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Recibida la carta de una nieta de Francisco Largo Caballero, Sonia Largo Valcarce, fechada en octubre de 2020 y dirigida a una “España justa y democrática”, me veo en la doble necesidad de contestarle; primero, porque formo parte de esa España y me considero justo y democrático, a diferencia de su abuelo. Segundo, por fidelidad al remitente; un amigo ejemplar, vertical, solidario y entrañable servidor del bien común y los necesitados, al que me gustaría ver más y catalogo como excepcional español, justo y democrático.

La carta, con independencia del virtuosismo que adjudica a su abuelo, cosa entendible en una cabal descendencia, adolece de un desconocimiento absoluto de quién fue su abuelo, recogido en innumerables escritos, mítines y hechos incontrovertibles. También denota una supremacía moral inmerecida, pero indudablemente otorgada por la derecha española desde 1978 hasta la irrupción de Vox, salvando a contados historiadores e investigadores. Y un impudor intelectual suicida, en vísperas de querer imponer a la sociedad una memoria histórica y democrática a la medida de su abuelo. 

Quiero contestar a Sonia Largo, sin opiniones personales o juicios de valor, pues cómo geógrafa estará acostumbrada a no suplantar la realidad en razón a su ideología. Los hechos son incuestionables y a ellos me voy a limitar, aunque me sorprenda la adopción   del papel de victima, cuando puede disponer de “cincuenta mil libros” para documentarse sobre la guerra civil, quien fue su abuelo, y cómo la historia de la guerra civil española la han escrito, de manera abrumadora, los perdedores de la misma. Sobre las razones de porqué la perdieron, me permito recomendarle, entre los cientos que encontrará, el de Pio MoaPorqué el Frente Popular perdió la Guerra”, de reciente publicación.

Dice en la misiva que “Hasta hace solo unos pocos años, la Memoria Histórica de España se ha empezado a tomar en serio”.            ¡Querrá decir que se ha comenzado a manipular la historia por ley, para imponerla a los ignorantes ciudadanos y “blanquear” la II Republica y sus detestables dirigentes! También dice que “…no es lo mismo defender a la patria de una invasión enemiga, que defenderse por un levantamiento militar perpetrado por tus propios compatriotas”. Evidente, pero es que en su abuelo se daba esa doble condición. Primero, había perpetrado un golpe de estado contra la Republica en octubre de 1934, con más de 1400 muertos. Siendo uno de los máximos responsables, fue absuelto por una justicia ya a la altura de un régimen comunista, no de una democracia, saldando con unos meses de prisión el gravísimo delito cometido, por lo que pudo concurrir a las elecciones generales del 16 de febrero de 1936. Después del fraude y la violencia que otorgó la victoria al Frente Popular, encabezó el “proceso revolucionario” para imponer en España la dictadura del proletariado. Segundo, por identidad ideológica, se plegó a las directrices de Stalin en la conducción de la guerra, tanto en la estrategia como en los cuadros de mando de los combatientes. Por ello, de haber ganado la guerra que provocó y del que es uno de sus máximos responsables, no habría triunfado la democracia, sino el comunismo. Y su abuelo habría sido defenestrado por Stalin, como hizo con el POUM de Matéu Nin, o con Troski, adueñándose de España como hizo con las naciones Bálticas o Polonia. Por eso los españoles con un mínimo de decencia y memoria histórica agradecieron siempre a Franco que derrotara a su abuelo y correligionarios del Frente Popular. Por eso murió de viejo, en una cama de la Seguridad Social que había creado y en una nación pacifica y desarrollada completamente distinta a la que le había dejado su abuelo y correligionarios.

Con cinco citas de su abuelo, le bastarán para comprender al personaje.

1ª) “Si triunfan las derechas…tendremos que ir a la guerra civil.

2ª) “La democracia es sólo el primer paso hacia la dictadura del proletariado…”.

3ª) “La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo…Hay que ir a la Revolución”.

4ª) “La transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas a las urnas…”.

5ª) No vengo aquí arrepentido de nada. Yo declaro paladinamente que antes de la República nuestro deber era traerla; pero establecida la República, nuestro deber es traer el socialismo. Y cuando yo hablo de socialismo, no hablo de socialismo a secas; hablo del socialismo marxista. Y al hablar del socialismo marxista, hablo del socialismo revolucionario”.

