11/05/2024 13:27
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Nuestros insignes soldados, después de 3 años de intensa lucha, pasando hambre y todo tipo de penalidades,  aún le quedaron ganas, fuerza  física y mental, para ir a exterminar al comunismo criminal a sus propias cuevas.

“Si en el frente, os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraros ante él, es un héroe, es un español”

General de Artillería Jürgens, refiriéndose a la actuación de los soldados españoles de la División 250, o División Azul.

Aunque esta frase, se le da como autoría a Adolf  Hitler, esta frase la dijo uno de los más famosos generales de la Segunda Guerra Mundial, en el frente Ruso, maravillado por como discurrieron las batallas, en las que la División 250 » División Azul »  participo activamente, siendo elogiados por no solo dicho General, también por Adolf Hitler, quedando impresionado por las hazañas que los soldados Españoles consiguieron en el Frente Ruso.

“Los españoles, son indisciplinados, pero no he visto soldados más valientes. Aún no han cedido un palmo de terreno. Yo sé, que los nuestros están tanquilos, cuando tienen a los españoles de vecinos de sector”

Opinión de Adolf Hitler recogida por Von Ribbentrop en sus memorias.

“No puedo imaginar a personas más valientes, apenas se cubren, desafían a la muerte. Son extraordinariamente valientes, duros contra las privaciones, pero terriblemente indisciplinados”

Adolf Hitler

La División Azul participo en 6 batallas aunque la más conocida, fue la batalla a las puertas de Leningrado! en la Batalla de Krasny Bor

La 250ª División de Infantería de las fuerzas armadas alemanas que luchó en el frente del Este. La formaron unos 45.500 hombres, de corte mayoritariamente falangista al principio (voluntariado azul) y militar al final (“caquis” obligados).

La «Division Azul», surgió como pago humano que se hubo de hacer a Alemania por la ayuda prestada a Franco, aunque no sería un pago equilibrado, pues España dejó en suelo ruso a 5.000 hombres

El Ministro español de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer, informó a Franco, su cuñado, y le planteó la posibilidad de contribuir a la lucha alemana con un contingente falangista voluntario.

El reclutamiento de voluntarios para la División Azul fue rápido y masivo. Tras diez días de concentración, los voluntarios marcharon a Alemania a mediados de julio. Se concentraron en la localidad bávara de Grafenwörhr donde tuvieron un intenso programa de entrenamiento durante algo más de un mes.

El viaje hacía Rusia fue muy duro. Necesitaron 53 días, hasta mediados de octubre, para llegar al frente. La primera parte del viaje la hicieron en tren, pero desde Suwalki (Polonia) hasta las proximidades de Moscú lo hicieron a pie (casi 900 kilómetros). Se impuso un ritmo de entre 30 y 40 kilómetros diarios en jornadas de siete u ocho horas.

Krasny Bor. El «arma secreta» española en la II Guerra Mundial

Cuando la División Azul transitaba ya por la autopista que la conducía a Smolensko, Muñoz Grandes recibió la inesperada orden de virar. En lugar de dirigirse a Moscú, debía hacerlo hacia el norte, hacia Novgorod. Era una decisión de Hitler ante la necesidad de refuerzos en la zona y ante los malos y prejuiciosos informes alemanes sobre los españoles. La unidad mantenía una ambigua relación con sus colegas alemanes, cuyo “orgullo racial” y concepto del orden dificultaban la interacción con personas de ámbito mediterráneo, más propensas al individualismo y la improvisación. Durante la marcha, en la ciudad de Grodno, los divisionarios confranternizaron con las muchachas judías, para disgusto de los alemanes. Cantaban, iban con los primeros botones de la guerrera desabrochados y se relacionaban con los residentes, al margen de credos y prejuicios raciales. Sus tratos con los civiles rusos generalmente fueron sencillos y amables, afectuosos incluso (por no hablar de los muchos idilios de divisionarios con rusas).

