30/04/2024 09:39
Getting your Trinity Audio player ready...

Lamento dar un disgusto, pero a fecha de 7 de julio de 2023 es posible que, pasado el 23-J, Sánchez continúe en la Moncloa. Todo depende de cómo soplen los vientos a resultas de lo que estamos viviendo.

Algo que después de la mala lectura de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas parecía sentenciado, el fin de Pedro Sánchez, hoy se muestra como no tan real. Esa es, a fecha de hoy, la lectura de la partida que están jugando Núñez Feijóo y Pedro Sánchez en la larga campaña televisada que los españoles contemplan desde el sillón de su casa. Una partida en la que al comenzar el primero iba sobrado y el segundo con muy malas cartas.

Siempre he dicho que Sánchez tiene baraka y que, al final, los vientos acaban soplando a su favor por inesperado que entonces parezca su resultado. Tras la debacle, por efecto de la suma PP y VOX, porque son los resultados de VOX los que han desbancado al socialismo del poder territorial, no exactamente los del PP, Sánchez hizo de la necesidad virtud y decidió convocar elecciones antes de lo que él tenía previsto. Se encerró con sus fieles en Moncloa y trazó una estrategia que ha comenzado a sacar a la luz algunos brotes verdes. Ha sido así porque Núñez Feijóo, hijo electoral del poderoso clientelismo gallego, ha caído en la trampa e insiste en aproximarse a un precipicio que podría conducirle a la derrota en la victoria, tras tirar por la borda, para rematar al herido, casi un mes de tiempo político.

La estrategia fijada en el aquelarre monclovita ha tenido en el último CIS de Tezanos su explicación más ajustada en los objetivos a conseguir. Su publicación ha sido el fin de la precampaña de Pedro Sánchez. Un tiempo que tenía como meta transmitir a los electores la idea de que aún hay partido. Que lo ha conseguido lo ponen de manifiesto no la encuesta del CIS sino las demás encuestas que empiezan a apuntar a una lenta recuperación del voto socialista, y la campaña de Sánchez se basa en el principio de ir sumando escaños que le permitan reeditar un gobierno más Frankenstein que nunca. Mientras, Núñez Feijóo anda por los platós reiterando que él va a ganar las elecciones. obviando que ya no se trata de eso, sino de si tiene los apoyos suficientes para formar gobierno.

La precampaña de Sánchez tiene como piedra angular a Sánchez, ese es el único activo que le queda a un PSOE inerme ante su líder. Algunos anotan que ello es fruto de su enorme ego. Más allá de la parte de verdad que hay en la afirmación, es así porque para un conglomerado amplio de siglas es el asidero para tocar poder, el vehículo seguro para satisfacer sus intereses; y Sánchez lo sabe.

Moncloa ha mirado hacia atrás para volver los ojos a sus exitosas campañas electorales aislando los dos elementos clave: monopolizar el discurso llevando a todos tras su estela y usar el BOE. Pero para ello había que poner fin a la visualización del antisanchismo anímico que se había extendido. Por eso Sánchez debía abandonar la calle (electoralmente no se podía sostener una campaña en la que, tras cada acto, la noticia eran los pitidos, las protestas…) y trasladar sus artes de embaucador al espacio mediático, a la radio y a la televisión. Su gira por las emisoras y los platós está funcionando -es un hecho- por dos razones: primera, porque su multipresencia le permite protagonizar el discurso y llevarlo a donde le interesa; segunda, porque además cuenta con un auténtico ejército de analistas, periodistas y tertulianos que se han convertido en su más fiel equipo de campaña. Son ellos los que difunden su discurso y no el PSOE, son ellos los que le hacen la campaña todos los días de la semana y ante ellos la debilidad de PP y VOX es manifiesta (en el caso de VOX no es debilidad sino ausencia impuesta en las mismas).

LEER MÁS:  NOTA DE PRENSA 3/08/2023 . SE HA SOLICITADO LA ANULACIÓN DE LAS ELECCIONES GENERALES. Por Javier Marzal

El CIS de Tezanos ha mostrado cuál es su horizonte electoral, no cuál es la foto sociológica. Esos resultados soñados son los que explican ese tono moderado, esa voz preparada, ese hablar bajo, el abandono aparente de los elementos ideológicos que han caracterizado el gobierno de Sánchez que más rechazo causaban, el tapar con medias verdades lo que tanto daño le hizo electoralmente… que ha empleado en todas las emisoras. Todo ello abandonando las imbecilidades de las producciones Moncloa. Así estimaba que recuperaría voto, no tanto del que se sitúa en las áreas de contactos con el PP sino de la abstención.

Pero ello resultaba insuficiente ante la constancia en las encuestas de la suma PP y VOX, siendo el voto a VOX la clave de las elecciones. Mientras que Abascal mantuvieran un porcentaje de voto superior al 12-13% y fuera tercera fuerza política, con la recuperación electoral del PP cerrada, la posibilidad de reeditar el modelo de gobierno de coalición, que es el único que le puede asegurar la permanencia en la Moncloa, se tornaba en un sueño imposible. Lo que Sánchez necesitaba era volar la foto electoral que encuesta tras encuesta daba a ese bloque una mayoría absoluta muy sobrada.

