09/05/2024 02:44
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En 2017 Donald Trump ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, literalmente, contra todo pronóstico. Durante 2016, la mayoría de los medios estadounidenses, abrumadoramente pro-demócratas, habían publicado infinidad de encuestas vaticinando la segura victoria de Hillary Clinton y, como es lógico, tras conocerse los resultados de las votaciones, muchos progres americanos se llevaron un chasco tan descomunal como inesperado.

Sin embargo, de forma aparentemente menos lógica, siguieron consumiendo las noticias de aquellos medios que con tanta insistencia les habían mentido…

Viéndolo desde fuera, se esperaría que a la desilusión por la derrota le siguiese, naturalmente, un sentimiento de frustración y rabia, pero que, ya más calmados, el reiterado falseamiento de las encuestas llevaría a cuestionar su fiabilidad y, en consecuencia, a reconsiderar la confianza puesta en las fuentes de dicha “información”.

Pero no. Como me demostró con su ejemplo en varias ocasiones una profesora estadounidense natural de San Francisco, el sectarismo político es el mismo en todos lados y la confianza en los medios no se asienta en la veracidad de sus informaciones, sino en la afinidad ideológica o sentimental con su línea editorial. Al fin y al cabo, las televisiones, radios e “influencers” que proclamaban la victoria de la candidata demócrata sólo pretendían desanimar a los republicanos y atraer o intimidar a los indecisos… de modo que los medios zurdos no sólo tenían “legitimidad” para mentir por la causa, sino la obligación “moral” de hacerlo. Y los acólitos de Hillary, naturalmente, secundaban dicha táctica y participaban activamente en ella… Demostrando que el apego a la causa es mucho más fuerte que el afán por la verdad.

Y, sin duda, es ésta la crítica más grave que puede hacerse a la democracia y al partidismo en que inevitablemente se materializa. Más allá de que nos parezca absurdo que valga lo mismo el voto de una persona trabajadora y el de un parásito; el de un sabio y el de un necio; o el de una persona bondadosa y el de un criminal… lo peor de la división en banderías es que éstas ciegan y tienden a arrasar cualquier traba moral. El ciudadano se envilece cuando pierde el interés por conocer la verdad y la política es una vía por la que nos hacemos partícipes de la mentira.

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Por eso resulta doloroso asistir a un nuevo episodio de esta farsa y oír una vez más aquello de “la fiesta de la democracia”, cuando sabemos a ciencia cierta que las elecciones sólo son el aval para la perpetuación de una partitocracia corrupta. Ahí están los datos objetivos e inapelables:

El PSOE siempre se ha conducido como una organización de delincuentes: ha saqueado la economía española cada vez que ha tenido ocasión; ha aumentado la deuda pública siempre que ha gobernado; ha destruido la educación, politizándola, entendiendo la escuela como una cantera de futuros votantes; ha desprestigiado las instituciones poniéndolas a su servicio; ha indultado a golpistas y premiado a ladrones; ha puesto en libertad a más de mil delincuentes sexuales condenados; se ha aliado con separatistas, terroristas y comunistas… Y, con todo, tiene un suelo electoral que no baja del 25 %.

Por decisión propia, sus votantes son cómplices de las fechorías de Francisco Largo Caballero, de José Negrín, de Felipe González, de José Luis Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez. Y nadie les obligaba a serlo. Porque cuando alguien acepta que un presidente se diga doctor sin haber escrito su tesis doctoral; decir una cosa y hacer la contraria de forma habitual… el problema es la persona que sigue dándole su apoyo.

De igual modo, todo indica que Alberto Núñez Feijóo no será distinto de Pablo Casado o de Mariano Rajoy. ¿Alguien confía en que Feijóo se atreverá a hacer cumplir la Ley en toda España?; ¿o que hará algo para impedir el adoctrinamiento en las escuelas? ¿Algún incauto cree que retomará el Plan Hidrológico Nacional?; ¿que detendrá el desmantelamiento de nuestras centrales nucleares o que construirá otras nuevas? ¿Podemos imaginar que autorizará la explotación de nuestros propios recursos energéticos?; ¿que fomentará la natalidad?; ¿que tomará alguna medida para frenar el consumo de drogas o para reducir el número de suicidios? ¿Existe un solo dato que invite a pensar que pondrá firme a Marruecos y volveremos a ejercer nuestro papel como árbitro en el Sáhara occidental?; ¿o que reclamará Gibraltar? ¿Acaso alguien imagina que derogará la ley de mentira democrática o que hará algo por impedir –o siquiera reducir– los 100.000 abortos anuales en España? ¿Existe un solo ciudadano que crea que podrá educar a sus hijos en español en cualquier lugar de España y acceder a un puesto de trabajo sin trabas lingüísticas? ¿Es que hay quien piensa todavía que Feijóo reducirá el gasto público inútil, empezando por retirar las subvenciones a partidos, sindicatos, chiringuitos y medios de comunicación?; ¿que sancionará las iniciativas disolventes o separatistas?; ¿que por primera vez en la historia se reducirá el número de paniaguados?; ¿que derogará la LOMLOE o la estúpida ley del cambio climático?

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En el turnismo amañado o bipartidismo, el PP ha sucedido al PSOE sin derogar jamás una sola ley aprobada por éste; Feijóo se ha reconocido votante del corruptísimo Felipe González y ha mostrado su disposición a pactar con el PSOE… además, por cierto, de expresar su deseo de pasar página al “Barçagate” sin que haya consecuencias: “se han sembrado muchas dudas y el Barça ha sufrido una erosión muy dura, al igual que el colectivo arbitral, pero aún así me alegro de que el club no haya sido excluido de las competiciones europeas”[1].

Y con estos mimbres, sus votantes deberán lidiar con la “pequeña” contradicción de pretender “el cambio” votando al PP.

 

[1] Entrevistado por Vicente Jiménez y Miguel Ángel Velasco, diario AS, 20 de julio de 2023.

 

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Fue Rob

Los mercenarios de la información tienen mucho que ver con la inmoralidad que los políticos corruptos han gobernado la nación, sea de derecha o izquierda, ambos son la misma mierda. El turnizmo en el poder es lo que les importa y, no resolver las necesidades del ciudadano.

Geppetto

Los papeles están repartidos y el camino trazado
En la actualidad el Psoe ha enlazado con el socialismo de 1936 y el PP con el conservadurismo cobarde de la CEDA y con esos mimbres el cesto esta saliendo muy parecido al que hizo que los españoles se destriparan en 1936.
La derecha actual es tan necia y aprovechada como lo fue la de la Restauración y la Republica y la izquierda tan criminal y asesina como lleva siendo desde 1808.
La «democracia liberal» es el timo del tocomocho en el que siempre gana el sinvergüenza criminal mientras pierde el tipo normal que se deja timar vez tras vez

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