Pero una vez en el frente, los españoles se ganarían la confianza de los alemanes por su manera de entender el combate, sin concesiones a los reveses (lo reconoció Hitler ante los suyos, en privado, y ante los micrófonos de la radio). Y cuando se cambiaran las tornas para los invasores, sabrían resistir e improvisar. La reconciliación hispano-alemana de manos de la lucha lo sería hasta tal punto que, tras su repatriación, la “Blaue Division” se echaría en falta.

El momento del combate llegó en la zona del río Voljov, en torno a la ciudad de Novgorod. El avance español, que empezó con el cruce del río y la toma de diversas localidades, duró unos días y alcanzó Posselok, Otenski y Possad. Pero la reacción soviética obligó a los divisionarios a una dura lucha en el invierno de 1941 y 1942 que fue el más frío de cuantos se habían vivido en lo que se llevaba de siglo.

El frente del río Voljov: Primeras conquistas

El primer frente en el que la División Azul combatió fue cerca de un río navegable de más de 200 kilómetros de largo, el Voljov, situado al norte de Rusia. «Al Voljov los españoles llegaron entre los días 10 y 11 de octubre de 1941, y el 12, fiesta de la Hispanidad, entraron en combate. El frío era ya intenso, por debajo de los cero grados centígrados, y el Ejército alemán -y con él la División Azul- carecía de equipo de invierno, en tanto que Hitler había previsto que la campaña rusa iba a estar acabada en unos dos meses», señala el historiador Xavier Moreno Juliá.

Tras llegar, la División Azul trató de llevar a cabo una serie de pequeñas conquistas al otro lado del río. «Hubo un corto período de ofensiva hispano-alemana con la toma de varias poblaciones de escaso valor, en tanto que no sobrepasaban la catalogación de aldeas. Y llegaron, en su avance hasta tres poblaciones que pasarían a ser fundamentales: Otenski al norte, Possad en el centro, y Posselok, la más oriental, al sur; las tres, cercanas al río Vischera, afluente oriental del Voljov», afirma el experto.

No obstante, esta ofensiva no se extendió mucho y en poco tiempo los rusos iniciaron si propio asalto. «Siguieron cinco semanas de sufrimiento atroz en Possad y Otenski, en tanto que Posselok fue abandonada. Atacadas por la infantería, la artillería y la aviación, las dos poblaciones se convirtieron en tumba abierta de cientos de españoles», explica el historiador.
Al final, el 7 de diciembre el general español al mando de la operación recibió la orden de retirada por parte de los alemanes. No hubo más que decir, la División Azul cruzó la orilla y se apostó para la defensa de sus nuevas posiciones.

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Los españoles no tuvieron que esperar mucho para volver a combatir, pues a los pocos días de retirarse de sus posiciones avanzadas fueron atacados por centenares de soldados rusos. «El 27, una posición española ubicada entre las localidades de Udarnik y Lobkovo fue atacada. El pelotón, que estaba al mando de un alférez, fue aniquilado y los cuerpos de sus hombres, clavados en el suelo con picos para romper el hielo», afirma el historiador.

Esta gran derrota fue conocida como la tragedia de la «Posición intermedia». Sin embargo, los españoles decidieron no dejar este suceso impune y devolvieron el envite de manos del comandante Tomás García Rebull quien, finalmente, casi aniquiló en su totalidad a la fuerza rusa. La venganza se había cumplido para estos militares.

Por aquel tiempo, las bajas de la División Azul eran ya considerables, pero nada comparables con las del ejército nazi. «El 31 de diciembre de 1941 la División Azul había visto morir a 1.400 de sus hombres, en tanto que el Ejército alemán, desbordado desde hacía ya tres semanas ante Moscú (5 de diciembre, ataque del general Zhukov con reservas siberianas), contaba ya con un cuarto de millón de muertos», explica Juliá.

La DIVISIÓN AZUL (1941) | EL ÚLTIMO EJÉRCITO QUE VENCIÓ a RUSIA POR TIERRA

https://www.youtube.com/watch?v=sQdxWclHvEA&ab_channel=AlamineroHistoria

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Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.


Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.


Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas


Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.


Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.


