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Mi entrevista con Oleksandr Vintonyak, un ucraniano que lleva en España desde 1999 pero que regresó a Ucrania en marzo, con 59 años, para combatir la invasión rusa.

Veintitrés años en España, toda una vida, pero decide volver a Ucrania para alistarse. ¿Por qué?

Sí, llegué a España en 1999 y trabajaba como electricista cuando empezó la guerra. Regresé a Ucrania porque quiero que mi país sea como debe ser, un estado libre. Nací en una Ucrania sometida y no quiero que eso vuelva a suceder.

Se refiere a la Unión Soviética.

Si, yo viví en la Unión Soviética y estuve en el Ejército Rojo, que es muy similar al Ejército Ruso de hoy en día. Soy de Bucovina, de un pueblo junto a las montañas, los Carpatos. Y recuerdo que en la escuela nos ponían como modelo a Pavél Mórozov, que denunció a su padre porque este se oponía al poder soviético. Sin embargo, mi zona era muy anticomunista y los últimos partisanos no fueron eliminados hasta 1962. Por esa razón,  la represión en mi región fue muy fuerte. No quiero que eso vuelva a suceder.

¿Cómo regresa a Ucrania?

En autobús, en un viaje de Madrid a Lviv, Leopolis. Allí me encontré con el hijo de un viejo amigo que me dirigió a un centro de reclutamiento y allí me alisté.

¿Recibió instrucción militar antes de ser enviado al frente?

Si, pero la instrucción fue breve porque como he mencionado antes estuve en el Ejército Soviético y me conocía bien el armamento disponible. Después me enviaron como refuerzo a una brigada de marines desplegada en el Donbás que había sufrido bajas, y un mes más tarde me incorporé a una batería de cañones autopropulsados. Allí sufrimos la ofensiva rusa en Popasna, en Lysychansk, etc. Posteriormente, en la siguiente rotación, nos enviaron al sur, a Jersón, donde estuvimos apoyando una cabeza de puente de nuestras fuerzas.

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¿Cómo era la relación con los civiles en el Donbás? Según la propaganda del Kremlin la población de esta zona había sido perseguida por hablar ruso.

Cuando llegué a mi unidad se hablaba tanto en ruso como en ucraniano. Pero con esta invasión los que antes hablaban ruso, y lo hacían sin ningún tipo de problema, están intentando cada vez más hablar en ucraniano. Mi mujer, que fue voluntaria humanitaria en 2014, es de Dnipro, una ciudad mayoritariamente rusohablante. Después de la invasión ha empezado a hablar en ucraniano. La gente ha sufrido mucho y no quiere oír nada en ruso.

¿Se noto mucho la llegada de artillería occidental, como los HIMARS  al frente?

Muchísimo. En los primeros tres meses la artillería rusa nos superaba por diez a uno. Disparaban continuamente y a nosotros a veces nos faltaban proyectiles. Pero a finales de mayo empezó a llegar esta artillería y comenzamos a golpear a sus cañones, y vi volar por primera vez a nuestros helicópteros. En junio llegaron los obuses blindados alemanes Panzerhaubitze 2000, ¡preciosos! También los M777, a los que llamamos “tres hachas”, y la situación empezó a cambiar. Les golpeábamos una y otra vez, y escuchábamos el agradable sonido de nuestros cohetes.

Imagino que la llegada de estas armas subió mucho la moral de las fuerzas ucranianas, pero ¿cómo estaba antes, durante los primeros meses?

No hay ninguna nación de héroes, ni nosotros, ni los americanos, ni los alemanes. Siempre hay algunos que van a la guerra voluntariamente, otros que lo hacen porque se lo ordenan, y otros que no quieren luchar. Pero durante los primeros meses de la guerra, en los que sufrimos mucho, nunca oí a nadie decir que íbamos a perder la guerra. Esa es la verdad.

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¿Ha hablado con prisioneros rusos?

No, el único contacto que he tenido con el ejército ruso fue en Jersón, cuando tomamos un depósito que el enemigo había abandonado en su retirada. Había material médico de muy mala calidad, vendas viejas y raciones de comida, una verdadera porquería que no se podía comer.

En septiembre cumple 60 años y tiene que abandonar el ejército. ¿Seguiría allí si se lo hubieran permitido?

Sí, yo no quería volver. Mi cumpleaños fue el 12 de septiembre, pero permanecí con mi unidad hasta el 29, cuando llegó el momento de la rotación. Yo quería seguir con mis compañeros y con mi jefe, un capitán de 31 años, que estuvo en la guerra en 2014. Le respeto muchísimo y estoy vivo gracias a él.

¿Qué cree que va a pasar en la guerra?

Estoy seguro de que les echaremos fuera de nuestro país, por supuesto, con la ayuda de las armas enviadas por Estados Unidos y los occidentales. E imagino que algo va a pasar en el interior de Rusia, porque cada vez son más los que abren los ojos al desastre que está significando esta guerra.

Y esta nueva campaña de bombardeos para dejar sin luz ni agua a los ucranianos, ¿cree que puede minar la voluntad de lucha?

No, porque sabíamos que esto podía pasar. Conocemos bien a nuestros vecinos y sabemos de lo que son capaces.

Autor

Álvaro Peñas