Antonio Camacho, abogado de Begoña Gómez.. y de Pedro Sánchez

La selección española ha dado en la Eurocopa 2024 un ejemplo mundial de juego limpio, de capacidades responsables en la profesionalidad y de saber ganar sin necesidad de hacer trampas. Pedro Sánchez todo lo contrario desde que accedió con fullerías a la presidencia y cuantos años ha permanecido bajo permanente sospecha de criminalidad; es un reconocido amaño personal y político de la peor especie moral, una sabandija al descubierto que está parapetado tras un poder secuestrado por la mentira persistente con la que ha doblegado la dignidad de un magnífico país, convertido en podredumbre con las bajas miras de un estafador en la presidencia robada del gobierno. Por esa coherencia que otorga honor a quien la practica con noble gestión, los capitanes de la selección declinaron ser usados por el amo que ha prostituido a miles de gentuzas que no han dudado en formar parte del putiferio monclovita, mamando de la teta del estado reventada por mafiosos tras siglas políticas para asegurarse la impunidad de numerosos, innúmeros en realidad, delitos. Delitos con origen en Pedro Sánchez que tanto los jugadores de la selección española como el 12 de la afición millonaria tienen calado hasta el tuétano de sus putrefactas entrañas; a quien intenta escabullirse de la acción imparcial de la Justicia, no obstante ha pergeñado toda clase de tropelías para manchar las togas sin que pueda doblegar la voluntad de firmes jueces que en cumplimiento de su deber están investigando corrupciones que salpican la jeta del más caradura político del panorama internacional, en la línea de Maduro y los comunistas, pero descollante en estupidez, imprudencia y descaro indecente. Pedro Sánchez pretende imponer las corruptelas sectarias y espera salir impune como evidente delincuente que usa todavía las influencias del más pútrido poder para salvarse la quema. Cuando el aquelarre ha perdido lo subrepticio de la adoración sectaria, queda en la superficie la profunda corrupción de maldad con la que se ha conducido este gurú diabólico.

Los pasos dejan huellas y así lo ha ratificado el empresario Barrabés quien debe de estar muy arrepentido de haber acudido a los cantos de sirena de Begoña Gómez que se creyó que todo el monte era orégano con su marido manejando los hilos del país. Pero hete aquí que esas pisadas en un lodazal de la más apestosa corruptela han dejado el rastro de la suela de Pedro Sánchez quien no sólo facilitó en tercera persona los chanchullos de la imputada sino que también, desde su ufana soberbia de capo intocable, ejerció de anfitrión personal para garantizar las prebendas millonarias derivadas del laberinto iniciado desde la Complutense a mayor gloria del matrimonio Sánchez. Porque no seamos ingenuos al pensar que el equipo estafador no estaba en connivencia aprovechando rastreramente que la Fiscalía, y todo, dependía del autosuficiente parásito monclovita. Con los viajes del Falcon a la República Dominicana si no se tira más del hilo es porque hay mucha coacción contra los investigadores o mucho untado para encubrir el pastel que han sacado antes de terminarse en el horno de la impunidad.

Así las cosas, Antonio Camacho, exministro de la secta socialista, ejerce de mamporrero, perdón, como abogado ante el juez Juan Carlos Peinado de su defendida Begoña Gómez y virtualmente es defensor inconfesable a las órdenes de Pedro Sánchez. Así se explica la presencia del director de comunicación del PSOE cuando la Gómez declaró no conocer la querella de Hazte Oír, cuan do después al avispado Camacho se le pilló en un renuncio al reconocer que dicha querella constaba de 200 folios. En realidad a todo el PSOE en pleno apestado de corrupción-la que se ve y la que ocultan-le interesa el desenlace de este pulso contra la Justicia real después de prostituir la institucional porque de Pedro Sánchez, no de Begoña Gómez sólo, dependen todos y cada uno de los cómplices de esta mafia que es el socialismo en connivencia con los enemigos del Estado de Derecho.

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Todo el mundo, incluso allende nuestras fronteras, sabe a estas alturas quién está detrás de todos los fregados de corrupción criminal. La cuestión, atiborrada la sociedad de evidencias, es qué se hace con un delincuente que tiene la chulería de decirnos a la cara que sí, que está claro que le han pillado con el carrito de los helados, pero que está dispuesto a seguir adelante incluso asumiendo el coste, España le importa nada, de la destrucción del status quo democrático y de más de cuarenta años de democracia. Podríamos estar meses alertando sobre que nos gobierna un corrupto de la peor ralea que ha emponzoñado todas las bases y estructuras del país incluso vendiéndolo al enemigo; pero eso no es el problema sino la dilación, la procrastinación de coger el toro por los cuernos o poner el cascabel al gato. Porque las crisis que derivan en costumbre acaban en catástrofe. Y la crisis de España dura más que lo tolerable estando en juego su propia supervivencia… Antonio Camacho, en realidad , ejerce como abogado del diablo en una particular cuenta atrás hacia el embudo de las imputaciones.

No se cante victoria cuando se sabe de lo que es capaz para seguir con el juego sucio que la selección española puntualizó con la negativa de recibirlo en Alemania antes de la final. ¿Se imagina lo bien que le iría al forajido una nueva declaración de plandemia-o cualquier otra excusa que seguramente estará estudiando un putiferio de 900 asesores? ¿Otra plandemia, de gripe aviar, verbigracia, después de practicar una eutanasia protocolaria a nuestros padres, miles de ancianos en el 2020, y confinarnos ilegalmente en dos ocasiones? ¿O un conflicto territorial, tan oportuno, pactado con Marruecos? ¿Oxígeno para un maleante y terminar de asfixiarnos? Chirrían las neuronas de los expertos paniaguados. El aborrecido mundialmente Pedro Sánchez maneja España como un prostíbulo de saunas, esperando que los más artificiosos vapores oculten su connatural indecencia y los delitos.