16/05/2024 18:47
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Se está creando la ilusión de que el Partido Popular (PP) va a redimir todos y cada uno de los sufrimientos padecidos durante el gobierno del PSOE, y se le espera como el recambio a la desesperación creada en los últimos cuatro largos años. Cierto es que todos estamos hartos de Sánchez y de sus compañías, pero esto no nos puede hacer olvidar las fechorías cometidas por el PP a lo largo de los años que ha gobernado.

Pareciera que se ha de perdonar al PP su pasado y partir de cero. Una cara nueva, un equipo distinto, no dan la prerrogativa a que se haga tabla rasa de anteriores comportamientos, pues estos condicionan el actuar presente y, de modo inexorable, el futuro que vamos ganando al tiempo. La aureola con la que se presenta el señor Feijóo,  ceñido de amabilidad, conciliación y alternancia, no puede diluir lo que su partido representa.

Este PP ha sido condenado por corrupción hasta en tres ocasiones: ¿Esto se ha olvidado? ¿Carece de importancia que un partido político tenga sobre sus espaldas condenas por tener una Caja B? Hay que recordar que, además de personas identificadas por su nombre, ha sido condenado el propio partido político, lo que significa que estamos ante un partido delincuente. ¿Dejaría cualquier persona prudente la seguridad de su persona y la garantía de sus bienes a una persona de tales características? Parece que así sea, por el enorme entusiasmo con el que gran parte de los ciudadanos han apoyado a dicho partido en las elecciones municipales y autonómicas, y como así parece será en las próximas nacionales.

¿Ha echado el ciudadano al cajón del olvido las continuas promesas incumplidas por los dirigentes de este PP? Incluso aquellas decisiones que siquiera anunciaron, pero que fueron el medio de conseguir apoyos, como aquél de la eliminación del servicio militar para beneplácito del señor Pujol, ofrecido en bandeja de plata por el señor Aznar.

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Estos señores del PP pudieron corregir los desastres que España ha sufrido en posteriores años. Así, pudieron establecer una ley de educación única, una sanidad única en todo el territorio nacional, unos tribunales de justicia bajo el control de un ministerio de ámbito estrictamente nacional, la modificación de la ley del Poder Judicial, y así otras tantas cosas que darían para un libro.

Este PP ha ido de la mano de los intereses foráneos y no nacionales, como ha ido incumpliendo promesas electorales que hoy han caído en el más absoluto olvido. Si el señor Aznar hizo lo que hizo, anudándonos a Estados Unidos y Reino Unido en una guerra del Golfo  que solo le supuso poner los pies sobre una mesa ante el representante de los auténticos dueños mundiales, Rajoy no se quedó atrás en cambiar de “opinión”, (de ahí que Sánchez no ha sido el primero en tal técnica, sino alumno aventajado de sus distintos predecesores en el gobierno de España), al relegar al baúl de los trastos inservibles aquél compromiso del año 2011 de no tocar las pensiones, pues nada más llegar al gobierno desligó aquellas del IPC, perdiendo poder adquisitivo.

De aquella promesa de no subir los impuestos, el mismo año 2011 su Consejo de Ministros aprobó una subida del IRPF por la que conseguía cerca de 5.250 millones de euros, pero sobre todo del personal asalariado, esto es, del que tiene una nómina mensual que no puede cocinar a la hora de la declaración. Siguiendo en el ámbito laboral, Rajoy también prometió no abaratar el despido, y cuatro meses después de ocupar la Moncloa, estableció los veinte días por año trabajado y rebajó de 45 a 33 días la indemnización para los contratos indefinidos, reforma que no ha modificado el PSOE en sus años de gobierno.

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No hablemos ya del aborto, de cuyo recurso ante el Tribunal Constitucional intentó desistir pero, como algún que otro diputado ya había fallecido, le fue imposible llevarlo a término. En definitiva, si parte de los españoles van a votar a un PSOE enlodado, otra parte votará a un PP que sale también de igual vertedero, más o menos embarrado como el primero, y por cuya viscosidad la verdad ha cedido paso a la mentira. Este próximo lunes tendrán un cara a cara Sánchez y Feijóo, lanzando la idea de que solo existen el PSOE y PP, siendo el resto de partidos meros accesorios. La desilusión del hombre agudo es evidente ante la comprensión de que eso que se denomina democracia es falaz e inexistente. No cabe que los españoles,  a partir del veinticuatro de julio próximo, griten a los cuatros vientos que han sido defraudados, pues al que sabe y consiente, no se le engaña.

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Geppetto

Los españoles llevan 40 años de estupidez
Han tenido tiempo de sobra para hacerse una idea clara de lo que esta sucediendo y a pesar de que les han dado mas pases que a un toro avisado, siguen entrando al trapo.

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