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Los últimos días de julio y primeros de agosto de 1921 constituyen unas de las jornadas más tristes y luctuosas de la reciente historia de España; a lo largo de aquellos días de aquel caluroso verano la sociedad española asistió, con estupor, a uno de los más graves descalabros de nuestra historia militar: el llamado Desastre de Annual.

Sin entrar en disquisiciones de carácter táctico que no nos competen y están fuera del ámbito de este trabajo, diremos que aquella acción militar, en el teatro oriental de operaciones de nuestro protectorado marroquí, supuso el desmoronamiento de todo el frente y por ende la caída de la Comandancia General de Melilla con la pérdida de miles de hombres, desplegados en un largo rosario de posiciones a las órdenes del General Silvestre, muchos de ellos vilmente asesinados por las hordas kabileñas de Abd el Krim.

Tras los tristes episodios de Abarrán, Igueriben, Annual, Monte Arruit o Zeluán, por citar solo alguno de los enclaves que, ocupados por nuestro Ejército, sufrieron los ataques de las kábilas de los beniurriagueles y los temsamanes, entre otros, España entera se puso en pie, con las excepciones de siempre, para defender la dignidad y el decoro nacional, siendo muchos los ejemplos de solidaridad con nuestros soldados con los que se distinguieron Instituciones y Entidades de todo tipo.

Cuestaciones populares, suscripciones, corridas de toros, etc., destinadas a recaudar fondos para la adquisición de vehículos aljibes, material sanitario o paquetes de alimentos, se sucedieron por aquellos días a lo largo y ancho de nuestra geografía patria de cuyas ciudades comenzaron a partir, entre el ardor popular, los Regimientos que las guarnecían con destino al frente africano para emular las heroicas hazañas de hombres como el Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera al frente de sus jinetes de «Alcántara»; el Comandante Benítez en su heroica defensa de la posición de Igueriben o el Capitán Salafranca en la estéril resistencia en Abarrán, por citar solo algunos de ellos.

Dentro de estas iniciativas destinadas a apoyar al Ejército de Operaciones destaca una, tal vez poco conocida, que promovió el entonces Director General de Orden Público, Millán de Priego, entre los hombres que componían los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad, integrantes de la Policía Gubernativa.

Esta iniciativa aparece plasmada en la Orden General de la Dirección, fechada el 16 de agosto de 1921, en la que se señala: «La Dirección considera que los Cuerpos de Vigilancia y de Seguridad por sí mismos están en el deber de probar ostensiblemente su amor a nuestros hermanos del Ejército de África, y propone se adquiera, para ofrecérselo, un tanque o carro de asalto».

Tras la publicación de la propuesta y una vez realizadas las pertinentes consultas con la Autoridad militar sobre la conveniencia de la adquisición de un modelo de carro de asalto en concreto, el Director ordena se inicien las gestiones necesarias para la compra en Francia de un vehículo de estas características a la vez que excita a todos los funcionarios a sus órdenes a contribuir en cuantía no inferior a 10 pts., por lo que se refiere a personal de la Clase Aspirante del Cuerpo de Vigilancia y a los de empleo de Guardia del de Seguridad, y a una aportación de dicha cantidad en adelante a todos los demás integrantes de ambos Cuerpos.

De esta noticia se hace eco la prensa de mayor difusión en España que, en sus páginas de los días sucesivos, recoge con alborozo la propuesta del Director General por cuanto tiene de testimonial.

La suscripción debió iniciarse de inmediato no solo entre los miembros de ambos Cuerpos, sino también captando fondos entre amigos y simpatizantes ya que, en localidades como Ferrol, la cuestación se hizo pública a iniciativa del personal de Vigilancia, obteniendo el éxito esperado.

Muchos de los integrantes de la Policía Gubernativa cedieron voluntariamente el importe de un día de sus haberes e incluso, en algunos casos, dos, aportando la cantidad solicitada por el Director General, siéndole deducida de la nómina correspondiente al mes de septiembre de 1921.

Concluida la suscripción, la Orden General de la Dirección nº 4.560 de 29 de septiembre siguiente, refiere que tras la recepción de los datos procedentes de las diferentes plantillas se logró allegar la cantidad de 69.204,27 pts., que con algunas aportaciones más alcanzó finalmente las 90.077,23 pts., insuficiente, sin embargo, para llegar a los 166.500 francos de coste del vehículo militar que al cambio suponían 91.406,50 pts., toda vez que la equivalencia aquel año de 1921 era de 1 franco = 0,20305 pts.

