23/05/2024 13:30
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SÉ que ésta puede ser la última carta abierta que le escriba al líder socialista desde la libertad y desde mi Patria… porque al ritmo que van las cosas (incluyendo la cobardía y la ceguera de «eso» que llaman derecha) y al ritmo con que el señor González pide el cierre de ese gran periódico que es «El Alcázar» de mi admirado Antonio Izquierdo casi seguro no llegamos ni al verano en esto de la libertad de expresión.

 

Y el caso es que yo, como tantos españoles más, creí durante algún tiempo en la «honestidad democrática» de Felipe González… como muy bien sabe mi también admirado amigo Ángel Palomino, con quien tuve que discutir a fondo sobre el »muchacho». Entre otras cosas porque Felipe se presentaba libre de la carga de aquel pasado de sangre que fue la guerra civil del 36 y porque era un hombre que había crecido en el franquismo.

 

Pero, la realidad es la realidad y yo no puedo permitirme el lujo de ser ciego ni sordo. Las cartas están marcadas y el desenlace previsto. Porque Felipe no ha sabido dejar la esclavitud del pasado marxista de su partido.

 

Felipe, por otra parte, no lo oculta. En eso hay que seguir admirándole. Felipe lo está diciendo clara y abiertamente: o la democracia es como yo digo, y por tanto «socialista, republicana y antimilitarista», o la democracia es «golpista», y, por tanto, digna de ser aplastada, enmudecida o encarcelada.

 

¿Está claro?

 

Pues, sí señor. ¡Clarísimo! Tan claro como estuvo el gesto de Largo Caballero (tu antecesor en la «inclinación cierre­periódicos») tras las elecciones de 1933 ganadas por las «Derechas»: la revolución se liará por las buenas o con las armas en la mano (es decir, o el pueblo nos da el Poder en las urnas o nosotros tomaremos el Poder a las bravas).

 

Sí, señor: todo está ya claro.

 

Tú quieres el Poder y lo tendrás aunque sea costa de la Democracia. Porque lo que no pretenderás es que sea «democrático» tener que aceptar tus tesis y tu visión del Gobierno por «puritos huevos», que diría uno de los personajes de García Márquez.

 

Tú quieres el Poder y lo tendrás aunque para ello tengas que acusar a medio país de «golpista» o «tejerista».

 

¡Clarísimo!

 

Tan claro como que a ti te importa un bledo lo que puedan opinar los miles de familias que lean «El Alcázar» y el «Heraldo», que haya unas leyes que respetar, que el famoso artículo 20 de la Constitución respalde el derecho de todos los españoles a expresarse libremente (sí, aunque sea para decir que esa Constitución no nos gusta y que, cuanto antes, hay que reformarla… ¡democráticamente!) y que existan unos Tribunales de Justicia encargados, precisamente, de hacer Justicia.

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Para ti, como para aquel «Lenin español» de los años treinta, una cosa está suficientemente clara: que quieres el Poder y que todo aquel que se interponga en tu camino hacia la Moncloa es «golpista».

 

O lo que es lo mismo: que se te apoya públicamente o hay que tener preparado el pasaporte para «viajar».

 

(Por cierto, que puestos a elegir entre tu «moderación democrática» y la «claridad meridiana» de Pablo Castellanos me quedo con la de éste… ¡Con Pablo al menos no hay posibilidad de engaño!).

 

Pues, amigo mío, puestas así las cosas tendrás que admitir que muchos españoles nos estemos ya planteando qué sería mejor para todos: si que gane un dictador como tú o que gane otro dictador que no sea de los tuyos.

 

Macho: lo de siempre.

 

Que si ganas tú hay que poner tierra de por medio y si gano yo te tendrás que ir buscando acomodo fuera.

 

Como en 1820, en 1823, en 1868, en 1923, en 1931 y en 1936. ¡Exactamente igual! ¿Y para esto sacrificamos los cuarenta años de Franco y trajimos la Democracia?

 

¡Está visto que tú eres tan español como el que más! Es decir, todos iguales. La sartén por el mango… y los demás a joderse (¡con perdón! por supuesto). Todos dictadores.

 

Pues, eso, señor mío, eso -aunque lo disfraces de terciopelo- es una Dictadura como la copa de un pino.

 

Por tanto, y dado que ciertamente te favorece el triunfo de tu compañero Mitterrand en Francia, como el Poder ya es «casi» tuyo… mal se nos pone el futuro a los que únicamente aspirábamos a vivir en paz (sí, como en tiempos de Franco) en el seno de una Patria común, libre, grande y unida.

 

Mal… si no somos capaces (¡cuidado por supuesto, vaya por delante: dentro de la legalidad democrática y con «esta» Constitución!) de evitar a toda costa que las urnas te den el Poder. Y digo las urnas porque espero y confío que las Fuerzas Armadas sepan defender la «legalidad» vigente si como en 1934 tu Partido intentase tomarlo por la fuerza y con las armas en la mano… (o al estilo Múgica el pasado 23 de febrero).

 

Así que no hablemos más del «Estado de la libertades» y de los «derechos de la persona humana». No perdamos el tiempo tratando de «vestir el muñeco». O tú o nosotros.

 

¿O no es eso lo que tú quieres decir cuando dices que hay que cerrar «El Alcázar» y el «Heraldo».

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¡Fuera máscaras, Felipe! Que aquí ya nos conocemos todos. Claro que Largo Caballero tuvo más suerte que José Antonio.

 

¿Verdad?

Julio MERINO

 

 

Nota aparte:

 

Intencionadamente no quiero referirme esta semana al «complot» que ha estado a punto de acabar con el Papa Juan Pablo II y que los «tontos» de siempre tratarán de acercarlo a la «extrema-derecha» o algo parecido. ¿Por qué? Sencillamente, porque antes me gustaría que todos los amigos del HERALDO leyesen el libro que acaba de publicar Lidia Falcón sobre el atentado de la cafetería Rolando y que lleva por título: «Viernes y 13 en la calle del Correo» (Editorial Planeta). Yo les aseguro que si después de leer este libro dudan de quién y cómo se está auspiciando el terrorismo es que ya estamos todos ciegos. Por hoy sólo unas cuantas preguntas: ¿A quién le interesaba más que el Occidente se quedase sin la voz y sin el ejemplo santos del Papa Wojtyla? ¿a quién le puede interesar que la Europa occidental se resquebraje y pisotee los principios éticos, morales y religiosos que inspira la Religión de Cristo? ¿a quién le interesa que España no entre en la OTAN? ¿a quién le interesa un País Vasco independiente que sea para Europa lo que Cuba para Estados Unidos? ¿a quién le interesa que en Estados Unidos haya un presidente «cómodo» y «blando»? ¿a quién le interesa desprestigiar a la «extrema derecha»? Les aseguro que otro día les hablaré de estos temas.

 

(Heraldo Español nº 55, 20 al 26 de mayo de 1981)

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.