20/05/2024 06:08
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En 1451 Nace en Madrigal de las Altas Torres una muchacha que en principio no se debía esperar grandes cosas de ella. Todo lo más que se casara con algún príncipe europeo o algún noble castellano y diera a luz varios hijos y los criase bien criados.
Pero esta extraordinaria mujer nunca se resignó a un papel secundario. Desde su adolescencia tuvo claro que su destino estaba guiado por una buena estrella.
Tras dos guerras civiles consiguió el trono. La primera contra su padre Enrique IV y la segunda contra su hermana Juana la Beltraneja. Tras muchas vicisitudes, nunca se le pusieron las cosas fáciles a Isabel, se hizo reina y a los tres años casó con Fernando de Aragón, unificando ambos reinos y sembrando la semilla de lo que después sería España.
Juntos consiguieron grandes logros que marcaron el futuro de la península, la conquista del reino nazarí de Granada en 1492, la financiación de la expedición de Cristóbal Colón que descubrió América y como he dicho antes la reunificación del reino de España.
Una vez ganadas las guerras civiles mantuvo a raya a la díscola nobleza castellana, dio paso a hombres nuevos a que le ayudasen en la organización del reino, lo centralizó y pagó la deuda dejada por su padre Enrique. Puso las bases del estado y del ejército modernos y su marido Fernando obtuvo muchos éxitos militares en territorio italiano y anexionó el reino de Navarra para la corona española.
Dejaron las cosas listas para que su nieto Carlos fuese proclamado emperador del Sacro Imperio germánico y Señor de Romanos. Un César digno descendiente de sus abuelos.
En el 1504 muere Isabel en Medina del Campo tras una racha de mala suerte con sus hijos. Por su abnegación y virtudes cristianas fuele dado el título por el romano pontífice de la Católica.
¿Cuál fue el secreto de esta enérgica reina para crear lo que hoy conocemos como España? Sin duda el mantener a raya la ambición de sus levantiscos nobles castellanos. En un tiempo de gastos desmedidos por la nobleza en pompas y oropeles, Isabel supo administrar su reino con inteligencia y suprimir gastos innecesarios hasta el punto de zanjar las deudas de la corona apoyándose en hombres nuevos provenientes de las clases productivas. 
Y ahí tenemos el ejemplo para administrar con mejor tino la España actual de las 17 taifas y la pompa desmedida mientras tenemos ya cinco millones de parados y la gente comienza a pasar hambre y necesidad.
Ojalá que la infanta Leonor siga el ejemplo de esta gran mujer y organice algún movimiento que ponga coto al saqueo que sufrimos los españoles para mantener tal estado de cosas. Es necesario y urgente el frenar tantos desmanes y sobre todo el dinero que se lleva nuestra numerosa y parasitaria clase política en connivencia con las oligarquías plutocráticas de este país. Por ello le deseo lo mejor y que no siga el camino contemplativo de su padre ni el de gastos y fanfarria de su abuelo el Emérito rey.
Pues estamos al borde de una revolución y su familia podría verse lanzada hacia el exilio. Y el país podría quedarse en no se sabe que manos si no se enderezan las cosas antes.
Así pues esperemos de nuestros futuros gobernantes que apoyen a las clases productivas españolas y no a las extractivas, para formar un país centralizado y moderno que se embarque en la modernización y en aventuras heroicas como la colonización espacial.
Y salir así de la preocupante mediocridad en la que nos vemos inmersos. Un triunfo de los mediocres a costa del corte de cabezas de nuestros mejores hombres, no lo olvidemos.
Así pues recordemos a esta gran reina y tomemos su ejemplo de templanza y buen saber y hacer a la hora de administrarnos. Para salir del actual atolladero de deudas y más deudas y de retroceso social de las clases medias. 
Y les dejo por hoy. Voy a ir a la villa de Benavente a llevar a un familiar al médico. Me veo interrumpido así en mis faenas agrarias pero por lo menos daré una vuelta por los bares y saldré un poco del pueblo.
Las iglesias medievales me recordarán a estos tiempos de nuestros católicos reyes y pensaré en lo grave de nuestra situación, tan grave como la de la Castilla que se encontró Isabel, y en que una personalidad excepcional con firmeza, templanza y energía debería de encauzar tal y como lo hicieron Isabel y Fernando.

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REDACCIÓN