Con esa forma de pensar, su abuelo no puede ser catalogado de demócrata, ni de pacifico ciudadano respetuoso del discrepante. Por eso un correligionario de esa época y que Vd. no podrá tildar de fascista, como Salvador de Madariaga, afirmó: “con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”. Y no hablamos del asesinato del diputado y líder de Renovación Española, José Calvo Sotelo, sacado de su casa y asesinado por Guardias de Asalto y milicianos de la escolta de Indalecio Prieto. El 13 de Julio de 1936 funcionarios del Estado mataban a un político, jefe de la oposición, instigado por una parte del gobierno (PSOE). ¡Ejemplar democracia! 

Se toma la licencia de hablar de buenos y malos, siendo su abuelo el paladín de los buenos, por supuesto. Y también del sufrimiento del exilio: “…de hombres y mujeres que tuvieron que defender su patria. Por eso fueron fusilados, asesinados, encarcelados, torturados, y aquellos que pudieron salir de España, exiliados…”. Pero, ¿cómo puede vivir en ese universo distópico, aunque sea por deber filial? Mire, Sonia Largo, le haré una brevísima síntesis de la conducta de su abuelo. Vivió de la política casi toda su vida, aunque fuera estuquista de profesión. Fue miembro del Consejo de Estado, formando los “comités paritarios” en la dictadura de Primo de Rivera. Se pasó de bando y fue Ministro de Trabajo en el primer bienio republicano, hasta 1933 en que ganó la CEDA. Una vez fracasado el golpe de estado del 18 de julio de 1936 y producido el Alzamiento Nacional en toda España, Largo Caballero fue nombrado el 4 de septiembre de 1936, presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, hasta que dimitió o fue relevado por el presidente de la República, Azaña, el 7 de mayo de 1937.

En ese periodo y bajo su responsabilidad se produjeron cinco hechos de especial relevancia y que denotan la personalidad, el sentido de la justicia, el respeto a la vida y el espíritu democrático de su abuelo. Estos son: 1) Los crímenes masivos de Paracuellos del Jarama; 2) la creación de las “checas”, de las 349 sólo en Madrid, 49 eran socialistas; fueron lugares de detención, confinamiento, tortura y asesinato de los españoles considerados sospechosos por desafectos; 3) El robo del oro del Banco de España (cuarta reserva mundial); 4) La presencia, con prismáticos, al espectáculo de ver cómo se volaba con dinamita el Alcázar de Toledo, el 18 de Septiembre de 1936, dónde había 600 mujeres y niños, además de 1200 defensores, solo permite comparar a su abuelo con Calígula o Nerón, por su sadismo; 5) El Expolio del patrimonio histórico-arqueológico, requisado por el gobierno presidido por su abuelo en la catedrales de Toledo, Tortosa, Palacio Real de Madrid y los monetarios del Museo Arqueológico Nacional y de la Casa de la Moneda, así como la Caja General de Reparaciones (confiscaciones a particulares) y una parte de las reservas económicas de la Generalidad. Todo ello llevado a Méjico en barco, “el Vita”, y vendido con la colaboración del presidente Cárdenas, para que vivieran los gerifaltes del exilio republicano; no los pobres que se vieron arrastrados por la demagogia de sus dirigentes y tuvieron que hacer frente a sus responsabilidades penales o al duro exilio de los “campos de concentración” franceses. Por ello, Olga Largo, ni su abuelo, ni Vd. es victima del exilio, más bien beneficiaria del dinero robado a las arcas de los españoles, sin haber rendido cuentas nunca.   

En aras de la brevedad de un artículo, me detendré en los Crímenes de Paracuellos del Jarama y del Robo del Banco de España. El llamado “terror rojo” se impuso en Madrid y resto de España, allí donde triunfó el Frente Popular de su abuelo. “El Gobierno y el presidente de la República no lo ignoraban y tenían responsabilidad en todo cuanto estaba sucediendo en Madrid”. Así se refiere Santiago Carrillo en sus memorias, “Mi testamento”, en su intento de trasladar su evidente responsabilidad como delegado de Orden Público en Madrid. Entre noviembre y diciembre de 1936 fueron asesinadas más de 2.500 personas en Paracuellos del Jarama. Las acusaciones de Carrillo son evidentes: “el gobierno de Largo Caballero tuvo responsabilidad y conocimiento de las sacas de Paracuellos”. Una matanza tan generalizada y monstruosa, no puede concebirse sin ordenes expresas del mando y menos en una guerra. También, porque se detuvieron los asesinatos a mediados de noviembre con el nombramiento de Melchor Rodríguez como Inspector General de Prisiones y se reanudaron, una semana después, por la expresa participación del ministro de Justicia del gabinete de Largo CaballeroJuan García Oliver, que destituyó a Melchor Rodríguez, para poder continuar con el operativo.

