18/05/2024 06:19
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Salvo que haya permanecido usted aislado del resto del mundo durante los últimos cuarenta años, a nadie se le escapa que el enésimo episodio de la demogresca hispana no pasa de vulgar remake. Ni siquiera los devotos votantes socialistas que peinan canas podrán evitar el déjà vu de rememorar a Alfonso Guerra reconociendo sin tapujos que la separación de poderes era cosa del pasado con el célebre «Montesquieu ha muerto«, lo cual explicaría por qué las corruptelas socialistas nunca derivaron en una condena al partido como organización condenada como sí ocurrió, en cambio, con las del Partido Popular. Y eso que aquél era el PSOE que tanto ha contribuido al Estado de Derecho y a la democracia en nuestro país, según manifestaba recientemente Cuca Gamarra… Aunque será mejor dejar para otro día si el acomplejamiento de los populares frente a los socialistas cabe encajarlo mejor en el síndrome de la mujer maltratada o en el del niño agredido que se siente culpable frente a su abusón.

Los últimos años no han sido tranquilos en lo que a la política parlamentaria se refiere, pero la escalada de los últimos meses tiene una explicación muy sencilla: estamos en curso electoral. En realidad vivimos desde hace tiempo en una campaña permanente donde las elecciones sólo son una puesta a punto y el día grande del culto democrático, pero hay periodos donde los teóricos representantes de la voluntad popular se ven forzados a subir el tono de sus discursos en pos de mantener sus emolumentos y cargos durante una legislatura más. De este modo, las amenazas de una moción de censura por parte de Vox y las acusaciones del Partido Socialista al Partido Popular de mantener como rehén de sus intereses al poder judicial, junto con la reconversión de Irene Montero en el gran activo político de Unidas Podemos, vienen a cumplir el mismo papel que las noticias sobre grandes obras públicas y reducciones de sueldo en algunos ayuntamientos: ganar hasta el último voto de aquí a medio año.

No vamos a entrar en valorar las encuestas sobre cómo influirán las intenciones de voto para las elecciones del próximo año 2023, pero sí queremos aportar nuestro grano de arena respecto a los argumentos para justificar los llamados votos útiles a los que se apelará tarde o temprano. Un clásico en este terreno siempre ha sido el Partido Popular: a falta de algo que ofrecer como proyecto a los españoles, siempre quedaba el mito de su gran gestión del dinero público o que, al menos, así no gobernaba la izquierda. Debilitado tras las dos legislaturas de Mariano Rajoy y la pérdida del Gobierno con la moción de censura de 2018, el Partido Popular cedió su posición de voto útil a Vox, verbalmente más combativo y dispuesto a exhibir banderas españolas a tutiplén; sin embargo, Vox no termina de dar el sorpasso a su casa de origen y ahora mismo es muy difícil saber con exactitud cuál es la mejor opción como voto útil. De Ciudadanos, a estas alturas no merece la pena considerarles para nada un voto útil: la duda está en si desaparecerán o ingresarán en el Partido Popular. No obstante, hay un par de argumentos en los que muchos ni siquiera han caído y no vendría mal estudiar como voto útil a tener en cuenta.

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Si ha reflexionado seriamente sobre la necesidad de acelerar el proceso de degradación política, social y moral en lugar de frenarlo, no hay duda: vote a Unidas Podemos, porque cuanto más wokismo en las instituciones, antes se forzará la legítima reacción contra las miserias del discurso políticamente correcto y sus consecuencias. Por otra parte, si lo que prefiere es tranquilidad en las calles, ese voto útil no lo va a encontrar en la derecha, ya que a ésta siempre le montan agresivas campañas cuando gobierna y eso altera seriamente la convivencia en el país. ¿Recuerda algún «Nunca mais» o «Rodea el Congreso» gobernando los socialistas? No sólo es que la derecha no los organice, es que la izquierda a la izquierda de los socialistas (redundante eufemismo para no llamarles extrema izquierda) tampoco. Sí, lo ha entendido bien: si quiere un país tranquilo y donde pueda realizar su vida sin que nadie le moleste, sin nadie organizando manifestaciones que le impidan disfrutar de su tiempo de ocio con normalidad, vote por los socialistas; además, cuanto más votos a los socialistas haya, menos dependerán éstos de Unidas Podemos y sus excentricidades. Cuarenta años de experiencia lo demuestran: es el mejor voto útil para quienes sólo aspiran a vivir sin que el poder ejecutivo les perturbe lo más mínimo y una norma no escrita en la actual Constitución. Y cuenta con una gran ventaja: moralmente siempre podrá quedar por encima en cualquier discusión, no importa el asunto. Siempre.

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Gabriel Gabriel
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