De esta suerte, en la segunda quincena de octubre siguiente, el Director General giró al Embajador de España en París el total del importe exigido por la compra, cubriendo la cantidad restante, hasta llegar al precio de venta, la propia Dirección General de Orden Público.

El pago, tanto del carro de asalto como del autocamión encargado de transportarlo, se verificó por medio de cheques a través del Banco Urquijo, siendo abonado directamente en París.

De esta operación se hace también amplio eco la prensa indicando – por ejemplo, el ABC con fecha 22 de octubre de 1921 – que «… el tanque reúne todas las condiciones características de estos modernos elementos de combate, ha sido elegido por personas técnicas pertenecientes al Ejército español y, según telegrama de dicho Embajador –se refiere al de España en París– será en un breve plazo traído a España para su entrega al Ministro de la Guerra».

Con relación al resultado final de la suscripción sabemos que la totalidad de los efectivos de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad de todas las provincias, salvo la plantilla de Barcelona, aportaron un día de haberes; mientras que los destinados en Madrid y en los Organismos centrales hicieron una aportación de dos días, cada uno de ellos.

Creemos que la razón que motivó que la plantilla de Barcelona no participase en esta suscripción puede estar justificada en el hecho de que, tanto el personal del Cuerpo de Vigilancia como el de Seguridad destinados en aquella localidad, estaban participando en una campaña de captación de fondos iniciada en la ciudad Condal con destino al Ejército de África, habiendo constancia de una donación de 12.000 pts., hecha por ambos Cuerpos, con fecha 25 de agosto de 1921.  

El carro de asalto finalmente fue entregado los primeros días de enero de 1922 en dependencias de la Escuela Central de Tiro, sita en el Campamento madrileño de Carabanchel, donde quedó a disposición del Ministro de la Guerra para su posterior destino a una Unidad orgánica.

Suponemos que la entrega se realizaría en el transcurso de un acto oficial contando con la asistencia tanto de Autoridades militares como policiales, aunque no hemos encontrado dato alguno que lo avale, no así del hecho en sí de la entrega del carro de asalto al que se refiere la prensa, destacándolo entre sus noticias del mes de enero de 1922. 

Por su parte, la Dirección General de Orden Público, en una Orden General extraordinaria -a la que lamentablemente no hemos tenido acceso por no disponer, inexplicablemente, de ejemplar alguno ni el Archivo Histórico del C.N.P., ni el del Ministerio del Interior, ni tampoco en el General de la Administración- expresa, por boca de su titular, Millán del Priego, su gratitud a todos los que han contribuido a la compra de este carro. La Correspondencia de España en su edición de fecha 17 de enero de 1922, recoge lo aparecido en la citada Orden General que transcribimos al entender que en ella se justifica mucho de lo antedicho, además de poseer un relevante interés de carácter testimonial:

«Tengo la satisfacción de comunicar a los funcionarios de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad, así como al personal afecto a la Dirección General y facultativos anejos a ellos, que el carro de asalto adquirido con el importe de la suscripción y con destino a nuestro ejército de África se encuentra en esta corte en el Campamento de Carabanchel, en donde ha sido depositado hasta que el señor Ministro de la Guerra disponga del mismo cuando lo estime oportuno.

No siendo posible exponerle en sitio adecuado para que pudiera ser visto por quienes lo desearan, se han obtenido las fotografías que se publican en esta orden extraordinaria, con el fin de qué todos puedan conocerle.

Ultimado, pues, cuanto con su adquisición se ha referido, cúmpleme expresar mi gratitud a cuantos acogieron con cariño la idea por mí expuesta en la Orden General de 16 de agosto del año pasado, y para su satisfacción me creo en el deber de hacer públicos los siguientes datos:

El coste del tanque con el autocamión que le transporta ha sido de 166.500 francos, que, adquiridos en cheques sobre París, han importado 91.406 pesetas con 50 céntimos, según facturas del Banco Urquijo, de esta Corte.

Han contribuido con un día de haber todas las plantillas de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad de provincias, excepto Barcelona.

El personal de la Dirección General y los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad de Madrid han contribuido con dos días, e igualmente los facultativos de esta corte.

Sin hacer mención especial de nadie, pues a todos por igual alcanza mi reconocimiento, me congratula significar que otras plantillas de provincias, no obstante haber donado un día de haber para suscripciones que con otros fines se iniciaran en sus localidades respectivas, contestaron a mi invitación contribuyendo con el mayor entusiasmo.

