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El pasado mes de agosto se descubrieron los restos de 250 personas, 100 de ellas menores de entre 15 y 17 años, en una foiba en Eslovenia. Un nuevo crimen que añadir a lo que se denomina colectivamente como la “masacre de las foibe”. Las foibe son simas en torno a la ciudad de Trieste y en la antigua frontera de Italia con Yugoslavia, solo en la zona de Istria hay más de 1.700 y algunas alcanzan los 200 metros de profundidad. Por esa razón, todavía hoy se siguen encontrando nuevas víctimas. Giorgia Meloni, líder del partido Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) mostró su indignación ante este macabro hallazgo y arremetió contra una parte de la izquierda italiana que sigue negando los asesinatos de miles de italianos a manos de los comunistas yugoslavos: “Años después seguimos manteniendo el foco en una tragedia que a muchos les gustaría arrancar de los libros de historia. No olvidamos”.

Istria, Fiume y Dalmacia fueron incorporadas a Italia una vez concluida la Primera Guerra Mundial, eran territorios poblados por distintas comunidades, pero con una mayoría italiana en Istria y en zonas de Dalmacia. En 1947, con la firma del Tratado de París, pasaron a integrarse en Yugoslavia. Esto dio lugar a una verdadera limpieza étnica, conocida como el éxodo istriano-dálmata, en la que se expulsó de sus tierras y hogares a unos 300.000-350.000 italianos. Por ejemplo, la ciudad de Pula contaba en febrero de 1947 con 33.000 habitantes, 30.000 abandonaron la ciudad. No obstante, el éxodo se inició ya a finales de 1943, a raíz de las masacres cometidas contra la población italiana por los partisanos comunistas del mariscal Josip Broz “Tito”. Durante 4 años, los partisanos ejecutaron entre 5.000 y 10.000 civiles italianos bajo el pretexto de que eran “partidarios” del fascismo, aunque algunos historiadores elevan la cifra a 20.000. Las víctimas eran fusiladas o arrojadas vivas a las simas, o atados de dos en dos, solo uno recibía un disparo y ambos eran arrojados al interior. Después, siguiendo una antigua tradición eslovena, se degollaba un perro y se arrojaba a la sima como una forma de desprecio a los muertos.

Restos de la fosa descubierta este verano

La guerra fría hizo que la masacre de las foibe se convirtiera en un asunto incómodo. La decisión de Tito de mantener a Yugoslavia fuera del Pacto de Varsovia le convirtió en un dictador aceptable a ojos de las potencias occidentales. Otras fuentes hablan de un pacto de buena vecindad entre ambos países para no pedir responsabilidades por los crímenes de guerra cometidos durante la guerra. Sea como fuere, las foibe fueron olvidadas. Peor aún, el responsable de las matanzas, el mariscal Tito, recibiría el 2 de octubre de 1969 la Orden del Mérito de la República Italiana de manos del presidente socialista Giuseppe Saragat. La Orden es la mayor condecoración del país alpino y es concedida por “méritos para la nación”. Una condecoración que hoy día aún no ha sido retirada pese a las denuncias de Fratelli d’Italia y de la Liga Norte que lo consideran una humillación a las víctimas.

Durante muchos años, solo los grupos nostálgicos o neofascistas conmemoraron la masacre. Hubo que esperar hasta marzo de 2004 para que las foibe fueran reconocidas oficialmente. Ese año, bajo el gobierno presidido por Silvio Berlusconi, el parlamento italiano estableció el 10 de febrero como “Día del Recuerdo” para recordar la tragedia de los asesinados en la masacre de las foibe y el éxodo istriano-dálmata. Al año siguiente la televisión italiana RAI estrenó Il Cuore nel Pozzo (El corazón en el pozo). La película, que narraba la historia de unos niños italianos que huían de los partisanos de Tito, fue tachada de “propaganda” por la izquierda italiana y considerada un insulto y una provocación por el ministro de asuntos exteriores esloveno Ivo Vajgl. Ese mismo año, Italia concedió una medalla póstuma a Norma Cossetto, una joven estudiante de 23 años cuya muerte se considera emblemática de la masacre de las foibe. Norma fue encarcelada por negarse a colaborar con los partisanos yugoslavos contra sus compatriotas. Fue torturada y violada en repetidas ocasiones. El 5 de octubre de 1943, los partisanos le cortaron los senos antes de arrojarla viva a una fosa junto con otras tres docenas de italianos. Sus restos fueron exhumados de la fosa una semana después por los bomberos de Pula, y algunos de sus torturadores fueron arrestados y fusilados por los alemanes. Otro caso muy conocido fue el del sacerdote católico Francesco Bonifacio, asesinado por “anticomunista” el 11 de septiembre de 1946. Fue detenido por guardias populares, golpeado hasta la muerte y arrojado a una fosa. Fue beatificado en Trieste el 4 de octubre de 2008.     

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Fosa descubierta durante la guerra     

La mayoría de la izquierda italiana condenó la masacre de las foibe como un acto de limpieza étnica. Sin embargo, ciertos sectores, particularmente los comunistas, comenzaron pronto a denunciar una manipulación de los hechos históricos por parte de la derecha, y a considerar que el Día del Recuerdo era en realidad un intento de criminalizar el antifascismo. Esto ha conducido a la proliferación de teorías negacionistas o que incluso justifican las matanzas como respuesta a los crímenes cometidos por los fascistas. Algunos historiadores han calculado a la baja el número de víctimas, por debajo de 3.000 personas, y han señalado que todos ellos eran soldados, colaboracionistas y miembros de las fuerzas represoras fascistas, algo desmentido por los hallazgos de mujeres y niños en las fosas. La extrema izquierda también ha emprendido su particular cruzada contra el recuerdo y se siguen produciendo actos vandálicos contra los monumentos que homenajean a las víctimas.

Monumento a las víctimas vandalizado por los comunistas.

A finales de 2018 se estrenó Red Land (Rosso Istria) del director italo-argentino Hernando Bruno, una nueva película sobre lo sucedido en las foibe. La película fue premiada en el festival de cine de Venecia y fue bien recibida, aunque no se libró de las acusaciones de revisionista y fascista, y recibió muy poca cobertura por parte de los medios italianos. El entonces ministro del interior, Matteo Salvini, animó a ver la película: “Durante décadas, los políticos e intelectuales de izquierda han hecho todo lo posible para ocultar la verdad. Id a verla y decídselo a otros, para que los que murieron simplemente por ser italianos puedan al menos ser honrados en nuestra memoria”. Las víctimas de las foibe han pasado 60 años en el olvido y siguen siendo un recuerdo incómodo para los que, como en España, pretenden reescribir la historia de acuerdo a sus dogmas ideológicos, merecen ser recordadas.

Autor

Álvaro Peñas