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ANTONIO PARRA GALINDO

SEGOVIA Y LA DIVISIÓN AZUL
El dia D de españoles y ruskis.

el monumento A los CAIDOS DE LA BLAU EN SEGOVIA. NOMBRES ANÓNIMOS.

SHOLOXOV, CASARIEGO. TOMÁS SALVADOR. LUCHARON POR SU PATRIA Y CON SU VIDA HICIERON FUEGO

Una larga lista de nombres indistintos escritos en la pared en los muros de una vieja iglesia del XVI, convento agustino desplomado, a teja vana cuya bóveda se desplomó. Se llamaban Pérez, Gutiérrez, Parra, Mardomingo, Jesús Revuelta, Casimiro Matesanz. Sus rostros se ocultan al otro lado del firmamento. Nadie los conocerá porque son nombres que lloran sobre las piedras. Es el estadillo de los que cayeron en la División Azul.
Más de cinco mil nombres, la mayoría segovianos porque la lista de los mozos que se apuntaron voluntarios para ir a Rusia fue la más numerosa. Nunca regresaron del mar de hielo y uno maldice las guerras pero se admira ante el sacrificio de estas vidas tronzadas en plena flor de juventud. Dieron su vida para que nosotros nos salvemos. Rusia es un país mesiánico.
Hasta hace unos años lucía un pebetero con la llama del santísimo en esta iglesia donde no hay sagrario y los altares permanecen desnudos, desmantelados. Algo que nos indica que tal vez la muerte no sea el final. Tiembla en mi memoria el nombre de todos estos soldaditos.
En mi infancia cuando íbamos al santuario de la Fuencisla en la nave lateral había un icono de la Theotokos colocada allí en acción de gracias por un divisionario que regresó con bien. Se lo había regalado una “babuska” que tenía un hijo en el frente luchando del otro lado. La muerte tal vez no sea final y tampoco tiene colores políticos. Lucharon por su patria. Con su vida hicieron fuego.
El sitio está emplazado en unos jardincillos aláteres a la vieja clínica del 18 de julio, hoy creo que no se llama así oficialmente pero todos los segovianos la siguen llamando de tal forma pues allí vinieron al mundo en la década de los 50 y los 60 muchos niños, un hermano mío entre ellos. Era la clinica del 18 de Julio. Fue el primer hospital gratuito inaugurado por los falangistas de Girón. Es un sitio muy romántico y melancólico con una vista a los hontanares del Eresma, los huertos de San Lorenzo, los pináculos de la Lastrilla, los almendros de la finca del Terminillo que era la quinta de recreo del obispo. Es un impresionante mural con todos esos nombres grabados en cada uno de los sillares. Siempre que hay que respetar a los muertos. Tenerlos en la memoria.
Me congratulo de que en mi ciudad este cenotafio haya sobrevivido los últimos lustros de cambio pues ya se sabe los de la Blau no eran muertos bien quistos ni políticamente correctos. En los muros de la cárcel vieja hoy archivo se ha tenido el buen acuerdo de esculpir los nombres de los fusilados por el bando nacional, los de los fieles a la republica. Suum cuique pero que no nos quiten estos muertos.
Ellos sucumbieron a una de las debacles más catastróficas que tuvo en Europa en toda su historia. Los rusos perdieron 27 millones de hombres, los alemanes cerca de diez (estamos hablando de combatientes) y los españoles alrededor de seis mil. Fue el gran drama de la II Guerra Mundial. Ha sido poco estudiado a pesar de que hayan aparecido miles de libros abordado desde un punto de vista propagandístico. He leído estos días una gran novela río – ni hay personajes, el protagonista suele ser el soldado desconocido que todas las guerras huelen a mierda, a fatiga, a zanja, se escucha el grito de los heridos, el estampido de las explosiones etc., que se llamaba LUCHARON POR SU PATRIA.
