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Una operación psicológica de tortura poblacional de falsa bandera, en el nombre de la diosa ciencia/razón. Trienio de oprobio, pues. El mundo cual laboratorio/manicomio. Premisas desquiciantes, planteamientos irracionales, corolarios dementes. Hibridando a Orwell, Spike Jonze, Jodorowsky, Jacobo Grinberg, los Monthy Pytton: un puto y falsario delirio. Videojuego cósmico, insuperable irrealidad/metarrealidad, abracadabrabrante ficción: he ahí la calandraca pangolínica, intentando justificar la esclavitud bozalera a través de la razón dizque científica. Plandemia/farsemia/falsemia, cuyas tiránicas medidas han oscilado entre lo grotesco y el más mayúsculo de los sinsentidos. Mientras, asesinaban a troche y moche ancianos con sus asesinos protocolos. Y lo llamaron virus. O primera ola. Y miedo pánico sin cesar. Memento Matt Hancock, secretario de Sanidad en el Reino Unido: “Les hemos hecho cagarse en los Pantalones» (We frighten the pants of everyone with the new strain). «¿Cuándo lanzamos la nueva variante?». Sic.
Delirios
Florilegio delirante, pues, en donde el presidente colombiano Gustavo Petro aseveraba que el indemostrado nuevo coronavirus era consecuencia del cambio climático. Sic. Y tantos sics. Follar con bozales, un suponer. Inframundo vivido de chivatos de balcón, donde la humanidad fue tratada ignominiosamente (sobre todo, niños y adolescentes). Ejemplo a vuela teclado: los bajitos tenían menos probabilidades de «contagiarse» del supuesto nuevo coronavirus. Otrosí: los calvos, en cambio, tenían más probabilidades de «contagiarse».
En México y Perú, los hombres y las mujeres tenían días diferentes para salir a la calle. El covid hacía que el pene se quedara más pequeño. Un saludo con la mano, vía directa hacia la muerte. Tras el secuestro domiciliario, en el verano del 2020, había que pedir cita previa para ir a la playa En el «campo de concentración» playero, tenías que llevar el bozal y te lo podías quitar si tomabas el sol.
Bichitos noctámbulos/noctívagos/nocherniegos
Nos contaron las autoridades terroristas/genocidas que con la «vacunación» concluiría la mojiganga covidicia, pero, en la Navidad del 2021, con el 90% de la población, supuestamente vacunada (al menos en España/Bozalistán), se exigía que la familia se pusiera el bozal para la cena de Nochebuena. Y que te colocases en forma de uve doble. Y si la persona no estaba timovacunada, no podía acudir a la cena. Y los inicuos mass mierda, mientras, sembrando el odio dentro de las familias contra los que no consintieron ser inyectados con matarratas venenosos.
Los chinos se transformaban en negros. Los pedos podían «contagiar» el bichito-19. O éste podía «volar» a través del aire acondicionado. O «infectarte» a través del olor a cocido de la vivienda de tu vecino. Con cinco personas, te «librabas». Con siete, peligro peligroso peligrosísimo. A las once y un minuto, súper riesgo que se difuminaba, tan inteligente el bicho zascandil, a partir de las seis de la mañana. Ni un minuto antes. Todo ello, avalado por la ciencia, claro…
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Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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Mi querido compañero articulista: ¡AMÉN!
Un abrazo,
Miguel Sánchez
el 90 por cien de idiotas se lo creyeron y aun se ,o creen