El 13 de septiembre de 1936, mediante “Decreto reservado” que firma el presidente de la República Azaña, se autoriza a Negrín, Ministro de Hacienda del Gobierno presidido por Largo Caballero, “para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte de con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España”. En secreto, con nocturnidad y alevosía, el lugar más seguro para “el Lenin Español” no podía ser otro que el de la patria rusa de Stalin. Así, al día siguiente, el 14 de septiembre partían, embaladas en diez mil cajas, hacia el puerto de Cartagena, con destino a Odesa. Tan sorprendente expolio de la cuarta reserva de oro del mundo, no llega en su totalidad a Moscú. Según el recuento que se hizo en España, salieron 7.800 cajas de 60 kilos cada una. Según el General Orlov el recuento y peso de las Cajas se hizo en Moscú, pero no en España y se contabilizaron 7.900. La casi totalidad del oro enviado estaba compuesto por monedas de oro antiguas, cuyo valor superaba largamente el de su peso. La diferencia de 2.100 o 2.200 cajas, bastante notable, se perdió por el camino en aras de la libertad, la democracia y la república de todas clases.

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Sigue describiendo, en la carta, a su abuelo como un personaje respetado y honorable, añadiendo que: “Es importante recordar que desde principios de 1931 España era una República Parlamentaria y Constitucional con Largo Caballero como ministro del trabajo. España, con sus grandes problemas sociales y políticos era de todas maneras una República democrática. España estaba evolucionando a pasos agigantados”. Hacia la dictadura del proletariado, le faltó añadir. Vea lo que pensaba su abuelo de la democracia y dígame si, ¿es el mismo concepto que tiene Vd.? Lo recoge su periódico, “El socialista”, de fecha 9 de noviembre de 1933. Son las palabras de Largo Caballero en un mitin en Jaén: “Se dirá: ¡Ah esa es la dictadura del proletariado! Pero ¿es que vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. No ocultamos que vamos a la revolución social. ¿Cómo? (Una voz en el público: ‘Como en Rusia´). No nos asusta eso. Vamos, repito, hacía la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas, habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente (Gran ovación). Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Mas no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No, simplemente decirle a la clase obrera que debe preparase… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista…”. Fíjese, Olga Largo, en la fecha y lo que decía su abuelo. Después de perder las elecciones, intentó el golpe de Estado contra esa legalidad republicana que Vd. dice defendió, en octubre de 1934, ¡no lo olvide! En 1936 ya no había quien frenara a su abuelo y a los revolucionarios, engañados con el paraíso del proletariado, que mediante las armas. Ese y no otro fue el origen de la guerra civil, y no el que cuenta en la carta y pretenden imponernos con su falsificada “memoria histórica o democrática”.

 

Lo único relativamente cierto de la misiva es que su padre fue detenido cuando hacía la mili y trasladado, primero a Segovia, y luego a Sevilla. Pero omite algo importante que tal vez no quiera decir o sepa. Acabada la guerra civil a su padre lo trasladan a Monforte de Lemos (Lugo) donde permanece en libertad vigilada, en la casa de su hermano Ricardo, dónde conoce a su madre Maruja Valcarce, pudiendo irse a Francia, en 1947, sin mayor impedimento, para terminar en Méjico, donde imagino que nació Vd. Mire la suerte que tuvo su padre de haber estado detenido por el bando triunfador que  encabezara Franco; si hubiera estado en el bando del “frente popular” de su abuelo habría corrido la misma suerte que el hijo de Fanjul; que el hijo de Moscardó; de los “hijos asesinados” junto a sus padres en Paracuellos o de José Antonio Primo de Rivera. De ninguno tuvo compasión su abuelo. Tal vez debería conocer la historia, documentada por numerosos investigadores, del proceso y ejecución sumarísima del jefe de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, de que fue el presidente del Consejo de Ministros, Largo Caballero, quien más presión ejerció para que fuera ejecutado. Y eso que dispuso, además de la facultad de gracia, de la posibilidad de ser canjeado por su hijo Francisco Largo Calvo. ¡Lo rechazó! Como ve, si Franco hubiera sido como su abuelo, hoy Vd. no viviría para contarlo, ni podría dirigir esta carta admonitoria contra Franco, Vox y cuantos osamos rechazar la falsedad histórica que quieren imponernos, con ochenta años de retraso. No hay forma de blanquear a su abuelo. Ni lo merece. Aunque la historia del socialismo español esté llena de gente de esa naturaleza, no merece ser recordado mas que por sus deudos; pero no en monumentos, calles y plazas, como benefactores de la paz, la libertad y la democracia, que no fueron.

