09/05/2024 10:08
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Desde que se anunció la separación entre la infanta Elena e Iñaqui Urdangarin, el pasado enero de 2022, el temor del Emérito se centró en saber, cuántos y qué graves secretos de la Familia y de algunos amigos poderosos de él tenía el expresidiario que no podían salir a la luz.  Temor que llegó al pánico, cuando se supo que una editorial le había ofrecido una cantidad que no bajaba de un millón de euros por publicarlos, más los correspondientes derechos de autor.

    Dueño de la situación, el expresidiario, al que se le acabó el amor por no usarlo, sin oficio, salvo jugar a la pelota y hacer informes copiados, y sin los beneficios de los que había disfrutado como consecuencia de su matrimonio con una de las hijas del rey Juan Carlos, lanzó el órdago a cambio de guardar silencio. Órdago que según fuentes bien informadas sigue manteniendo. Órdago que acepto el Emérito, que desde el minuto “uno” tomó el asunto en sus manos, aconsejando a su hija, la infanta Cristina, que aceptase las condiciones, que él pagaba la cuenta. Pero claro, nos referimos a un órdago que supone un lastre de por vida para ella: dos millones de euros, un sueldo vitalicio de 25.000 euros al mes, disponer de las casas de Bidart y de Baqueira-Beret, y servicio de seguridad privada las 24 horas.

    De momento, la pelota está en el tejado del expresidiario, sólo pendiente de que se formalice el divorcio y se le pueda convencer que el órdago sea “a la chica”.

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    Comprenderán ustedes que el asunto me tiene sin cuidado. Ahora bien, la cuestión que sí nos afecta a todos, es lo que se le pueda pagar a un yerno cuando el suegro no es un futbolista de élite. Y eso sí debería afectarnos, porque se supone que los reyes viven, y opíparamente, de un sueldo, y que no deberían ser comisionistas en los negocios del Estado ni evasores de impuestos.

    Si Juan Carlos no hubiera sido rey, ¿estaría en la cárcel como lo ha estado Lula por los mismos delitos? Esta es la cuestión que en forma de pregunta deberíamos hacernos.

    La Segunda República, que vino más contra el rey Alfonso XIII que contra el régimen monárquico, fue una chapuza porque no se consensuó. En estas cuestiones deberíamos estar.

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Geppetto

La Casa Real ha perdido pie
Si alguien tan insignificante como el jugador de balonmano se atreve a chantajearla es que esta al cabo de la calle y solo le falta abrir la puerta para cerrarla desde fuera

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