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La decadencia de España iniciada con los Reyes Felipe III, Felipe IV y Carlos II, es un signo de indignidad y desesperación para las personas de honor, que en manos de cobardes y traidores han de sufrir su afrenta al precio de la humillación. Los últimos patriotas estaban en África y enlazan con los últimos de Filipinas. Es la triste historia de una derrota que viene dada desde hace siglos, al quebrar la realidad histórica que habían labrado los buenos españoles y hombres de bien que provocaron las gestas de España que la hicieron como es espiritualmente en su esencia: una, grande y libre. Después le caerían sus enemigos que desprecian ese lema y todo lo que sea de su Patria, y aún siguen intentando destruir a España -desde el poder- y quitarle hasta el nombre. A esa España, «madrastra de tus hijos verdaderos», como versificaba Lope de Vega, y que nos recuerda a Quevedo: «Miré los muros de la Patria mía / si un tiempo fuertes, ya desmoronados, / de la carrera de la edad cansados / por quien caduca ya su valentía…»

De valentía ya no queda nada, ni de ninguna otra virtud. Sólo fueron potenciados los vicios que en detrimento de toda virtud, lastran la vida española. No se conoce gente más patriota que la que tuvo que sufrir la humillación de abandonar las extensiones de España en África. Las últimas tierras de España allende de los mares. Son nuestros últimos patriotas que se merecen el mejor monumento si aquí no gobernaran sus enemigos. Desde ese momento murió la Patria con todo lo que encierra, y dejó de ser lo que era, a expensas del primer ladrón que la quisiera robar o mercader que vendiera a trozos al diablo como así sucedió. Ocurrió cuando Franco agonizaba. Nadie defendió a España; su salvador ya no estaba. El rey emérito Juan Carlos I, nombrado sucesor por Franco, no solo lo traicionó sino que traicionó también a España, al abandonar las tierras de África y no dejar a la Legión que las defendiera. Esto se expresa en el siguiente artículo:

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«¡El Sahara, el territorio español que nos robaste e impediste a la legión defenderlo, maldito Borbón! Por Miguel Sánchez», publicado en este medio, el 13 de marzo y que empieza así:

«Maldito y mil veces maldito seas, por toda la eternidad, Juan Carlos el mayor traidor de toda la Dinastía francesa y afrancesada.

Como católico y como español, desgarraste mi corazón, mi mente y la gloriosa historia de mi amada Patria.»….»Maldito seas, sí maldito seas, me robaste mi impresionante acuartelamiento, junto a la Bahía del Valle del Oro. Me destruiste mi Mando Bandera de la Xª Bandera, en dónde serví a la Patria. Mi novena compañía, en dónde pernoctaba»…»Mi Santo Cristo de la Buena Muerte, que yo procesioné con Él, con orgullo, representando a mi Xª Bandera, a mis hombros y a brazo alzado, por la Ciudad de Villa Cisneros, el Jueves Santo de 1971″

Envié este artículo a mi amigo José Daniel Fuentes Macho, que tanto vivió y conoce estos temas, como Tirador de Ifni, y esta es su respuesta:

«No le falta razón…  Qué gran perjuro… No tuvo ni el valor ni la decencia y honradez de defender a quien le había puesto al frente de España, una España que no ha sabido mantener ni defender de toda esta podredumbre.

 Y viendo todo eso me ha traído a la memoria este soneto que le dediqué en su día.

YA  NADA  AQUÍ  ES  IGUAL… 

    El desierto: La tierra de la nada… 

Arena… Tierra… Sol y viento.

Un viento que sopla abrasador y polvoriento 

y barre sin cesar tierra añorada. 

    Una tierra reseca y despoblada. 

Un inmenso arenal siempre sediento

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donde dejar volar el pensamiento                   

por esta soledad tan dilatada.                        

 Y de Ifni hacia Tan-Tan, siguiendo a Smara,

camino de El Aaiún que hiciera España,           

he vuelto yo otra vez… Mas cosa clara,              

    Ya nada aquí es igual… ¡Qué desconcierto…!

Por eso la nostalgia me acompaña 

en esta soledad de este desierto…  

    A donde sé muy cierto que volveré…

En respuesta a la llamada del desierto:

La tierra de la nada…    

El Aaiún, viernes 26 de octubre de 2007

Autor

REDACCIÓN