 

No vale la pena contestar toda la carta, por carecer del más mínimo interés y adornarse de toda una serie de tópicos, de consumo interno de militancia, para mantener el fervor vindicativo de unas siglas. Porque, sépalo Sonia Largo, a leer y escribir en España; a otorgar y garantizar todos los derechos de los trabajadores, de verdad, ya lo hizo Franco, en sólo 35 años. Levantó España, y a los trabajadores como no se había conocido antes, hasta ser la 8ª potencia industrial del mundo, mientras a los exiliados como su familia, no se les acababa el botín, ni la propaganda. Decir que la “dictadura fascista de Francisco Franco, fusiló a más de medio millón de republicanos”, la desacredita hasta como el exégeta de Ángel Viñas.

 

Al pasarse, al menos 27 años en Méjico, viviendo de las rentas de la parte del botín llevado por Indalecio Prieto en “el Vita”, robado a los españoles, puede permitirse la falacia de afirmar que España vivió, con Franco, en la oscuridad y con absoluto terror. Lo que me resulta inadmisible, tal y como se comportó con su padre, es que mantenga la ingratitud de decir que: “dominó a su pueblo con garras de acero y sin misericordia”. ¿No ha pensado que Franco pudo conseguir que a su abuelo se lo entregaran los alemanes, con un lacito rojo, para ser juzgado por su responsabilidad en la guerra civil y sus crímenes? Si no lo hizo, a diferencia de Companys, fue por misericordia con un hombre mayor y desprestigiado, que abandonó España antes de la toma de Barcelona, dejando abandonados a sus correligionarios. Y también, por no hacer de él un mártir, de una causa inmerecida.

 

Ya le habrá quedado claro que su abuelo no luchaba, ni sacrificó su vida por la libertad y por una España mejor; a no ser que considere libertad a la dictadura del proletariado, y progreso, el vivido en Rusia, en media Europa comunista, en Cuba o, ahora, en Venezuela. Una mentira dicha cien veces se vuelve una verdad para el ignorante que la oye. Pero la verdad de que los tres impulsores intelectuales mas relevantes que trajeron la República: Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala, bendijeron el Alzamiento Nacional de Franco y se pasaron a su movimiento cívico-militar, cierra cualquier debate.

 

Tómese las libertades que quiera; denuncie y rechace contundentemente lo que le plazca, pero considere seriamente que “las aseveraciones fraudulentas y engañosas”, las proyectan quienes desean imponer, por ley, un único, parcial y sesgado relato de la historia, borrando o prohibiendo lo que no les conviene. Eso no es Memoria Histórica, ni democrática. Eso es ingeniería social, doctrinarismo ideológico y totalitarismo comunista. De eso, “el Lenin español”, su abuelo, sabía bastante. Pero su decepción no le dio tiempo a trasladársela a su progenitor, probablemente. 

El partido de Vox no miente, ni retuerce el significado de la ley de la Memoria Histórica. Está pretendiendo su derogación y, con ello, la libertad y la verdad de impedir que nadie imponga la suya, como Vd. pretende con su carta, considerándolo un atropello. No, no pregunte, contéstese Vd. misma. Vox no ha perdido la memoria. ¿Tal vez Vd. la ha interiorizado tanto, en su “madrasa mejicana”, que se cree en posesión de la verdad y con capacidad de imponerla a los demás. Eso es volver al guerra-civilismo en el que se encuentra instalado el socialismo hispano, a falta de propuestas de un mejor futuro. No habéis aprendido nada, tal vez porque no habéis conocido la verdad de lo ocurrido. ¡La respuesta está en la historia! Y la ignoras conscientemente; por pereza, comodidad u oportunismo. La ventaja es que no se repite.

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No pretenda imponer sú verdad, Sonia Largo; la verdad de los hechos, lo impide. No es necesario aprender lo que ya se sabe, lo que es conocido. Lo que habita en nuestra memoria, puede ser recordado, contemplado, reconocido, sin que tengamos que volverlo a investigar. Y menos imponerlo por ley. Honre la memoria de su abuelo, en cuanto familiar, que el lugar en la historia y su demerito, ya tiene el merecido legado, por mucho que los “memorialistas” de su partido lo quieran blanquear.