Y he escuchado a través de sus páginas la música nefasta de los organillos de Stalin, de los que me hablaba mi padre y sus compañeros divisionarios, he visto arder las isbas y he visto el cielo encendido de esas auroras boreales que pintaban de sangre el horizonte del Ostern Front. Es la historia de la gran infantería rusa ( pexo ta), me he escondido en los agujeros bajo la nieve de los pozos de tirador, he compartidlo el rancho y arrebañando las perolas y gatée bajo las alambradas de los caballos de Frisia con el heroico Ivan que se acercaba a un panzer alemán y lo destruía por detrás con una lanzallamas.
El carro viraba sobre sí mismo y por la torreta salía a encontrar la muerte ardiendo sus cabellos rubitos a Fritz. Acaso Fritz era de la misma quinta que Ivan el que lo había derribado. Ninguno de los dos sabía por qué estaba allí en pleno frente del Este.
Las batallas hasta que no cae Stalingrado eran de exterminio. No se hacían prisioneros. Luchan por su patria. Defendían cada uno su idea de la civilización. Poco se habla del heroico holocausto ruso y de las barbaridades y sufrimientos sin cuento que significó la Operación Barbarrosa. Escucho el ronroneo de los batallones motorizados en cada moto viajaban dos soldados el uno al manillar y el otro en el sidecar.
Veo las columnas infinitas de los regimientos ciclistas y los de intendencia que viajaban en hipomoviles. Marchieren… marchieren y me he hecho una composición lugar porque Sholoxov ve la escena desde el anglo soviético, muy hábilmente obvia cualquier ángulo peyorativo de los combates y hasta en una ocasión poco antes de entrar en fuego ve como un artillero ruso hace el ademán de persignarse pero se detiene en seco pues el comisario está a pocos metros y entonces no era políticamente correcto hacer la señal de la cruz pero todo indica que el pueblo rusos seguía a pesar del estalinismo acérrimo a la fe ancestral de sus mayores: el cristianismo ortodoxo.
Tomás Salvador en su división 250 y Evaristo Casariego en “Con su vida hicieron fuego”, dos grandes novelas españolas de la segunda guerra mundial lo ven desde el lado alemán. Pero en todos estos tres libros reseñados y cuya lectura recomiendo late el dolor y la grandeza de los que combatieron en aquella guerra que fue una hecatombe de una forma real y nada triunfalista. Estos nombres escritos en la pared de una iglesia derrumbada de Segovia lo mismo que los personajes de Sholoxov lo atestigua son la otra cara de la moneda a como vieron los ingleses y los americanos el asunto por ejemplo en películas como el Día D. la frivolidad con que Hollywood narra esas jornadas sangrientas me llena de inquietud porque se manipula a ojos vista y se les priva a las generaciones venideras del derecho a saber objetivamente qué fue lo que pasó. Nunca más. Si vais a Segovia no dejéis de acudir a este lugar. La verja está cerrada pero se pueden ver todavía los nombres y si sois creyentes rezad una oración por aquellos caídos. Por todos los caídos. Por los muertos de todas las guerras. Pakoi. Descansen en paz.

