21/11/2024 13:01
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Cuando murió el Caudillo, interesados y traidores vocearon en muchos medios que el franquismo había muerto. Que sin Franco no tenía sentido guardar, respetar y divulgar su ingente obra. Se equivocaron de forma flagrante. En aquellos momentos, con el cadáver del caudillo expuesto, empezaron a jugarse a los dados los unos y los otros el futuro de la patria. Tres grupos y tendencias se disputaban un espacio político que nunca existió y que crearon artificialmente para repartirse el cotarro, con un invento que se llamó reforma política y fue, como he comentado en otras ocasiones, el principio del fin.

Tres grupos bien definidos en un asqueroso compadreo. En un terrible aquelarre de abrazos y puñaladas. Tres grupos para volar unos hechos incontestables que la historia juzgará en su momento. Por un lado, el llamado «búnker», un franquismo inmovilista y cobarde que se suicidó para no soliviantar a los otros dos sectores que tomaban posiciones ante un momento histórico que esta vez no se les podía escapar. Me refiero a los llamados «rupturistas», una izquierda sedienta de venganza, y los «reformistas», unos canallas que provenientes del régimen, mancillaron todo lo jurado para del brazo de los «rupturistas» asaltar el estado, convirtiéndolo en la ruina que soportamos hoy. La obra de Franco no ha caducado y no lo ha hecho porque convirtió a un país sumergido en la ruina física y moral de la izquierda y su diabólica República, en una nación de personas con fundamentos sociales y morales, donde estos valores, sobre todo los morales, crearon una sociedad de hombres libres. De hombres buenos y sanos, de mente y espíritu. Durante los 40 años de paz y prosperidad, el régimen consiguió que sus avances sociales estuvieran enmarcados dentro de la familia como centro de toda prospección cotidiana, bajo el paraguas benefactor de la religión y el respeto a los demás. Los que tuvimos la fortuna de vivir ese tiempo de esplendor, no podemos entender esta destrucción sistemática de toda una obra ingente y verdadera. Los que tenemos ya una cierta edad guardamos en el recuerdo el único asidero que nos conforta en estos tiempos destructivos y absurdos que están acabando con nuestra esencia.

Uno de los objetivos de esta banda de delincuentes que nos desgobiernan es laminar y destruir a la persona y por eso, ante la pasividad de una sociedad idiotizada y enferma, aprueban leyes que van en contra del derecho natural, por ejemplo, las leyes TRANS y la llamada popularmente, SÍ SÍ. Leyes que dentro del ya probado por ellos relativista globalista pone en duda algo tan intrínsecamente unido al ser humano como el género. Leyes como la educativa Celaá que crea analfabetos y se apodera de nuestros hijos para crear personas vacías de contenidos y perdidas en una sociedad denigrante y denigrada. Estos ejemplos me sirven para pedir públicamente volver a la cordura. Que nadie crea que las generales del 23 de julio son la solución. Que nadie piense que la posible triunfante derecha va a cortar la hemorragia que nos está matando. Porque cada día que pasa la metástasis es más invasiva y terrible y por eso hay que inculcar a las gentes el espíritu moral de sentirse patria. Ese espíritu robado tras la muerte de Franco. Hay que devolver a las gentes la ética y el respeto que nosotros disfrutamos durante ese tiempo en el que siempre sonreía la primavera y si los tiempos venían duros y fríos, nos calentábamos los huesos y el espíritu cara al sol.

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.
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José Luis Fernández

Aunque no existieran partidos políticos, o precisamente debido a eso, los españoles vivíamos mucho más seguros, y con más esperanzas en el futuro, durante el periodo en el que gobernó Francisco Franco que durante los 45 años de una «democracia liberal» que ha provocado el aumento de la delincuencia, la pérdida del patriotismo y la degeneración moral del pueblo español.

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