20/05/2024 23:38
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¿Se imaginan que Putin dijera que no le gusta que Úrsula von der Leyen presida la Comisión Europea y que, en consecuencia, adoptará medidas contra la Europa globalista para corregirlo? Por supuesto que no se lo imaginan. En seguida, todos los medios de agitación y propaganda a sueldo del mundialismo –la inmensa mayoría– denunciarían al unísono la intolerable intromisión extranjera, y gran parte de la ciudadanía, “correctamente” orientada, secundaría tal rechazo.

Sin embargo, esto es lo que decía la presidenta de la Comisión Europea el viernes 23 de septiembre, dos días antes de las elecciones en Italia, ante la previsible victoria de la derecha de Giorgia Meloni: “Si las cosas van en una dirección difícil, como he mencionado respecto a Hungría y Polonia, tenemos herramientas”[1].

Es decir que, si los italianos no votan “correctamente” lo que decida von der Leyen en nombre de la “democracia”, pues se les castiga y punto. Como a Polonia y como a Hungría. Y no porque estos países no sean democráticos, sino, precisamente, por serlo, y cometer el gran pecado de querer vivir sin que una tirana a la que nadie ha votado les dicte desde Bruselas lo que pueden o no decir, pensar o hacer.

Pero si a pesar de la uniformidad mediática y el adoctrinamiento en la escuela, el instituto y la universidad, resulta que los italianos se resisten a ser arruinados por unos partidos degenerados, corruptos y traidores, y por unas instituciones europeas que persiguen la destrucción de las naciones que conforman Europa, pues se les acusa de no ser demócratas y asunto concluido. O mejor aún, se les tilda de “fascistas”, o “neofascistas”, o lo que sea, pero algo malo malísimo para poder revertir a la mayor brevedad posible los resultados electorales, poniendo todos los medios para impedir que, en adelante, los “pobres” italianos se vuelvan a “equivocar”.

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Y esto lo dice una pájara que dice representar a Europa, pero a la que no han votado los europeos. Vamos, que a poco que nos paremos a pensarlo, Putin “el tirano” tiene más legitimidad democrática que von der Layen.

El caso es que hemos llegado a normalizar que si las elecciones las gana la izquierda sí hay democracia, pero si vence la derecha, no. Como decía otro “gran demócrata”, Largo Caballero: si no gobierna el Frente Popular comunista, golpe de estado.

Más moderado, Feijóo, como buen esbirro de ese globalismo totalitario que programa abiertamente un pensamiento único para 2030, ayer mismo, al poco de confirmarse los resultados electorales en Italia, en vez de celebrar la victoria de la derecha, afirmaba: “no es el resultado que más nos hubiera gustado”[2].

En la misma línea, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, también se sumaba a marcar distancias con los vencedores electorales, adoptando la estúpida superioridad moral de la izquierda para, con la misma suficiencia progre, lanzarse a dar consejos a la próxima presidente de Italia: «espero que (Meloni) respete los valores y los objetivos de la Unión Europea que son claros y concisos: respeto a la diversidad, tolerancia a la pluralidad y que defienda a la UE».  Dando por hecho que los nuevos antivalores impuestos desde Bruselas contra la familia, la libertad, las tradiciones y el sentido común pueden ser impuestos por las bravas contra la voluntad de los ciudadanos. “Valores” –dice el amigo–. “Respeto y tolerancia” –añade. Hay que tenerlos cuadrados y una jeta de hormigón.

                     

[1]
                    https://es.euronews.com/2022/09/23/europa-italia-eu-vonderleyen

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[2]
                    https://www.libertaddigital.com/espana/2022-09-27/feijoo-mantiene-silencio-sobre-meloni-y-desde-genova-reconocen-que-no-es-el-resultado-que-mas-les-hubiera-gustado-6936478/