Esta fue la carta a la que alude el autor del artículo:

Queridos amigos, antes de empezar quiero dejar muy claro que en esta carta personal no pretendo de ninguna manera daros una cátedra de historia, pero la tengo que escribir a mi manera. Posiblemente habrá errores no intencionados ya que yo no soy historiadora, soy geógrafa. Así que perdonad de antemano mi ignorancia y armaros con un poco de paciencia sólo por unos minutos.

Se dice que la historia la cuentan siempre los vencedores. Esto por supuesto es rebatible pero creo que existe bastante verdad en ello. Hasta hace solo unos pocos años, la Memoria Histórica de España se ha empezado a tomar en serio. Por décadas, aquellos que perdieron la guerra habían sido olvidados. Sí, es muy doloroso recordar, pero es mejor que ser ignorado después del precio que se pagó.

Soy hija de Francisco Largo Calvo y nieta de Francisco Largo Caballero y también recipiente directo de las consecuencias trágicas que estos grandes hombres sufrieron en las primeras décadas del siglo XX. Yo soy tercera generación y debido al exilio de mi padre, nací en la ciudad de México. Yo no viví la guerra pero soy resultado de ella igual que miles y miles de hijos y nietos de exiliados españoles.

La guerra civil

Todos los conflictos bélicos son horrorosos, pero se dice que una guerra civil es el peor de todos. No es lo mismo defender a la patria por una invasión enemiga, que defenderse por un levantamiento militar perpetrado por tus mismos compatriotas. No, no es lo mismo.

En una guerra civil las atrocidades resultantes son incomprensibles. Vecinos matan a vecinos, hermanos matan a hermanos, las fuerzas armadas matan a sus ciudadanos. ¿Entendéis a lo que me estoy refiriendo? Una guerra civil es más sangrienta, más perversa.

El exilio

El exilio es una palabra que desgraciadamente ha perdido significado. Hoy en día hay exiliados en todas partes. Unos debido a problemas económicos o políticos; otros debido a persecuciones o genocidio y otros simplemente por hambre. Pero el exilio significa todo para el exiliado. Significa su vida y su futuro, si los tiene. Pues bien, mi familia ha sido víctima de las dos situaciones.

La guerra civil española fue la lucha del pueblo en contra del fascismo, fue una lucha de clases, una lucha en contra del ejército de Franco, una lucha de religión, una lucha de diferentes nacionalismos, una lucha en contra de los carlistas, una lucha en contra de los monárquicos… La guerra civil de España fue una lucha muy complicada y sangrienta. Pero la gran diferencia entre un bando y el otro es que el pueblo defendió la libertad y el fascismo la represión.

El ejército sublevado tuvo las armas, la disciplina, los conocimientos estratégicos de batalla, el capital y el apoyo de Hitler y de Mussolini.

El pueblo español tuvo a sus líderes republicanos elegidos democráticamente y sus aliados fueron los profesores universitarios, los poetas y artistas, los escritores y pintores, los filósofos y científicos y, por supuesto, los trabajadores. Hombres y mujeres que tenían que defender su patria. Y por defender su patria fueron fusilados, asesinados, encarcelados, torturados, y aquellos que pudieron salir de España, exiliados.

 

Ya antes de la guerra civil el fascismo empezaba a tomar fuerza. Mi padre y mi abuelo fueron encarcelados innumerables veces. En una «ocasión» a mi abuelo le condenaron a la pena de muerte para después salir de la cárcel elegido democráticamente por su pueblo como diputado.

Cuando estalló la guerra civil a mi padre le metieron en la cárcel, lo trasladaron a Segovia por unos meses y luego se lo llevaron a Sevilla donde estuvo siete años encarcelado y seis meses con pena de muerte. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial lo desterraron a Galicia de donde no pudo salir por cuatro años.

A mediados de 1939, ya terminada la guerra, mi abuelo tuvo que huir a Francia donde el gobierno de Vichy lo entregó a la Gestapo quienes se lo llevaron al campo de concentración alemán de Sachsenhausen-Oraniemburg. Allí estuvo preso varios años ya con avanzada edad y temiendo por su vida, solo, lejos de su patria, de su pueblo y de su familia. Observó innumerables atrocidades cometidas por los nazis hasta que fue liberado por los rusos y polacos. Después de unos meses lo llevaron a Paris en donde murió en 1946 debido a serias complicaciones de salud. Su entierro fue impresionante. Cientos de miles de personas asistieron, lo mismo que innumerables instituciones liberales representadas por sus líderes, obreros españoles y franceses. Francisco Largo Caballero fue un líder español incorruptible, muy querido por su pueblo y un hombre honorable que aún con sus defectos era respetado hasta por sus enemigos.

