21/11/2024 14:38

Armando Robles

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Mujeres, desengañaos y aterrizad en la realidad. Liberaos de las anteojeras feministas y sed bienvenidas al mundo real. Para eso es imperativo que os desvinculéis de las feministas y de la progresía campantes. Os llevan engañando desde hace mucho tiempo. No les importa el riesgo al que os exponéis cada mañana al salir a la calle en medio de cada día más gente con los instintos salvajes intactos. En realidad nunca les ha importado. Están a las órdenes de quienes consideran que un ataque sexual es noticia o deja de serla dependiendo del origen del atacante.

Ellas conocen el alcance de la enfermedad que tantas veces os toca padecer, pero se atienen a un diagnóstico falso, porque, en el fondo, no sois para ellas más que un eslabón en la cadena con la que se pretende aprisionar la civilización que más obstaculiza las pretensiones genocidas de quienes detentan el poder en la sombra. La vida real no es un juego. Vuestras proclamadas libertadoras os han llevado a un callejón sin salida. Solo si pertenecéis a la casta, en cualquiera de sus vomitivas ramificaciones, podréis vivir seguras y parapetadas de manadas, acosadores y depredadores sexuales.

Llama la atención que las que hablan en vuestro nombre colaboren con los mandamases que las financian. ¿Habéis oído a las feministas denunciar la sexualización cada vez más temprana de las niñas? ¿Se puede defender vuestra dignidad sin denunciar a los promotores de una hipersexualización generalizada en la sociedad, donde la sexualidad se ha puesto en el centro con unas connotaciones muy concretas, separando la conducta sexual y la afectiva?

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En los vídeos musicales, la publicidad, las series o la moda aparece en muchísimas ocasiones este telón de fondo de la hipersexualización femenina, los cuerpos como reclamo y como mercancía. En este contexto, se añaden las redes sociales y el uso que hacen de ellas las chicas cada vez más jóvenes. Una redes sociales mediatizadas por la imagen, ya que es la imagen que se proyecta en ellas la que estructura las relaciones y la convierte en una medida del éxito.

En definitiva, este sistema que dice proteger vuestra dignidad y vuestros derechos, a costa de lesionar diariamente la dignidad y los derechos de millones de hombres, lo que ha hecho es exponeros a un riesgo diario que antes no sufríais. Os exponen incluso a un peligro de muerte cuando la Ertzaintza tiene que preveniros de que no salgáis solas a determinadas horas del día. El drama para vosotras es que formáis parte de un sistema que prefiere dialogar que hacer pedagogía a pie de calle con los criminales.

Los globalistas y sus conocidos mecenas os han cogido como conejillas de indias para promover y arraigar en la población ideologías como la de género, creadas artificiosamente en los laboratorios de los actuales mandamases, para el debilitamiento del núcleo de la unidad familiar, imprescindible para el sostén de occidente. La Historia nos dice, desde el Egipto de Cleopatra hasta nuestros días, que las civilizaciones no desaparecen o decaen cuando se reduce su poderío militar, sino cuando los hombres dejan de ser el principio rector del orden social y de las familias.

Como defiende Yvan Bloten, la indiferencia acerca del porvenir de la tribu, propio de una sociedad totalmente feminizada, pone en peligro el porvenir colectivo: debilitamiento demográfico, decaimiento moral, inmigración innecesaria, desaparición del espiritu de defensa… Todo esto amenaza la supervivencia colectiva sin que la opinión pública de la sociedad mercantil dominada por el elemento feminista se sienta concernida.

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Millones de mujeres europeas, víctimas de un deliberado proceso de sugestión feminista, están jugando con juego. Entre recuperar nuestra identidad de siglos en un contexto legal y moral diferente del actual o acabar siendo víctimas de alguna manada, muchas feministas radicales os están arrastrando peligrosamente por lo segundo. Y lo que es peor aún, en una sociedad sin hombres que tengan el valor de rescataros o protegeros.

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José Ignacio Herrera Badía

Copio: «están jugando con juego.»
Con «juego» o con «fuego»?

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