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 6º).- Juan Martín Díez, el Empecinado

Vallisoletano que se ganaba la vida como labriego y que tenía experiencia militar tras su participación en la Guerra del Rosellón, el Empecinado nunca llegó a fiarse de los franceses que entraban a España con la excusa de invadir Portugal. Comenzó su lucha contra el invasor antes incluso del levantamiento del 2 de mayo, robando mensajes en el camino entre Madrid y Burgos, y encabezó una lucha guerrillera que le convertiría en un héroe nacional y uno de los personajes más respetados por la sociedad de la época. Convencido liberal, apoyó la causa de las Cortes de Cádiz y luchó por el regreso de Fernando VII confiando en que el deseado rey mantendría la Constitución de 1812.

Fernando de Borbón puso en el punto de mira al Empecinado cuando este le dio en persona una carta en la que le pedía que respetara la Carta Magna. Tampoco le gustó que rechazara sus intentos de soborno para entregarles a los liberales que se le oponían. El hombre cuya valentía le había devuelto al trono acabó recluido en su tierra, exiliado en Portugal y hecho prisionero bajo el pretexto de una amnistía. El Empecinado pasó dos años en la prisión de Roa donde fue torturado, vejado y ridiculizado. Se le ahorcó el 19 de agosto de 1825 e incluso entonces, tras tanto tiempo de encierro y maltrato, logró romper sus grilletes e intentó escapar.

 

EL EMPECINADO, JUAN MARTÍN DÍEZ (Año 1775) Pasajes de la historia (La rosa de los vientos)

7º).- Rafael de Riego

Este asturiano se formó en la Universidad de Oviedo e ingresó en la Guardia Real, un cuerpo de difícil acceso en el que permaneció hasta el Motín de Aranjuez. Continuó con la carrera militar y acabó combatiendo contra los franceses durante la Guerra de Independencia pero fue hecho prisionero y llevado a Francia durante cuatro años. Sería en este periodo en el que entraría en contacto con el mundo del liberalismo, la ideología revolucionaria y la masonería. En 1820, sin comerlo ni beberlo, Riego se alzó como líder del pronunciamiento en Cabezas de San Juan defendiendo la Constitución de 1812 y contra el absolutismo de Fernando VII. Las protestas se extendieron por todo el país y el rey tuvo que jurar la Constitución (“trágala, perro” le cantaban). Este fue el primer pronunciamiento militar de la historia moderna de España.

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Riego, que como tantos otros había defendido y luchado por una España constitucional y democrática en la que los grilletes del Antiguo Régimen desaparecieran, fue capturado en 1822 tras la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis a España. Si bien el rencor de Fernando VII podría considerarse comprensible teniendo en cuenta la clase de personaje que era, no así el odio con el que lo trató el pueblo madrileño cuando fue trasladado hasta la plaza de la Cebada, ahorcado y decapitado. Los españoles se habían olvidado del hombre que les devolvió la libertad y los derechos por un breve periodo de tiempo.

 

Rafael del Riego y el Levantamiento de 1820

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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