Es importante recordar que desde principios de 1931 España era una Republica Parlamentaria y Constitucional con Largo Caballero como ministro del trabajo. España, con sus grandes problemas sociales y políticos era de todas maneras una República democrática. Durante esa época hubo muchos cambios positivos, sobre todo en lo referente a los derechos del trabajador, sus salarios y la protección laboral. Se estableció una jornada de ocho horas, se mejoró enormemente la educación pública y, en fin, hubo otros adelantos importantísimos que ahora no viene al caso mencionar. España estaba evolucionando a pasos agigantados. Pero eso no podía ser aceptado por ciertos sectores de la sociedad. Enseñar al pueblo a leer y a escribir no era para su beneficio. Otorgar derechos humanos a los trabajadores tampoco. En 1936 y 1937 Largo Caballero sirvió como primer ministro y ministro de Guerra durante la guerra. Pero al final de esta tragedia y derrotada la Republica, mi abuelo tuvo que huir a Francia.

Durante más de cuarenta años, España vivió en la obscuridad bajo la dictadura fascista de Francisco Franco, quién fusiló a más de medio millón de republicanos una vez terminada la guerra. La dictadura militar de Franco se basó principalmente en la represión, en la erradicación de todas las libertades democráticas, en el encarcelamiento, asesinato y desaparición de miles de españoles y en la mentira.

Y así, con la fuerza y apoyo del ejército español, el apoyo de Hitler y Mussolini (antes de morir) y otras instituciones (que mejor no menciono) dominó a su pueblo con garras de acero y sin misericordia. España vivió en absoluto terror.

Esa represión monstruosa garantizó que generaciones de españoles no tuvieran conocimiento de su pasado inmediato y deliberadamente permitió que la democracia y libertad se ahogaran en su larga noche.

Una mentira dicha cien veces se vuelve una verdad para quien la oye. Así se manipula al pueblo, así se engaña al inocente, o al indolente, o al ignorante. El odio es un sentimiento que corroe por dentro y que con el tiempo se vuelve más brutal. Su continuación es la venganza, vehículo con el que se comete la injusticia y así se termina erradicando al bien.

 

Hace unos días, el portavoz del partido fascista de Vox se refirió a Francisco Largo Caballero como un hombre de «sanguinaria trayectoria política y personal». También lo insultó con otras palabras que no merecen ser repetidas. ¡Cuánto odio! ¡Cuánta mentira!

Poner a mi abuelo al nivel de los fascistas de esa época es una aberración. Es un insulto a la democracia y a la decencia humana. Es un insulto a todos aquellos que lucharon y sacrificaron sus vidas por la libertad y por una España mejor.

Como buena nieta de mi abuelo Francisco Largo Caballero, no puedo quedarme callada ante las acciones vergonzosas que pretenden llevar a cabo los partidos de ultraderecha. NO SE PUEDE VOLVER AL PASADO. España ya pagó con su sangre y el resto de Europa con la suya. El mundo no acepta el fascismo o el nazismo.

Por lo tanto me tomo la libertad de denunciar y rechazar contundentemente a aquellos que, basándose en aserciones fraudulentas y engañosas, quieren eliminar la Memoria Histórica. La lucha contra el fascismo nunca será olvidada y Francisco Largo Caballero como todos aquellos que lucharon en contra de Franco tampoco serán olvidados.

El partido de Vox está mintiendo, está conscientemente retorciendo el significado de la ley de la Memoria Histórica, está escondiendo la verdad. No permitáis que se siga adelante con este atropello.

Y hablando de memoria, miembros del partido Vox, os pregunto si vosotros ¿habéis perdido la memoria? ¿Queréis que todavía corra más sangre por las calles y campos de España? Estas son preguntas retóricas. No es necesaria la respuesta, ya la sé.

Gracias a todos los que leyeron y llegaron al final de esta carta mía. Gracias a la Fundación Francisco Largo, a UGT, al PSOE, a todos los profesores, políticos y pueblo español que han expresado su rechazo a la obliteración de la Memoria Histórica. Gracias por defender la verdad.

 

Sonia Largo Valcarce Octubre 2020

 

Autor

REDACCIÓN