ANTONIO PARRA GALINDO

MUY BUEN REPORTAJE ACRIBIA ALEMANA, PERDONE QUE INSERTE ESTE ARTICULO MIO SOBRE LA EPOPEYA COMO COMENTARIO PUESTO QUE NO TENGO OTRO MEDIO PARA DIFUNDIR MIS COLACIONES COMO PERIODISTA, MI PADRE Y ALGUNOS MILITARES QUE CONOCÍ EN EL REGIMIENTO ARTILLERO 41 DE SEGOVIA FUERON SUPERVIVIENTES, FRUSEN, CHAPÓ FELICITO AL AUTOR

antonio parra galindo

RODRIGO ROYO UN HEROE QUE VOLVIÓ DE RUSIA CON UN PIE CONGELADO Y SERIA EL CREADOR DEL NUEVO PERIODISMO SP
 

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Rodrigo Royo con el uniforme de la División Azul. Fue herido en la batalla de Krassni Bor y fue trasladado al hospital de campaña. tenía los pies congelados y a causa de ello arrastró una cojera toda su vida

Rodrigo Royo Maciá

 

Veo una foto en Internet que me entusiasma. Bajéla del blog de J. Fernández Krohn que ha escrito un gran artículo sobre el hombre que a mí y a otros muchos nos abrió las puertas carreteras del periodismo (Umbral, Diego Carcedo, Homero Valencia, Luis Angel de la Viuda, Andrés Kramer, Cristobal Paez padre-que el hijo ganó mucho más dinero y anda metido ahora en lides judiciales con los peperos, Juan PratsIvorra, Santos GozaloFélix Ortega, Manolo Velasco y hasta un sobrino del banquero Botín que era nuestro confeccionador de SP, más un largo etcétera). Rodrigo Royo aparece en la instantánea con el uniforme de la Blau. Todos sabemos que se le congeló un pie en Novgorod y estuvo hospitalizado en Riga y casi a punto de pasarse a los rusos por el amor de una judía a la que conoce en el hospital y por ella puso su vida al tablero pero no pudo salvarle a la muchacha el pellejo, se lo llevaron los polizontes de la Gestapo, patético capítulo de su novela. Él mismo estuvo a punto de ser fusilado por los alemanes por confraternizar con el enemigo. Toda una peripecia que cuenta en una novela que publica por entregas en la prensa del Movimiento. La dio entera Amanecer de Zaragoza. Acabada la guerra, se fue de polizonte a los Estados Unidos. Trabaja en Nueva York de ascensorista y allí conoce a una bella colombiana que sería su mujer, la madre de sus hijos. Es nombrado corresponsal en Washington alternando las tareas informativas para la Cadena del Movimiento con Paco Lucientes que informaba desde la ONU. Por esos días publica “America el paraiso del proletariado”. De regreso a Madrid es nombrado director del Arriba. BAjo su mano el periódico de la calle Larra se traslada a las instalaciones de Castellana 142. Hace un periódico en huecograbado que sería el mejor de los publicados en España de su época un diario abierto a todas las plumas incluso las de los vencidos. Rodrigo Royo era un genio, un valenciano de Alcira que creía en la reconciliación. Un artista. Un virtuoso del violín con los que amansaba a las fieras exaltadas cuando después de tres meses no habíamos cobrado, al que veíamos escribir a pluma aquellos editoriales magníficos del SP (Servicio de Publicaciones) que se adelantó a su tiempo. Fue ninguneado y calumniado por los suyos. Los de la vieja guardia le llamaban el “Rorro”. Por eso prefirió rodearse de gente moza. Tuve la suerte de formar parte de aquella redacción en frente a una vaquería de Santiago Cordero en Tetuán de las Victorias junto con los compañeros ya mencionados aparte de Santiso, Juan Pla y Balbín, toda una serie de apellidos que frisaron como lumbreras en el periodismo del tardofranquismo y de la transición.

Rodrigo dio a la estampa dos novelas maravillosas y descatalogadas “El Establishment” donde se narran las bellaquerías del Opus tan sibilino tan demonial a pesar de decirse la santa obra que le acogotaron prácticamente (no tenían caridad aquellos buitres lectores de “Camino”) y otra sobre la guerra civil “Todavía”.

Por estos dos títulos merecería su nombre brillar con letras de oro en los anales de la literatura castellana, pero lo han silenciado, lo hicieron el vacío y enviado sus libros al infierno del índice.

La denominada democracia tendrá a su cargo la culpa de muchos escarnios, de autos de fe, autenticas almenaras de letras de molde. Han borrado nuestros nombres de la listas. Maquiavélicos, han entendido que la mejor política para amordazar a un escritor es encerrarlo entre los barrotes del “no person”, simplemente no eres, no estás, para ellos ni existes, y aparejar cortinas de humo, condenarlo al Leteo de la indiferencia.

Ellos borraron su memoria pero para mí el nombre de Rodrigo Royo Maciá está escrito en caracteres triunfales del laurel victorioso.

No sabían que era un libertario y un demócrata, admirador de los Estados Unidos, quiso trasplantarlo a España pero no lo dejaron y fueron los de siempre: las cien familias que desde Godoy a esta parte se erigieron en amos de esta finca llamada España.

Yo quisiera reivindicar su obra y su trayectoria profesional de periodista valiente y peleón. Fue uno de los primeros que se enfrentó a la bestia aun a costa de morir pobre y arruinado

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