Se han recaudado, pues, en totalidad pesetas 90.077,23, y la diferencia hasta completar la totalidad del coste de aquél, ha sido suplida por esta Dirección.

El referido carro de asalto es un modelo de los de su género. Las pruebas que con él se han realizado han dado un buenísimo resultado.

En la orden general aparecen tres fotografías que presentan al vehículo combatiente en tierra, sobre su automóvil de transporte y cuando lo bajaban del auto.

Que la suerte le acompañe y que sus conductores logren siempre el objetivo perseguido es lo que fervientemente deseamos».

Llegados a este punto y al no disponer de las fotografías a que se refiere la Orden en las que, sin duda, podrán apreciarse las características del Carro en cuestión, cabe formularse una pregunta: ¿qué carro de asalto regaló la Policía al Ejército para las operaciones africanas?

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Pese a que en los documentos y datos a los que hemos tenido acceso no figura referencia alguna al modelo ni tipo de vehículo blindado, adquirido por la Dirección General de Orden Público para el Ejército de Operaciones de África, estamos seguros que se trata de un Carro de Asalto Renault FT 17, de fabricación francesa, el primer Carro de Asalto de Infantería de que dispuso el Ejército español y con el que ya contaba, como veremos, desde unos meses antes. La otra posibilidad sería que se tratase de un carro Schneider CA-1, del que España adquirió, en el verano de 1921, un total de seis unidades con las que formó la primera Batería autopropulsada de Artillería, sin embargo, cuando se formalizó la compra de este material, el 14 de septiembre, ni siquiera había concluido la suscripción entre los Cuerpos policiales.

El interés del Ministerio de la Guerra por este tipo de ingenios venía de años atrás; de hecho, a la conclusión de la Gran Guerra, España se planteó seriamente la posible adquisición de este material cuya utilidad se había puesto de manifiesto en el teatro de operaciones europeo durante los años de la confrontación. Fruto de este interés, se ordenó a los Agregados Militares en las embajadas de Washington, Londres y París, realizasen gestiones conducentes a la posible venta, por parte de los Países respectivos, de armas de estas características destinadas a nuestro Ejército.

El resultado en los dos primeros Países referidos no pudo ser más adverso, negándose a la posible venta de este material por considerarlo de carácter estratégico y de un alto valor militar, además de un precio excesivo para la economía nacional; no sucedió lo mismo con los franceses que si aceptaron, en un primer momento, la venta de sus Carros de Asalto Renault FT 17, experimentados en los campos de batalla de la Gran Guerra.

De esta suerte, con fecha 23 de junio de 1919, tras las gestiones realizadas por la Comisión de Experiencias de Artillería, organismo encargado de la adquisición de este tipo de material, llegó a España el primer Renault FT 17 que, recepcionado por la Escuela Central de Tiro de Carabanchel, realizó las primeras pruebas ante S.M. el Rey D. Alfonso XIII, con resultado altamente satisfactorio.

Dichas pruebas dieron pie para gestionar la compra de otros diez Carros excedentes de la Gran Guerra, tanto en su versión cañón «Puteaux» de 37 mm. (2 unidades), por importe de 56.700 francos/unidad, como ametralladora (8 unidades) por un precio de 52.500 francos/vehículo, si bien a última hora el Gobierno galo vetó la venta de este material.

Tras el desastre de Annual, el mismo mes de agosto de 1921, volvieron a activarse las gestiones conducentes a la adquisición de estos ingenios, dando para ello luz verde el Gobierno francés al entender que España los emplearía en su lucha contra un enemigo común, aunque eso sí, con un notable incremento de precio sobre el ofertado en 1919, si bien es verdad que al coste de carro hay que añadir el del camión utilizado como medio de transporte y la munición de respeto de dotación.

Fruto de estos contactos en septiembre se formalizó y se logró la adquisición de una primera partida consistente en diez FT 17, armados con ametralladoras Hotchkiss de 7 mm., reglamentarias en el Ejército español; posteriormente se adquirió un carro más de las mismas características -sin duda el financiando merced a la suscripción de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad- y un carro de mando y transmisiones modelo FT 17 TSH, capaz de enlazar por medio de telegrafía sin hilos. 

