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¿Se han fijado en que desde que saltó la noticia de que el F.C. Barcelona pagó durante casi veinte años al vicepresidente del Comité Técnico de árbitros, un buen número de periodistas se empeña en referirse a este hecho delictivo como “caso Negreira”? Como si el corrupto sólo fuera el vicepresidente José María Enríquez Negreira, y poniendo el foco en él pudiera ocultarse al corruptor; esto es, el F.C. Barcelona.
Por supuesto, no cabe sorprenderse de esta artera maniobra, pero tampoco debe pasarse por alto sin señalarla como lo que es: una cortina de humo[1], como esas que emplean los delincuentes con medios a su alcance para encubrir sus delitos.
Desde el primer minuto en que se destapó el escándalo, se han ido sucediendo, una tras otra, diferentes argucias para tratar de taparlo o restarle importancia: victimización del delincuente; acusación sin pruebas a otros clubes; tergiversación de los hechos; amenazas a los periodistas que informan u opinan como no deben; introducción de falsos debates; dispersión de responsabilidades; griterío en las tertulias para acallar las voces incómodas; sensibilidad exacerbada para hacerse los “ofendidos”… Es decir, lo que sea para desviar la atención de lo sustancial, a saber: que el F.C. Barcelona pagó más de siete millones de euros entre 2001 y 2018 a un señor que tenía el poder de decidir sobre el futuro profesional de los árbitros de primera división del fútbol español. O, dicho de otro modo, que el citado club influía en los árbitros de la Liga española, corrompiendo la competición en la que participaba.
Algunos periodistas, que mejor cabría llamar encubridores o blanqueadores del delito, se han lanzado incluso a calificar de “fanáticos”[2] a quienes han tenido la intolerable osadía de señalar una vinculación entre los resultados cosechados por el Barça en las competiciones domésticas y la “pequeña” ventaja de contar con el favor de quienes designaban a los jueces que arbitraban los partidos. Desde luego, ¡qué atrevimiento!, ¿verdad? Mira que dudar de la limpieza de la competición…
Pero la desfachatez del pseudoperiodismo encubridor no se para aquí. El mismo “mosquitamuerta” Maldini se indignaba porque, tras conocerse los pagos a Negreira, haya quien manifieste prevención ante la elección de los árbitros: “La perversión definitiva es no sólo quejarse de los árbitros de forma compulsiva (lo hacen todos) tras los partidos sino también en cuanto sale la designación. Qué cruz”. (Twitter, 24 de febrero de 2020).
¡Ooooh! ¡Cuánto sufre, el pobrecín! ¿Pero qué supone este pájaro que deberíamos hacer? ¿Seguir creyendo ciegamente en la limpieza de la competición cuando tenemos la certeza de que ha sido adulterada durante años, y los que hoy rigen la Federación y el Comité de árbitros son los herederos de quienes sabemos corruptos?
Vamos, que si en tiempos de Jack el Destripador, en un callejón brumoso del barrio londinense de Whitechapel, una muchacha de la calle ve acercársele de noche un tipo con un cuchillo en la mano, asomando en su rostro una sonrisa siniestra, y la mujer grita pidiendo auxilio, y trata de huir, y se resiste… llega Maldini “el ecuánime” ¡y la llama desconfiada!; ¡y suspicaz! ¡Y la reprende porque protesta y no se deja apuñalar!
Afirman también los encubridores que “el caso Negreira no puede manchar los éxitos deportivos del Barcelona” porque aquel extraordinario equipo “no lo necesitaba”; porque “Messi era y es el mejor jugador de la historia”, porque el Barça tenía “una generación de futbolistas incomparable” y otras razones similares. ¡Pues menudo argumento! Por esa misma regla, el crédito del ciclista Lance Armstrong o del velocista Ben Johnson no debería verse menoscabado por el hecho, sin duda menor e intrascendente, de haberse dopado durante sus años más exitosos. En realidad, habría que devolverles a ambos todos los títulos y récords de los que se vieron injustamente desposeídos, restituir por decreto su honor mancillado y borrar de las hemerotecas cualquier mención a aquellos deslices tan injustamente sobredimensionados… Al menos al Barça no le pueden retirar los títulos, ya que una reciente y oportunísima ley ha establecido la prescripción de los delitos imputados… Otra casualidad, que sin duda redunda en favor del deporte y de la justicia en general. Entiéndase la ironía.
