21/11/2024 11:58
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¡Soy un ingenuo! Creía que Pablo Iglesias, que dicen que es cinéfilo pero no se si del western, iba a jugársela en el póker de la muerte, pero se ha achantado en la partida frente al taimado tahúr y la rubia que siempre ronda por el «saloon» del Oeste mientras suena «Oh, my darling Clementine».

Presumía yo que el hombre que iba a asaltar los cielos estaría dispuesto a afrontar el duelo en Ok corral, pero se achantó en cuanto comenzaron a ponerle excusas los fieles camaradas y no ha tenido el valor de quedarse solo ante el peligro. Pablo Iglesias se ha aburguesado cuál si fuera Jesse James colgando el cartel de «Home sweet home» justo antes que le dispararan por la espalda.

El viernes 9 de junio, Pablo se levantó de la mesa sin jugarse el resto y con ello ha sentenciado el fin de Podemos para hacer un Podemos más chic, más de diseño y vestuario, potable para la burguesía rojiprogre a la que se habían sumado en su look Belarra y Montero para casi ser expulsadas del club de amiguis. Y a mí me parece que Belarra entre su público tenía recorrido.

El a veces catalogado como macho alfa se ha rendido sin luchar para asegurar con Belarra al frente un pequeño grupo de entre 8 y 13 diputados, que ya veremos si llegan a ese guarismo.

El profesor de ciencias políticas, el ideólogo hermanado con Monedero, los asesores de no sé cuántas cosas, ha perdido la batalla táctica ante Sánchez que no ante Yolanda, que no pasa de ser la esbirra del presidente. Iglesias creyó que había asaltado los cielos ocupando los sillones de la Moncloa y se equivocó. Poco queda, más allá de la verborrea, de aquel Iglesias desafiante que obligó a Sánchez a repetir elecciones.

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No percibió, hasta que fue muy tarde, que el gobierno de coalición conducía a un lento flujo de seguidores hacia un PSOE que se apropiaba de su discurso -nadie más rojo que Sánchez-,  que tenía marcada en su hoja de ruta la destrucción de PODEMOS (como Feijóo tiene la destrucción de VOX por el mismo camino). Cierto es que Iglesias y los suyos han dado muchas facilidades.

Se equivocó al dar alas a Yolanda en vez de promocionar a una dirigente solvente en su grupo como era Belarra, pero es que la entente Belarra-Montero tardó en ser cordial. Sirvió sin darse cuenta al mediocre Garzón en su tarea de hacer de IU la fuerza de mando cuando se despeñaba hacía el basurero.

A Pablo Iglesias ni le ha funcionado el farol de los vetos y el amago de ir en solitario a las elecciones mientras temblaban los que han vivido del sueldo público, de los cargos y las bicocas.

Al final el sosias de Iván el Terrible, el comunista irredento amante de las depuraciones y el ostracismo, no solo sale acongojado y chuleado sino también humillado por el veto a Irene Montero.

De 7 a 13 escaños, a eso va a quedar reducida Unidas Podemos. Y ya veremos, porque puede que al final, si detraemos los escaños valencianos, la jugada de Sánchez no pase de la veintena de escaños en los que se llegó a mover Izquierda Unida.

La segunda jugada de Sánchez, tras el fiasco de Errejón, que también alcanza la venganza soñada, le puede salir perfecta, y si Yolanda no queda tercera y se diluye la posibilidad de seguir siendo presidente, se quedará como amo y señor de la izquierda.

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Nuestro personaje de serie B tenía tres pistoleros enfrente, Sánchez, Yolanda y Errejón, es seguro que le había desaconsejado desenfundar el dueño del gran rancho que le amparaba, y Echenique no llega como acompañante para el duelo a las botas de Walter a Brenan en Río Bravo… pero a Iglesias le ha faltado valor para aceptar el desafío o incluso salir en último minuto, superando sus miedos como el personaje de Lee  (Robert Vaughn) en los 7 magníficos para perecer como un héroe porque en el fondo no llega a la sombra de Gargamel (el malo de los pitufos).

Autor

Francisco Torres
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Aliena

Prefiero la partida de cartas de «El estudiante de Salamanca», en la que Don Félix llega a apostar objetos de la ya difunta Doña Elvira ( «A estar aquí la jugara a ella, al retrato y a mí» ). Claro que Pablo Iglesias no llega ni a Don Mendo jugando con ferocidad a las «Siete y media» con el Marqués de la Moncada y el Barón de Vedia ( «un aragonés, antipático y zumbón, que está en casa del Marqués, de huésped… o de gorrón» ).

Pedro

A UNIDAS PODEMOS, y ahora, ya, HUNDIDAS PUDIMOS, se la han cargado los CEAUCESCU, Pablo e Irene, con sus maneras totalitarias y dictatoriales, como buenos comunistas que son, y expulsando a todos los que les pudieran hacer sombra.
Han sembrado vientos, y han cosechado tempestades.
¡Que se jodan!
No me dan ninguna pena, la verdad.

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