No es una noticia, aunque el tiempo explicará la oscuridad de las intenciones malignas que están detrás de lo sucedido, sino un criterio personal avalado por cuantos me comentan los mismo que pienso yo: la destrucción de Valencia y Albacete fue orquestada sanguinariamente para causar el mayor número de muertes a traición. La Dana no fue una catástrofe natural sino la justificación para atentar contra Valencia abriendo las compuertas de las presas, para que las aguas salvajes arrasaran lo que estos psicópatas consideran terreno enemigo en suelo español. No es una información que pueda considerarse un bulo, sino un pensamiento intimista que observa los movimientos criminales de estos demonios seguros de sus actos, ensoberbecidos de cresa iniquidad, ahítos de satisfacción en sus rostros impertérritos ante el imposible dolor de los hermanos valencianos abandonados a la suerte de un sólido barro de humillación e indiferencia.
A ver si despertamos. La mejor guerra civil para un cobarde traicionero como Sánchez es la no declarada; la que permite daños y bajas para que el adversario, como inadvertido objetivo, sea diezmado y que nadie advierta la intención que hay detrás de una aniquilación aparentemente casual. Todavía una España imprudente, y por tanto indefensa, no se ha dado cuenta de que el maléfico Pedro Sánchez declaró una guerra con sordina en los despachos, traicioneramente, sin que nadie se dé cuenta y aprovechando las coyunturas para mermar a la ciudadanía que no es potencialmente afín a sus vilezas. Y ese enemigo de España es el que controla las compuertas de muchas presas metafóricas que están por encima de la cabeza de los españoles y que implican desde la alta traición hasta el sacrificio masivo de una ciudadanía cuyas muertes se manipulan sin el menor atisbo de humanidad.
Lo cierto, y así lo pienso importándome tres mierdas lo que manipulen los medios de comunicación prostituidos con el salario de Satanás que perciben vendiendo sus pútridas almas sobre la tierra, es que están ocultando el número de fallecidos tal cuál hicieron también durante los oscuros tiempos del 2020. Basta ver cada espacio de los 70 municipios devastados, las decenas de miles de coches apilados o enterrados en fango convertido en cemento; basta imaginar a medio millón de personas viviendo ajenas a la tragedia que se avecinaba en los bajos de viviendas, locales, garajes y zonas que quedaron sumergidas por las sucias aguas que centrifugaron Valencia…; basta preguntarse por qué el secretismo de las operaciones de rescate que en el mundo entero siempre son solidarias con la sociedad sin subterfugios ni ocultamientos; basta recordar que en ninguna hecatombe mundial hasta la fecha jamás se pretendió ocultar el después de la tragedia, como lo ha hecho este desgobierno de demonios desalmados-literalmente, eso son-, ni se negó la ayuda internacional; jamás en el orbe se abandonó sin disimulo a los supervivientes o fueron amenazados con ser sancionados aquellos desesperados que, ante la insoportable pasividad de las autoridades, intentaron buscar por sí mismos los cuerpos sin vida de sus seres queridos. La sufrida España secuestrada por el criminal Sánchez sienta este precedente de maldad en tiempos de paz, absolutamente ofensiva para la Historia en conjunto de la Humanidad.
Los que sabemos que asesinaron a nuestros seres queridos tras la cortina de la plandemia del 2020, conocemos la impunidad con que sedaron protocolariamente a decenas de miles de personas, la generación de hierro, con premeditación y alevosía, además de la nocturnidad que facilitaron sendos estados de alarma ilegales, también aprovechados para saquear y aprovechar que no había testigos manejando negocios de corrupción con origen psicopático en La Moncloa. La tragedia de Valencia y Albacete se podía haber evitado y lo cierto es que si los perjuicios fueron descomunales es porque desde el principio la intención estaba declarada entre bambalinas para planificar en el escenario de una realidad infernal: la que al mes de la riada de muerte sigue siendo tierra devastada porque así conviene a los orquestadores del homicidio en masa… Homicidio en masa. Porque así pensamos millones de españoles traspasado el tiempo en que las acciones de los responsables se convierten en inculpaciones, aún más asqueados por la frialdad con que estos psicópatas siguen enredando para que los valencianos paguen caro el atrevimiento de no haber comulgado con las manipulaciones de un desgobierno criminal.
