11/05/2024 11:47

Como diría aquél, la vida sigue igual, ya que en los brevísimos instantes que veo la televisión mientras cambio de mi canal documental a uno deportivo, sigo siendo machacado por anuncios feministoides, que publicitan una imagen masculina rayana en lo esperpéntico. Me refiero a la enorme cantidad de publicidad dedicada a promocionar la imagen del hombre amo de su casa, enfrascado en anunciar detergentes, enfundado en los típicos delantales marujones, que causan pasmo y grima, a los que solo hace falta ponerle bigudíes para que la farsa sea de juzgado de guardia.

Ya que este chapapote feministo es francamente avasallador, podrían al menos guardar un poco las formas, actuar con más disimulo. para no caer en la chabacanería, en espectáculos cutres, que convierten a los hombres en arlequines rosicler —¡ay, sí!— listos para ser servidos como carnaza en espectáculos de orgullo gay.

Por ejemplo, hace poco vi un anuncio de dos hombres absortos en hacer su colada, de los cuales uno estaba enloquecido promocionando las virtudes de su detergente, mientras el otro, casi arrodillado en el suelo, olisqueaba con fruición y éxtasis el olor a limpio de una camisa, como si estuviera degustando una exquisita delicatessen. El hombre que olía las camisas: éste podría ser el título de una novela no muy distópica, quizá un pelín negra, ganadora de un premio Pulitzer de esos por su gran servicio a la causa globalista… Incluso podría servir como título para una película oscarizable, ya que todos sabemos que la industria del cine es completamente agendista.

Vintage como soy a más no poder, recuerdo con nostalgia títulos que se refieren al hombre de manera muy distinta, pero que indudablemente promocionan una imagen del hombre mucho más tradicional, mucho más masculina: El hombre que mató a Liberty Valance, El hombre que susurraba los caballos, El hombre que ríe, El hombre que calculaba, Un hombre llamado Caballo, El hombre que pudo reinar, El hombre que sabía demasiado, El hombre que fue jueves… Pero posiblemente la película que más refleja la actual visión de la masculinidad es la que tiene por título “El hombre que nunca existió”, título de una novela y una película —cuya última versión he visto hace poco— sobre la rocambolesca historia del colosal trampantojo con el que los aliados engañaron a los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Conocido como la “Operación carne picada” —“Mincemeat”—, consistió en que hicieron pasar el cadáver de un galés alcohólico ahogado, por un espía que llevaba encima documentos comprometedores que informaban de un desembarco aliado en Grecia, cuando realmente iba a tener lugar en la isla de Cerdeña. El cadáver fue encontrado en la localidad onubense de Punta Umbría el 30 de abril de 1943, adonde fue llevado por un submarino. Los alemanes se tragaron aquel enorme sapo, y, como consecuencia, la guerra dio un giro muy importante a favor de los aliados.

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Desde luego, no me digan que no es evidente el parecido entre el hombre que olisquea con delectación camisas recién lavadas y la carne picada. Por cierto, este anuncio me recuerda aquella escena de la película oscarizada “Brokeback Mountain” —que no vi, por supuesto—, donde un vaquero huele con nostalgia la camisa de su adorado camarada.

En fin, que hasta ahora el hombre ha existido, pero en estos tiempos de tantos olisqueadores de camisas, parece que la “Operación Carne Picada” vuelve a estar en auge.

Por cierto, ya que hablamos de “mountains”, todo empezó en los años 60, con la llamada “Iron Mountain”, conspiración urdida por el siniestro Instituto Tavistock, creador de las estrategias MK-ULTRA, uno de cuyos ejes era la creación del hombre metrosexual: es decir, el olisqueador de camisas, más o menos… que después se abisma en la cocina a guisar un delicioso plato de carne picada, claro está.

Canal de Telegram: https://t.me/laureanobeni

Canal de Youtube: https://www.youtube.com/@grandecaballero

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aliena

Otro que no consigue encontrar de qué escribir sin mencionar a los «nazis». Para eso, mejor quédense ociosos.

Laureano Benitez

Otro que no consigue tener nada mejor que hacer que venir aquí a descerrajar tonterías. Mire, si se aburre, váyase a esparragar. ¿o es que usted es un censor que va a prohibir la palabra «nazi» cuando le venga en gana?

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