11/05/2024 21:50

En mi vida he visto ya muchas borrascas, y hasta hace poco nunca se les daba un nombre, pues solamente se tenía la costumbre de bautizar a los ciclones tropicales, esos que arrasan con vientos huracanados las latitudes tropicales. Sin embargo, en esta época de terrorismo climático, hace poco que han empezado a bautizar también a las pobres borrascas, quizá para quitarlas el sambenito de ser expósitas, de ser anónimas, pero, especialmente, con el fin de atemorizar a las poblaciones aborregadas, que precisan de sus dosis de miedo como si fueran chutes de adrenalina.

Es indudable que bautizar a una borrasca con un nombre más o menos rimbombante aumenta su potencial amedrentador, porque las mete en el círculo apocalíptico de los tifones tropicales, y por eso los dementes climáticos también se valen de este recurso para vendernos el pandemónium medioambiental.

Realmente, vivimos en un país que, lejos de sentir temor por la llegada de borrascas, debería celebrar verbenas cada vez que aparecen nubes preñadas de agua en sus cielos, casi sempiternamente azules por aquello del HAARP, los radares OTAN y las estelas químicas que impiden las borrascas, que las abortan como si fueran fetos de Dator.

Como lo realmente dantesco y aterrador son las sequías —de claro origen otánico—, me ha dado por pensar que también se les podría dar un nombre, en el que se manifestara claramente su siniestra génesis, tales como Polstergeista, Draculona, Davona, Bilderbergena, KIausa, Satancha, Belcebúa, Pertinacia, Chemtraila, etc…

Y aprovecho el tema del artículo para enviar un cordial saludo al ciclónico Mario Picazo, que cada dos por tres nos ameniza el tedio borreguil profetizando tifones que van a venir a España, ciclones que pueden afectarnos, pero que, por gracia divina, nunca acaban devastando nuestra patria. Y es que por algo este señor es profesor de cambio climático en California.

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Al parecer, España pertenece al Grupo del Suroeste en lo que respecta a las borrascas, en el cual están también Portugal, Francia, Bélgica y Luxemburgo, los cuales, al comienzo de cada temporada elaboran un listado de nombres para poner a las posibles borrascas que afecten a nuestros lares. No importa si las borrascas son masculinas o femeninas, porque hay nombres para todos los gustos. El caso es que lo normal es que los ciclones tropicales devastadores tengan nombre de mujer, pero esto es algo totalmente inadmisible en los tiempos que corren, como ustedes comprenderán, pues sería deliro de violencia climática, lo que le faltaba el clima, con tantos cambios y tantos cambalaches.

Por ejemplo, los que están disponibles para este año son: AlineBernard, Celine, Domingos, Elisa, Frederico, Geraldine, Hipolito, Irene, Juan, Karlotta, Louis, Monica, Nelson, Olivia, Pierrick, Renata, Sancho, Tatiana, Vasco y Wilhelmina.

¿Como se adjudican los nombres? ¿Mediante el pinto-pinto-gorgorito, sorteando, o mediante votaciones democráticas? ¿Se los darán en Davos o en el Vatikano?: vete tú a saber…

La borrasca “Karlotta”, que se desarrolló en España desde los días 9 al 12, tuvo la sospechosa particularidad de que coincidió con las tractoradas con las que el campo español protestaba frente a las políticas agrarias y ganaderas de la UE, seguidas por España a rajatabla: ¿fue una simple coincidencia que estuviéramos 3 semanas bajo un potente anticiclón de bloqueo y, por arte de magia, apareciera “Karlotta”, con lluvias, viento, granizo y nieve, justo cuando el campo español se echan a las carreteras y ciudades? ¿Es una simple casualidad que, pasadas esas fechas, vuelva la situación anticiclónica? Por cierto, el nombre de esos anticiclones está claro: “HAARP”.

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Yo, la verdad, el nombre que prefiero para “borrasca” es el de “cumbres”, para rendir homenaje a la magnífica historia de la literatura clásica que lleva por nombre “Cumbres borrascosas”, escrita en 1847 por Emily Brontë.

Sin embargo, con la que nos está cayendo desde el 78 desde las bafométicas cumbres de Sierra Pelada, se puede afirmar sin exagerar que España está sumida en una profunda borrasca desde entonces, devastada por un tifón megadestructor que nos ha sumido en una profunda depresión —también se llama “depresión” a las borrascas—.

¿Qué cómo se llama esta borrasca? Bueno, se me ocurre el nombre de “Bellido-Golfos”…

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rozas45

Apañolos! limpiense el orto lleno de praliné intestinal. Están ustedes bajo control anglomasónico desde que pakita la culona dejó instalar bases yankis en suelo Apañol. No pierdan tiempo con especulaciones, no tienen salida si no declaran la guerra fisica a sus enemigos. ¿Pero como van a hacerles frente si comparten con ellos ataques ilegales a otras naciones que no les han hecho nada? No tienen ejercito ni armamento. Han sido aniquilados territorialmente, culturalmente y económicamente y están rodeados de traidores en todos sus estamentos. Deben luchar por sobrevivir cumpliiendo las normas que les imponen y subsistir con las migajas de sus enemigos y asumir la derrota.

Laureano Benitez

Se llamaba Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los ejércitos, que salvó a España de las hordas marxistas. ¡Váyase a esparragar de una puñetera vez, y cuidado no se roce el culo!

Aliena

Feliz ocurrencia, si bien temo que cada vez menos gente entienda a qué puede referirse alguien al nombrar a Bellido Dolfos, ¡perdón!, Golfos…

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