Los valencianos saben desde el infierno que les han provocado, impelidos por la extrañeza de las situaciones incoherentes de la que son víctimas como añadido al desastre del 29 de octubre, que algo raro sucede y es tan nauseabundo como la evidencia de que han sido usados como cobayas en un demoníaco experimento de perversión política. Y no lo demuestra el antes del cataclismo que podría haberse disimulado con la inepcia o la imprudencia, sino el después cuando transcurrido un mes se va conociendo la intención de este desgobierno de criminales en la omisión de socorro, la coerción contra los supervivientes, el oscurantismo en el aparente rescate minimizado para la dimensión real de la hecatombe y las actitudes sociópatas cuando han aprovechado el sufrimiento de cientos de miles de personas, para con oportunismo carroñero, asestar otro zarpazo diabólico al Estado de Derecho asaltando con frialdad asesina RTVE sin perder el compás de lo sucio y tramposo que caracteriza al demonio, que lo es, Pedro Sánchez.
A tenor del asco que provoca día a día la desalmada insensibilidad de estos seres carentes de humanidad, pienso y siento:
Valencianos, os han masacrado bajo la aparente protección de un Estado de bienestar que ayudasteis a construir con trabajo y sacrificio, por un satánico cálculo político en cuya ecuación estaba el desalojo de millones de litros por encima de vuestras cabezas, arrasando vuestras existencias, matando a vuestros seres queridos, robándoos con violencia satánica todo cuanto fuisteis y sois, careciendo de ningún valor vuestras vidas siendo abandonados en el dolor de la supervivencia para culminar los cálculos infernales de un plan preestablecido de genocidio contra un hacendoso pueblo al que decidieron sumergirlo en el fango de la más dantesca ruina. Y en vuestra estupefacción, incapaces por nobleza que os dignifica, aún no podéis sonsacar de la sospecha la certeza brutal de que vuestro dolor provocado no sólo pudo ser minimizado con una gestión competente, sino que fue agravado con mayúscula crueldad cuando alguien planificó la pesadilla del averno que os barrió para después ser abandonados, aún con mayor desconcierto, como si la tragedia no bastase y hubiese que magnificarla con las consecuencias derivadas de negar un auxilio vital.
No podéis entender cómo os dejaron a merced de los carroñeros que os asaltaron después de vivir ese averno de aguas asesinas; cómo os dejaron días sin el menos atisbo de ayuda malviviendo entre vuestros muertos con un escenario apocalíptico de silenciamiento aterrador sin una sombra de esperanza; no comprendéis cómo actúan las autoridades, la burla de sus tejemanejes siendo oportunistas mientras os aterra el futuro inmediato; no entendéis el porqué silenciar lo que sucede, minimizar la pesadilla que pretende olvidaros cuando os cuesta inhalar el aire emponzoñado de la manipulación contra vuestra existencia y seres queridos, borrados en una sola noche de desolación, anulados criminalmente. Y si no entendéis, no lo comprendéis, sabed que no es por vosotros sino porque veis con claridad la mirada gélida de quienes os han abismado en una pesadilla al antojo de sus sádicas ambiciones.
El Pueblo sólo salva al Pueblo.
Cada declaración, cada manifestación, cada sospecha tomando consistencia de verdad; cada nausea de la supervivencia que comprende no haber sido víctima de una catástrofe natural sino de una acción maléfica que traspasa la fría mirada de los ejecutores para inequívocamente responsabilizarlos de este infierno… Cada día mirando al horizonte de la destrucción, respirando la asfixia de la desesperanza, cada hostilidad manipuladora en los medios mercenarios contra El Pueblo sólo salva al Pueblo; cada vomitiva falta de transparencia cubierta por un periodismo rastrero carente de conciencia, apunta a Pedro Sánchez, a su corrupción criminal capaz de las más aberrantes ignominias siendo un diablo de estos tiempos apocalípticos con el Demonio desatado sobre la tierra. Por sus obras los conoceréis, como así los conoce la España digna que no se deja engañar por esta aquelarre de hijos, hijas de sulfuroso padre. Desgraciadamente, la bestia sigue suelta y dispuesta a usar las más carroñeras argucias en tanto siga en libertad. De España misma depende derrotar al cobarde y criminal enemigo en esta guerra civil no declarada.
Carta abierta a a cuantos, supuestamente, estarían ocultando los muertos de la Dana
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