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Se cumplen 50 años de un enfrentamiento militar que apasionó al mundo en su momento, aunque hoy esté en gran medida olvidado. La guerra de Vietnam llegó a su punto más álgido en la primavera de 1972, cuando tuvo lugar una colosal batalla terrestre y aérea que conmocionó al mundo. En aquel momento parecía que se estaba decidiendo aquella larguísima guerra que de una forma u otra duraba desde 1945.
La fase norteamericana de la guerra duraba desde 1964 cuando empezaron los primeros ataques aéreos USA, bajo la administración demócrata del presidente Johnson contra los comunistas vietnamitas y sobretodo desde 1965 cuando los Estados Unidos comenzaron los primeros desembarcos de tropas de tierra, que llegarían a sumar más de 500.000 hombres. No obstante, ya antes, el presidente Kennedy había comenzado a enviar miles de “asesores” que en teoría sólo se dedicaban en principio a entrenar a los soldados de Vietnam del Sur en su lucha contra el régimen comunista de Vietnam del Norte, que había invadido el Sur desde 1959 y daba apoyo al Vietcong, la poderosa guerrilla comunista local, armada por la Unión Soviética.
Fue la más caliente, larga y sangrienta de las guerras de la “Guerra Fría”. En 1972, los Estados Unidos, después de casi 10 años de implicación total, de grandes protestas antibelicistas y casi 50.000 muertos, intentaban desesperadamente encontrar una forma de salir del conflicto, aunque no de cualquier manera, sino buscando “la paz con honor” como propugnaba el entonces presidente, el republicano Richard Nixon. Después de la controvertida ofensiva norteamericana en Camboya en 1970 (Camboya es un país vecino de Vietnam que también se hallaba en parte ocupado por los comunistas vietnamitas que lo utilizaban como base para sus ataques en Vietnam del Sur) y la “Operación Laos” de 1971, cuando se intentó idéntico objetivo en Laos, otro país vecino de Vietnam en las mismas circunstancias que Camboya, ahora llegaba el momento decisivo, o como dicen en Estados Unidos, el “Judgement Day”
Nixon, desde su llegada al poder en 1969, había implementado la política de “vietnamización”, es decir, la retirada gradual de las fuerzas norteamericanas, al mismo tiempo que los Estados Unidos asestaban duros golpes al implacable y estoico régimen comunista norvietnamita y se llevaba a cabo una enorme tarea de suministrar armamento y de supervisar una gran reorganización del ejército survietnamita para que fuese capaz de combatir sólo cuando se consumase la retirada norteamericana. Paralelamente el principal asesor de Nixon en política exterior, Henry Kissinger, protagonizaba decenas de reuniones secretas en París con representantes norvietnamitas, todas ellas infructuosas por la inquebrantable exigencia de los comunistas de que la retirada total norteamericana fuese acompañada del derrocamiento del gobierno pro americano del general Nguyen Thieu y su sustitución por un ”gobierno de coalición” en Saigon, controlado por izquierdistas y comunistas fieles a Hanoi. De nada sirvieron las propuestas de Nixon y Kissinger de retirada total norteamericana, devolución mutua de prisioneros y elecciones libres en Saigon. Hanoi exigía la exclusión en cualquier caso del gobierno survietnamita, de cualquier fuerza anticomunista.
Desde principios de 1972 se advertían fuertes concentraciones de tropas norvietnamitas junto a la Zona Desmilitarizada, la frontera teórica entre ambos Vietnam así como en las bases norvietnamitas que Hanoi había reconstruido en Camboya y Laos. Hacia finales de marzo las señales de que una gran ofensiva norvietnamita con cientos de tanques y abundante artillería se hicieron absolutamente evidentes, a pesar de que Hanoi negaba cualquier intención ofensiva ( más o menos como Putin antes de la invasión de Ucrania). El mundo contuvo la respiración.
Finalmente el 30 de marzo se despejaron todas las dudas. Después de grandes bombardeos artilleros, una gran masa de tropas de infantería y tanques penetró en territorio de Vietnam del Sur. Las primeras evaluaciones del general Creighton Abrams, que mandaba el contingente norteamericano en Vietnam (que en ese momento era de 69.000 hombres) fueron optimistas. Parecía que el ejército survietnamita resistía bien y que la ofensiva comunista, aunque importante, estaba básicamente bajo control. Pero a partir de aproximadamente el 10 de abril los informes de Abrams empezaron a cambiar dramáticamente. Las bases de fuego survietnamitas y norteamericanas en el norte de Vietnam del Sur empezaron a caer en cadena y se hizo evidente que el ejército comunista estaba logrando una importante penetración hacia el interior de Vietnam del Sur. Las tropas survietnamitas y norteamericanas empezaron a huir en desbandada.