Existen, sin embargo, sobre este punto, ciertas discrepancias en las fuentes consultadas no haciendo ninguna de ellas alusión al vehículo adquirido por la Policía y no refiriendo, en algunos casos, la adquisición de un Carro no incluido en el pedido de las diez unidades iniciales, señalando que tan solo se gestionó la compra del Carro de mando y de los diez FT 17, lo que nos llevaría a suponer que el carro abonado por la Policía formaba parte de esa partida inicial. Por nuestra parte creemos, al igual que algún otro autor, que el pedido del vehículo, que llevaría como numeral «Infantería nº 12» -el adquirido por medio de la suscripción policial- se verificó, por separado, poco después de realizadas las gestiones para la adquisición de los otros diez, fundamentado tal afirmación en lo siguiente:

1º.- Pese a haberse iniciado las gestiones con anterioridad, no es hasta la segunda quincena de octubre cuando el embajador de España en Paris formaliza, siguiendo las instrucciones del Director General de Orden Público, la compra del Carro objeto de la suscripción, en tanto que el pedido del Ministerio de la Guerra se había formalizado en el mes de septiembre y abonado contra una partida de dicho Ministerio. De hecho, la fecha de recepción del material no es la misma ya que hay noticias de la llegada, el día 3 de enero, del Carro adquirido por la suscripción policial, en tanto que el pedido realizado por el Ministerio de la Guerra se había recibido el 17 de diciembre anterior, lo que indica que se trata de dos lotes diferentes.

2º.- Una prueba de que el Carro de referencia no figura dentro de la partida encargada por el Ministro de la Guerra, Juan de la Cierva, la tenemos en el periódico madrileño «La Libertad» que, en su edición correspondiente al 18 de enero de 1922, al referirse a la entrega del vehículo al Ejército, titula la noticia con la expresiva frase «Ya tiene el Ejército un tanque y no lo ha comprado La Cierva», lo que indica claramente que no fue abonado por el Ministerio encargado de los asuntos militares. 

3º.- Como veremos más adelante, hay constancia que el Carro «Infantería nº 5», ordinal entre los diez pedidos inicialmente, queda adscrito para instrucción a la Sección de Infantería de la Escuela Central de Tiro, en unión del venido en 1919 y que tras sus pruebas quedó, en principio, a disposición de dicho Organismo aunque con adscripción a la Sección de Artillería de dicha Escuela como lo demuestra el numeral que ostenta -«Artillería nº 172» (luego ATM 1080)- en unas pruebas realizadas en Carabanchel en marzo de 1920 y a las que hace referencia la publicación «Mundo Gráfico»; si bien, posteriormente, pasó a depender de la Sección de Infantería, al pasar los Carros de Asalto de depender de este Arma.

4º.- Si tenemos en cuenta lo antedicho y por lo que sabemos de la orgánica de la Compañía de Carros de Asalto que se crea, se constituye en base a dos Secciones de cinco carros cada una y un vehículo de mando (FT 17 TSH o TSF, como también se le conoce), nos encontramos con un total de once Carros integrantes de dicha Unidad, contando el de mando; todo ello, descontando el Carro «Infantería nº 5» y el ATM 1080, ambos destinados como vehículos de instrucción en la Escuela Central de Tiro, demuestra la existencia de un carro adquirido fuera del pedido inicial que no es otro que el que se gestiona a expensas de la suscripción policial. 

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Todo este material fue entregado con los correspondientes autocamiones porta carros; igualmente, en el pedido del Ministerio de la Guerra, se gestionó la compra de una camioneta Ford para impedimenta; dos camiones cisterna Hispano-Suiza y un vehículo taller.

Con todos estos medios se constituyó, como se ha señalado, una Compañía de Carros de Asalto de Infantería, compuesta por una Plana Mayor con el carro de mando y dos Secciones a cinco carros cada una, quedando, como se ha dicho, el nº 5 a disposición de la Escuela Central de Tiro. La nueva Unidad fue revistada por S.M. el Rey D. Alfonso XIII el 20 de enero de 1922.

Todo ello demuestra, como se ha indicado anteriormente, que el carro regalado por la Dirección General de Orden Público que, en buena lógica, debería ostentar el numeral 12, formó parte de la Compañía que, a partir del 13 de marzo, pisó suelo de Melilla entrando de inmediato en combate y teniendo su «bautismo de fuego» el día 18 siguiente.

A partir de este momento, la Compañía de Carros, junto con los otros Carros Schneider CA 1 ya referidos, adscritos al Arma de Artillería, entra en combate de forma prácticamente ininterrumpida, realizando gran cantidad de operaciones y participando en el glorioso desembarco de Alhucemas el 8 de septiembre de 1925 en unión de otros seis carros del mismo modelo e iguales características adquiridos a Francia en agosto de este mismo año.

