22/11/2024 05:52
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Pocos sitios hay tan emblemáticos y sepan tanto en la capital como el céntrico y mítico, ahora remodelado, Café Comercial. Un imperecedero punto de encuentro, testigo mudo, de la ajetreada vida social y cultural madrileña que vuelve a irradiar luz como faro que siempre fue en el barrio de Malasaña.

Muchas son las historias, sobremesas y tertulias alargadas,  incipientes y escuetos cotilleos, testimonios y secretos que han teñido sus ya clásicas paredes que lucen bonito, con sus cristalinos amplios ventanales y relucientes espejos fiel reflejo que ahora hablan al calor con este libro estrella para que no se pierda ni un ápice del aroma que fue, es y desprende el buen Café. Sin duda, el de los muy cafeteros.

Un imprescindible en la vida socio literaria madrileña, 132 años de vida lo avalan,  que ahora deja huella con esta serie de relatos que ha sabido recoger con gran acierto y maestría el poeta y escritor Rafael Soler (Valencia 1947) desde su reflote previo a la pandemia que nos marcó un antes y después en esto del compartir la vida, la experiencia.

“La casa de todos”, como ha reflejado a lo largo de sus lunes literarios.  Con  bienvenida prologada de Alejandro Pérez Alburquerque y Caleb Soler, emprendedores de raza y salvadores. Que da paso a las numerosas charlas mantenidas en torno a una humeante taza caliente de café, u otra cosa, como Isabel Serrano y su hijo Fernando Vera y otras que hay que descubrir, a través de su ágil y nutritiva lectura, de sus múltiples “parroquianos ilustres”, 75, como denomina el autor

Bajo el sello Muddy Waters Books.  Aquí cabe el amor eterno, la Poesía con mayúsculas, la familia celebrada, el apego a la barra y su tortilla, el Cine, ¡silencio se rueda! Se anhela el sueño y combate el insomnio, las horas muertas…  O sus ya celebres consagrados personajes, deambulantes de puerta giratoria, como “la señora de amarillo”. Porque el Café Comercial es esto y mucho más. Un molinillo de sensaciones retratado a golpe de consumición que aunque no lo crean, cuenta hasta con un fantasma. Larga vida.

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REDACCIÓN