Pero es que, además, abusando de la ingenuidad y frágil memoria del personal, y estirando el infame argumento, quienes pretenden quitar hierro al pago de más de siete millones de euros al vicepresidente del Comité Técnico de árbitros afirman que “no eran necesarios” porque el “Barça habría ganado igualmente”[3]; apoyando dicha hipótesis en apreciaciones subjetivas como “es el mejor equipo que he visto”, o invocando el “dominio aplastante” del Barcelona en el período en cuestión. Aunque, si observamos los datos fríamente, aquel Barça victorioso no fue tan arrollador como algunos quieren que creamos: el F.C. Barcelona ganó la Liga de 2009-2010 con tres puntos de diferencia sobre el Real Madrid; en 2010-2011, con cuatro puntos de ventaja; en 2014-2015 con dos puntos de diferencia, y en 2015-2016 con tan sólo un punto. Lo cual no se compadece demasiado bien con la presunta “incontestable superioridad” invocada por los encubridores…
Por otra parte, hay quienes con total desvergüenza se fingen preocupados porque “está en juego la reputación de nuestro fútbol”; de modo que tapar al Barça se viste como un acto patriótico, generoso y necesario destinado a un fin honorable: “salvar el fútbol español”. Alucinante planteamiento que, al parecer, pretende borrar de nuestro imaginario las pitadas al himno nacional en el Camp Nou y el apoyo de la institución F.C. Barcelona al separatismo catalán.
Los hay, incluso, que han llegado al extremo de vaticinar beneficios extraordinarios para el Barça en concepto de reparaciones por la reputación dañada, como el periodista culé Miguel Ángel Ruiz: “No pasará absolutamente nada (con el Caso Negreira). La indemnización que van a tener que pagar es brutal. Creo que, entre los periodistas, medios y la propia UEFA indemnizando al club, vamos a poder fichar a Mbappé y Haaland juntos”[4]. Y así, por arte de birlibirloque, nos hacemos los agraviados y se encubre la corrupción. Ahora bien, si pensaban que ya no era posible superar las cotas de encubrimiento alcanzadas y previamente expuestas, he aquí la prueba de que para el encubridor profesional no hay límites. Y es que existen sujetos que tratan, incluso, de hacer cómplice de la corrupción del F.C. Barcelona… ¡al Real Madrid! ¡Como lo oyen! Por ejemplo, el periodista de El País José Sámano, quien se afanaba en desviar la atención de la compra de arbitrajes por el F.C. Barcelona en un artículo titulado: “El compadreo Barça-Madrid”; lo introducía con el siguiente párrafo resumen: “Que los blancos se hagan los suecos ante el ‘caso Negreira’ es otro ejemplo de que los grandes patricios del tinglado se apoyan entre sí ante un enemigo común: Javier Tebas”[5]. Sugiriendo una especie de contubernio en el que ambos clubes quedarían curiosamente igualados y manchados a la par… aun cuando la compra del Comité Técnico de Árbitros por el Barça tenía por evidente beneficiario al pagador, y un gran damnificado, el Real Madrid.
¡Qué no serán capaces de inventar los pseudoperiodistas encubridores!
[1] Salvando las distancias y por poner un ejemplo emblemático, como aquella “gripe española” que nos endosaron los anglosajones para encubrir que fueron los estadounidenses quienes trajeron la enfermedad a Europa en 1917, propagándola por el viejo continente.
[2] Julio Maldonado, “Maldini”, 27 de febrero de 2023: https://www.youtube.com/watch?v=8LxbkznDyP0
[3] El exentrenador Vicente del Bosque afirmaba el pasado 2 de marzo de 2023 en el diario catalán La Vanguardia: “El Barça habría ganado lo mismo con o sin Negreira”.
[4] En el programa “El Rondo”, de Albert Lesan, el 27 de marzo de 2023.
[5] El País, 24 de febrero de 2023: https://elpais.com/deportes/2023-02-24/el-compadreo-barca-madrid.html
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