03/05/2024 00:28
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Mi amigo Enrique Sánchez Motos nos ha sugerido –en estas mismas páginas de ÑTV ESPAÑA– que las elecciones generales del 23 de julio próximo son más que unas elecciones generales. En el primero de sus artículos ya adelantado, nos da referencia detallada de los hechos históricos por los que ha pasado España en su devenir político y económico, de manera acertada.

Solo una objeción, y es que no podemos traer este argumentario como un espejo a través del que justifiquemos un resultado electoral para el 23 de julio de 2023, o el acudir a las urnas como obligada necesidad.  El objetivo está puesto en apartar al sanchismo del panorama político, pero no hay que olvidar que, salvo en las maneras de hacer, el Partido Popular no está muy alejado de la socialdemocracia que dice defender el PSOE.

Si VOX se une, ahora, al Partido Popular en el gobierno de los ayuntamientos y de las autonomías, servirá de policía regulador de los compromisos que lleguen a ser firmados, pero VOX no conseguirá lo que deseamos algunos españoles, tal vez los menos -lo reconozco-, y entre esos objetivos está la supresión de las autonomías para tener un estado nacional centralizado administrativa y políticamente. No cabe suprimir la comunidad catalana mientras se suprime el independentismo, sino estas autonomías contrarias al valor de la unidad nacional. La supresión de las autonomías conlleva automáticamente la extinción de policías ajenas a la Guardia Civil, recuperando esta su carácter policial y militar original, bajo un régimen de jurisdicción especial independiente de los órganos ordinarios.

Como no cabe quedarse en el mandato de la actual constitución relativo al derecho y obligación del conocimiento de la lengua española, sino que esta ha de ser la lengua vertebradora en todo el ámbito territorial nacional, quedando las lenguas regionales relegadas al ámbito privado, familiar y cultural. Y esto no lo digo yo ahora, sino que fue una propuesta continua de Unamuno.

En el plano económico las propuestas de VOX son un lavado de cara de la misma política fiscal y monetaria que están siguiendo Partido Popular y PSOE hasta el momento. El primero promete reducir el impuesto de sociedades al tipo del 20% en general y para las PYMES al 15%, cuando el único tipo impositivo que debe regir a toda persona física y jurídica es el diezmo (10%) de sus ingresos. A partir de ahí que cada cual haga sus cálculos, sin aplicación de reducciones, límites o exenciones que desvirtúan la finalidad del impuesto, que es del cumplimiento de los principios de colaboración y solidaridad, evitando la confiscación del valor trabajo y del patrimonio obtenido con este. No veo que VOX quiera eliminar las pensiones no contributivas, las que impuso el PSOE a través de la reforma de las pensiones del año 1985, por las que se limitaba la pensión contributiva de aquellos que la habían conseguido con su trabajo a lo largo de los años, para repartir lo apropiado con aquellos que no habían reparado en que el trabajo es uno de los más altos valores, como tan poco previsores de su futuro.

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No veo la implantación de una educación única a nivel nacional, con un mismo programa en cada uno de los niveles y un único cuerpo de profesores y catedráticos, estos con plena libertad de cátedra.

Y para no hacer largo este camino, tampoco veo que VOX haya adelantado la propuesta -aplicándosela ya- de poner fin a las subvenciones públicas a los partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones, porque en 2021 obtuvo 9,7 millones de euros con cargo a subvenciones, y en 2022 otro tanto, constituyendo un 63% del total de sus ingresos, lo que quiere decir que sin el concurso del dinero público VOX no existiría, como tampoco el Partido Popular ni el PSOE. Esta información revela que los partidos políticos que juegan en el tablero de ajedrez de la política española no tienen soporte de afiliados, o lo que es lo mismo, que tras de estos partidos existe un número escaso de ciudadanos que conformen aquellos, siendo estos partidos el medio a través del que las fuerzas económicas y financieras ejercen el verdadero control.

Un control de silenciado caudillaje en los jefes de filas que sin rubor alguno quitan y ponen a sus fieles en el regalo de una silla de senador o diputado, cuando deberían ser, al menos, los afiliados los electores de aquellos. No veo diferencia entre este actuar de los llamados partidos democráticos sometidos a una sola persona, de aquellos partidos dictatoriales o totalitarios dirigidos por un jefe. Vemos cómo en los primeros se castiga en cada nueva ronda electoral al miembro del partido que no ha sido manso, o que a pesar del esfuerzo ofrecido en llevar adelante al partido, a la hora de elegir, queda apartado en beneficio de nombres que llegan en el último momento. Para el próximo 23 de julio podremos cambiar las piezas del ajedrez, pero el tablero seguirá siendo el mismo, y para lo que realmente necesitamos estas elecciones -como todas las que pudieran venir de la misma guisa- el momento será inútil.

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Ramón

El PSOE y el PP son los mismos perros, pero con diferentes collares.
Pero el Amo es el mismo, el NOM y la AGENDA 2030.

Aliena

Muy buen artículo, con argumentos expresados con mucha claridad. olamente le pongo una objeción, a saber, la frase: «Si VOX se une, ahora, al Partido Popular en el gobierno de los ayuntamientos y de las autonomías, servirá de policía regulador de los compromisos (……) pero VOX no conseguirá (…..) la supresión de las autonomías…» Bien, yo no sé de dónde saca el señor Calderón que VOX quiere, quiera o quisiera hacer tal cosa.

José Luis Fernández

Lo textos escolares para la educación primaria y secundaria deberían ser los mismos para toda España y deberían estar editados por una imprenta estatal; asimismo, el Ministerio de Educación (de ámbito estatal, por supuesto) sería el responsable de elegir los textos que deberán utilizar los alumnos de cada una de las facultades españolas (que se cambiarían cada 3 o 4 años (para ir adaptándolos a los avances científicos) con el objetivo de que se abandone definitivamente la mala práctica que consiste en que cada catedrático decide dar las cases a su aire, sin seguir el contenido de ningún libro concreto, con la consecuencia de que las clases se convierten en una mera recopilación de apuntes sin que los alumno tengan tiempo para comprender lo que está explicando el catedrático. El mantra de la libertad de cátedra, que procede del Siglo XIX, únicamente es aplicable en algunas facultades (básicamente las que se dedican a las humanidades) pero no es aplicable a las facultades que se dedican a la enseñanza de las ciencias, como las de Física o las de Medicina.

Josè Macìas

EFECTIVAMENTE,

TOTALMENTE INUTIL VOTAL A CUALQUIERA DE LOS TRES.

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