Abrams y el Pentágono advirtieron a Nixon de que el ejército comunista, con más de 160.000 soldados, más de 400 tanques y poderosa artillería, avanzaba imparable y era una fuerza capaz de colapsar y hacer caer Vietnam del Sur si no se le frenaba ya. Recomendaron enormes bombardeos norteamericanos y medidas drásticas para forzar al ejército survietnamita a combatir hasta el límite. La estratégica provincia de Quang Tri estaba ya bajo control comunista en su mayor parte y las tropas norvietnamitas se aproximaban a la importante ciudad de Hué (que ya en 1968 había sido escenario de grandes batallas). Además nuevos ejércitos comunistas se preparaban para atacar el centro de Vietnam del Sur, desde Camboya. La situación militar de Vietnam del Sur se estaba volviendo crítica. Las tropas survietnamitas empezaban a desintegrarse y desertar en masa.
Para Nixon fueron momentos dramáticos. La magnitud de la protesta contra la guerra en Estados Unidos hacía ya imposible utilizar a las fuerzas norteamericanas como protagonistas de la batalla. En ese momento, las tropas de tierra USA, excepto algunas unidades de élite, como los Boinas Verdes y fuerzas selectas de marines ya no combatían y estaban en funciones estrictamente defensivas. Nixon ordenó una colosal ofensiva aérea. Se la llamó Operación “Freedom Train” y fue la mayor ofensiva de la aviación USA desde la Segunda Guerra Mundial. Cinco portaaviones y grandes ataques desde las bases norteamericanas de U Tapao y Korat, en Tailandia. Más de 600 caza bombarderos, helicópteros y sobre todo casi 200 super bombarderos B52. ( en las guerras de Irak y Afganistan sólo han tomado parte 8).
Vietnam del Sur llegó al límite del desastre a principios de mayo cuando las tropas comunistas sitiaron las estratégicas ciudades survietnamitas de Pleikú y Kontum, cerca del centro del país. Abrams advirtió que si Pleikú y Kontum caían el resto de Vietnam del Sur se derrumbaría en 15 días. Pero para entonces el abrumador poder áereo norteamericano estaba empezando a cambiar las cosas y finalmente Pleikú y Kontum se salvaron en el último momento gracias a los masivos bombardeos USA. Finalmente también el ejército survietnamita empezó a combatir con eficacia ante lo crítico de la situación.
Los comunistas habían cometido el error de diseminar su ofensiva en 3 ejes distintos (como los rusos en Ucrania) con lo que ésta perdió fuerza. Intentaron corregir lanzando un ataque concentrado contra la capital survietnamita, Saigón, desde Camboya. Atacaron en masa la estratégica ciudad de An Loc, a 70 kms de Saigón. Desde allí partía la autopista que llevaba a la capital survietnamita. El Pentágono advirtió a Nixon que era necesario echar atoda la carne en el asador y que en An Loc se iba a decidir toda la guerra de Vietnam. En An Loc, entre mayo y junio, tuvo lugar una batalla dramática, que apasionó al mundo, como ahora le apasiona Mariupol. Las oleadas comunistas estuvieron a punto de tomar la ciudad pero el bombardeo de 125 B52 norteamericanos que dejaron caer un diluvio de bombas, así como centenares de cazas y helicópteros de ataque “Cobra” frenaron al fin al ejército comunista. También el ejército survietnamita en tierra luchó con dureza. A la poste An Loc quedó convertida en un montón de ruinas y murieron miles de civiles en el fuego cruzado pero el destrozado ejército comunista tuvo al fin que retirarse.
Por fin la ofensiva comunista quedó frenada y neutralizada. Murieron más de 100.000 soldados comunistas y casi 300 tanques norvietnamitas T72, de fabricación rusa quedaron calcinados, en su mayor parte por los ataques aéreos USA. Pareció entonces que Vietnam del Sur se había salvado definitivamente y que Estados Unidos había ganado finalmente la guerra de Vietnam.
Pero la historia no había dicho su última palabra. Tres años más tarde, en 1975, cayó Vietnam del Sur en manos comunistas y se selló la caída de Vietnam del Sur, que en 1972 se había evitado por los pelos.
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