¿Cómo torcer ese rumbo? Sánchez tenía en su agenda el activo de SUMAR, engendrado desde de Moncloa para ser la tercera fuerza política en noviembre. El adelanto electoral mermaba ese posibilidad, por lo que era necesario readecuar el discurso. El Sánchez moderado, televisivo, dejaba mucho espacio a Yolanda Díaz (ya sabemos que el pago será ser ministra y vicepresidenta) para hacer posible la movilización de la izquierda extrema, la que se mueve por impulsos viscerales y que andaba cabreada con Sánchez y con Podemos. Pero para que los planteamientos en el tablero se transformen en realidad, como descubre el CIS, era necesario anular a VOX. Y para eso se necesitaba el concurso inconsciente de Núñez Feijóo.

En la campaña de las municipales y autonómicas Sánchez uso el discurso del miedo a VOX con el resultado conocido. Desde el primer minuto, tras la derrota inesperada, se inclinó por reiterar el discurso con mayor énfasis, haciéndolo pasar de la amenaza a la realidad. Los analistas, tertulianos y demás insistieron en recordar que ese discurso del miedo al fascismo ya no funcionaba. Lo que era relativamente cierto, ya que este tiene como único destino movilizar a la izquierda y no tanto desgastar al PP en los espacios electorales frontera entre ambos partidos.

A resultas de ello el otro eje de la precampaña de Sánchez ha sido demonizar a VOX, no para debilitar las opciones de Núñez Feijóo sino para conseguir que Núñez Feijóo participara, de algún modo, en la campaña de acabar con VOX para que SUMAR consiga ser la tercera fuerza política, lo que podría supones un plus de unos 12-15 escaños (no llegar a esos 50 animosos escaños sino quedarse en unos 40). La consecuencia ha sido que el tema VOX ha monopolizado en parte toda la precampaña, siendo señalado como el enemigo a batir, convenciendo a Feijóo de que su talón de Aquiles electoral era precisamente VOX. Algo relativamente sencillo, dado que Núñez Feijóo proviene de la tradición pepera del reconocimiento de la superioridad moral de la izquierda, del deseo de ser como el PSOE (para Feijóo el adversario no es el socialismo sino el sanchismo).

LEER MÁS:  En España ahora se venden menos periódicos y se compran más periodistas. Por Julio Merino

Tezanos, hombre del equipo de Sánchez, puede ser un manipulador, que lo es, pero no es un idiota en sociología política. Probablemente él es quien le ha enseñado al presidente que, asumiendo los posibles techos electorales, dada la distribución del voto, el crecimiento de unos pocos diputados del PP por encima de los 145 escaños, a costa de VOX, implica una resta constante en la suma de PP-VOX. Y que, a la vez, esa vía conlleva que, con una leve recuperación del PSOE, que pueda situarle por encima de los 105 escaños, junto con la transformación de SUMAR en tercera fuerza por la caída de VOX, se produzca el progreso geométrico del bloque PSOE-SUMAR, que contaría con al menos 30 escaños de otras fuerzas haciendo posible su futura investidura. De ahí que en la campaña Sánchez incida, como veremos, en difundir que su triunfo no es ganar sino gobernar.

En ese marco, demonizar a VOX, con una campaña mediática a la que se han lanzado todos los medios, con especial ahínco en determinados programas televisivos, como sucede en cadenas como la 1ª, la 6ª o la 4 (en algunos casos causan sonrojo e insultan a la inteligencia), no solo moviliza al abstencionista de ultraizquierda sino que convence a Núñez Feijóo y a parte del PP (Guardiola, Bendodo, Semper, López Miras…) de que VOX es un problema. Tampoco es que hiciera falta mucho para excitar al PP en su deseo de poner fin a VOX para volver al Partido Único, aunque solo sirviera para ser el jefe de la leal y franca oposición.

Sánchez ha conseguido que Núñez Feijóo, obcecado en mayorías absolutas y suficientes, dedique parte de su campaña, hasta ser lo único que parece decir, a intentar pescar entre los votantes de VOX, a debilitar a VOX, a reducir a VOX de tal modo que deje de ser tercera fuerza política. El «mañana serás rey», que le susurran todos los días a Feijóo, se asienta en dos ideas: primera, conseguir la irrelevancia de VOX de tal modo que sus diputados sean solo testimoniales para ir a su consunción; segunda, que el alejamiento de VOX le deje espacios para poder ganar voto en los espacios centrales que era donde el PP le había ganado la partida en municipales y autonómicas a Sánchez.

Y en el primer día de campaña Núñez Feijóo se aferra a ese error, dándole una oportunidad a Sánchez para seguir en la Moncloa, pidiendo la concentración del voto en su partido no para desplazar a la izquierda sino para acabar con Sánchez: la decadencia del viejo aforismo de Suárez de «el marxismo o yo», al más cutre de «o Sánchez o yo».

Lo curioso es que tanto Feijóo como Sánchez, más el primero que el segundo, siguen soñando con la vuelta a un bipartidismo en el que el PP gobierna cuando la hegemonía política-social-cultural de la izquierda se agota por sí misma y necesita un tiempo breve para recuperarse.

Suscríbete
Avisáme de
guest
2 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Geppetto

Los españole se dejan engañar muy facilmente y el resultado es que tras 40 años de «democracia liberal autonomica», se han quedado si nación.
Da igual las guarradas que haga el gobierno durante cuatro años. al final con propaganda, sentimentalismo y emotividad ridicula consigue que de nuevo los españoles les apoyen

Miguel

Haria falta un poco de conciencia política, que es lo mínimo para saber que todos los partidos en el parlamento desde 1978 NO quieren el bien de los españoles, de modo que se votara a otros cualquiera.

2
0
Deja tu comentariox