigio que ya tenía, sobre todo, en las fuerzas de África, sería un peligro y menos controlable.
  • — Sí, pero le quitó el mando en cuanto pudo y en 1934 porque no pudo (aunque sí es raro que cuando Companys proclama el Estat Catalá esa misma noche habla con Alejandro Lerroux, a la sazón, Presidente del Gobierno y le sugiere una frase a la que las Derechas le sacaron el máximo jugo a la hora de la represión. Esta Frase: Antes de darle la independencia a Cataluña a los separatistas y romper España, prefiero abrirle las puertas al general franco”).

Sin embargo, la frase que adelantó a los Generales, Coroneles y altos mandos, incluso antes de dar el paso definitivo al 18 de julio hizo público para todo el ejército unas palabras que, naturalmente, pasaron a la Historia del Régimen fundado por Franco al terminar victoriosamente la guerra de 1936-39 (aunque antes de que llegara a sus manos la frase de Franco, esos días, y una vez más, le había preguntado a su íntimo, cuñado, escritor e intelectual, Cipriano Rivas-cherif y siendo ya Presidente de la República: “¿DÓNDE ESTÁ FRANCO?”

AL EJÉRCITO NO LE ES LICITO SUBLEVARSE CONTRA UN PARTIDO NI CONTRA UNA CONSTITUCIÓN PORQUE NO LE GUSTEN, PERO TIENE EL DEBER DE LEVANTARSE EN ARMAS PARA DEFENDER A LA PATRIA CUANDO ESTÁ EN PELIGRO DE MUERTE”

Por la transcripción

Julio Merino

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Geppetto

Azaña era un cobarde patologico quese ensañaba con sus enemigos cuando tenia a mano el poder y la fuerza pero que se ponia malo en cuanto lo miraban mal.
Es logico que le tuviera panico a Franco, cuando pudo lo puteo pero bien

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