Cabe señalar que, con fecha 5 de junio de 1923, el Sargento García Esteban, jefe del Carro nº 9, gana la primera Cruz Laureada de San Fernando para la Unidad por su valerosa actuación en la liberación de la cercada posición de Tizzi-Azza.  

No sería hasta 1926 en que la Unidad regresa a la península quedando disuelta y transformada, por Orden Circular de 22 de noviembre, en Grupo de Carros de Asalto dependiente de la Escuela Central de Tiro.

Por lo que a las características técnicas de este ingenio se refiere, digamos que su denominación oficial era la de Carro de Combate Ligero Renault F.T. modelo 1917, iniciando su fabricación en Francia en 1917, donde se construyeron un total de 3.700 unidades que comenzaron a ser entregadas al Ejército francés en 1918.

Su longitud era de 5 m.; con una anchura de 1,74 m.; una altura de 2,14 m y con una anchura de cadena de 34 cm. Su peso, en el caso de los provistos de ametralladora, era de 6.500 kg.; alcanzando una velocidad máxima de 7,8 km./hora, con una autonomía de 80 km.

Disponía de un motor de gasolina Renault 18 cv, con capacidad para 95 litros de combustible; cuatro cilindros en línea; refrigerado por agua, desarrollando una potencia máxima de 39 cv a 1.500 r.p.m. Disponía de cuatro marchas hacia delante y una atrás.

Su blindaje, de chapa de acero, con un espesor de entre 6 y 16 mm. y 22 mm. en las torres troncocónicas. 

Superaba obstáculos verticales de 0,60 m.; trincheras 1,80 m.; vadeando cursos de hasta 0,70 m. de profundidad y superando pendientes longitudinales del 119% (teórico) en primera velocidad y una máxima del 7% en cuarta. Podía derribar muros de hasta 40 cm, de espesor y árboles 20 cm. de diámetro.

Su dotación era de dos hombres, uno de ellos conductor y el otro jefe de carro-apuntador. La visión de este personal venia garantizada por unas ranuras en el blindaje de 3 mm. de anchura, disponiendo el conductor de una frontal y dos oblicuas, en tanto que el Jefe de carro disponía de tres a 120º.

Montaba, en el caso de los llegados a Españas, una ametralladora Hotchkiss de 7 mm. con 4.800 cartuchos de respeto (50 cargadores de 96), al ser la de este calibre la reglamentaria en nuestro Ejército.

Estos Carros, junto con otros 16 armados con cañones Puteaux SA 18 de 37 mm., procedentes de Francia y de Polonia, desembarcados en Santander y Valencia en 1937 para apoyar al Ejército del frente popular, participaron en la Guerra Civil tras la cual fueron todos dados de baja. Hoy en día, el Museo de Medios Acorazados, situado en la Base que la Brigada Acorazada «Guadarrama XII» posee en la localidad madrileña de El Goloso, conserva, en su exposición permanente, uno de estos Carros de asalto; otros tres Carros de este mismo modelo y características pueden ser contemplados en Segovia (Parque y Centro de mantenimiento de Sistemas Acorazados nº 2); Toledo (Museo de la Academia de Infantería) y en Zaragoza (Academia General Militar), respectivamente.

Volviendo al fatídico mes de agosto de 1921, hay que añadir que el aporte de la Policía española a la difícil campaña africana de 1921 a 1927 no se limitó a la compra de este Carro de Asalto ya que hay constancia que con fecha 5 de agosto de 1921, un total de 100 Guardias del Cuerpo de Seguridad de la plantilla de Barcelona, se ofrecen voluntarios en la Capitanía General de aquella Región para acudir en defensa de la ciudad de Melilla; en esta misma línea se manifestaron diferentes plantillas de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad -Alicante, Córdoba, Málaga, por citar algunos ejemplos- en las que sus efectivos donaron, generosamente, un día de haber, además del ya mencionado de la suscripción, destinándolo a socorrer a los heridos en la campaña marroquí.

Bien podemos finalizar haciendo hincapié en el enorme ejemplo de generosidad dado por el personal de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad que, con unas grandes limitaciones salariales, fueron capaces de aportar una parte de su peculio para salvaguardar el honor y la dignidad nacional, todo ello sin contar los extraordinarios servicios prestados en aquellos turbulentos días en los que España sintió en sus propias entrañas un zarpazo de incalculables consecuencias, con graves repercusiones a la postre.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".