VOX ha decidido romper… sólo en las autonomías, ojo, no en los municipios, con el PP. Y la causa, o la excusa “oficial” es que no va a tragar con el reparto de los invasores, que petan Canarias, en las autonomías donde cogobierna con los peperos. En realidad, el asunto, el problema, es mucho más profundo, antiguo y se veía venir porque lo que mal empieza… peor acaba.
VOX nació con un discurso, el de aquel primer Vistalegre, que, aunque tenía defectos, como nada humano es perfecto, le valió para darle un voto de confianza pues rompía con casi todo y por fin se oía lo que no se había oído en casi tres décadas. Levantó, por ello, muchas esperanzas atrayendo enseguida un aluvión de militantes y votantes, de ahí su rápido crecimiento… demasiado rápido, demasiado… porque nunca es bueno crecer a lo bestia en nada en esta vida, ya que está comprobado que lo que sube demasiado rápido, con la misma velocidad o mayor baja, cae.
Para su crecimiento exponencial permitió que se subieran al carro numerosas “estrellas” cuyas sinuosas trayectorias nada bueno decía de ellos. También gentes de base de toda clase y condición sin más premisa que cuatro frases y algunos vivas estereotipados. Es decir, todo ello sin consistencia real. Y con tales alforjas VOX cifró enseguida sus objetivos en coger cota de poder… supuestamente para influir, para cambiar esta España que se nos iba, y va, entre los dedos como el agua. Y consiguió… tocar poder… lo de influir, lo de cambiar… no, o no tanto. Que todos se pusieran en su contra… ya debió contar con ello.
Muchos son los errores que ha venido cometiendo. Lo primero es no haber cribado, ni menos aún formado, una base sólida de votantes inquebrantables y decididos a todo en defensa de unos únicos ideales y principios, así como firmes e inasequibles al desaliento en unos mismos fines y objetivos. A la “tropa” hay que instruirla, disciplinarla, adoctrinarla, cohesionarla y hacer que funcione como un todo y como uno solo, si no es así a la primera surge la desbandada. Y hay que curtirla y probarla en la lucha. Mucho más aún y con mayor dureza a los cuadros de mando. Y para qué decir a los jefes. Pero nada de eso hizo VOX. No creó una “milicia” en todos los sentidos de la palabra. No se tomó su tiempo para ir paso a paso, sin prisa, pero sin pausa, con paso corto, pero sostenido.
Sus altos y medios cargos llegaron como paracaidistas caídos del cielo, posesionándose de autoridad y responsabilidades y ejerciendo como tales sin más, sin haber sido probados. Máxime cuando sus currículums poco decían de ellos porque no se puede cambiar tanto de ideales y de principios como, por ejemplo, se cambia de opinión… ¿les suena? Así, vimos a individuos tan poco recomendables como, entre otros, a los Sánchez Dragó, Rafael Bardají… hace poco a Juan Carlos Girauta… y un largo etcétera hasta llegar a un tal Tamames presentando la moción de censura ¡hay que joderse! Para colmo, los personalismos, mal producto de todo lo dicho, empezaron a corroer sus débiles estructuras con escándalos en varias agrupaciones menores e incluso entre las cabezas con espectáculos tan deplorables como el de la enajenada Macarena Olona,…
Poco a poco, fue primando en VOX el “cálculo político” sobre los pretendidos ideales, principios, fines y objetivos; es decir, que fue entrando en el “sistema”, lo que se puso sobre todo en evidencia en cambios sustanciales en su discurso y actos; por ejemplo, y entre muchas cosas, la aceptación de las autonomías, la no reivindicación de nuestro pasado más reciente hasta el punto de sustituir unas leyes de desmemoria por otras de “concordia” que son lo mismo, o su furibundo “atlantismo” y pro-sionismo que son, ambos, pilares del globalismo liberal, manifiestamente injustificables y, peor aún, contrarios a los intereses de España; que VOX ha olvidado que deben ser en lo interior como en lo exterior lo único por lo que velar. Llegado el momento, es decir, al “tocar pelo” (cargos, sueldos y prebenda) para gobernar con el PP tanto en municipios como en las autonomías, cayó en la trampa que éste, su verdadero enemigo, acérrimo, brutal, poderoso e inmisericorde, le tendió con los “pactos”.
¿Quién “pacta” con su enemigo? Sólo los tontos. Al enemigo se le exige el cumplimiento de una serie de cosas de forma inexcusable y en el primer pleno –empezando por una reducción de sueldos y prebendas del 50 por ciento lo que para los propios de VOX sería también una prueba de fuego– si es que quería gobernar… él, el PP, no VOX, que desde fuera mejor que desde dentro, con la premisa, que no simple amenaza, de que de no cumplir, votaría a partir de ese instante en contra de todo hasta forzar nuevas elecciones; da igual, ya lo sabemos, que gobierne el PSOE o el PP, pues tanto monta, como monta tanto uno como el otro.
Nada de lo dicho hizo tampoco VOX, sino todo lo contrario. Así, lo que mal empezó, unido al mal que ya le aquejaba, ha acabado peor. Y peor porque además se le ha visto el plumero, porque no sólo ha dado el bochornoso espectáculo de que algunos de sus próceres se han rebelado demostrando lo que eran, sino que la ruptura que tanto cacarea no la ha llevado, en un alarde de incoherencia, a los municipios donde el ninguneo pepero es el mismo, sino mayor, que en las autonomías. La causa “oficial” de la ruptura, más bien excusa, ha sido ese reparto de invasores, problemática contra la que VOX tampoco ofrece soluciones limitándose a discursitos y frases huecas de postureo a remolque de la moda europea, sin aportar tampoco nada sólido sobre otros asuntos de vital importancia para España, pero con todo, no ha conseguido acallar la fundada sospecha de que en la medio ruptura hayan pesado más los 800.000 votos, muchos provenientes de VOX, que el tal Luis Pérez (a) “Alvise”, todo un “maletilla”, un espontáneo, una incógnita o incluso un marciano, le ha birlado por la cara.
Lo que mal empezó con el PP, peor puede acabar pero… para el propio VOX donde cada día parece más que el kilo de cabeza clara está… por las nubes.
Nota del editor: aunque no se convenga en el argumentario de los colaboradores, se respeta la libertad de expresión, ya sea en la crítica o la aprobación, desde la ponderación y el respeto a la legalidad.
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Sin duda es mejor ser testimonialista/nostálgico y quejarse todo el día de todo. Y recordar lo buenos y puros, que eramos cuando teníamos 20 años… Pero lo que hay es lo que hay y el R78 no será destruido o como mínimo reformado y bien reformado sino es desde dentro.
Es falso que en los ayuntamientos VOX no vaya a romper con el PP. Un poco de rigor, por favor. Santiago Abascal ha dicho que romperán también en aquellos ayuntamientos donde se favorezca la inmigración ilegal. Punto. Fácil de entender, creo.
Vox ha hecho lo que tenía que hacer, no puede estar cohabitando con PPPSOE, pero tiene que tener mucho cuidado de ahora en adelante a quién mete en el partido, porque ha abierto la caja de pandora de los traidores, pero quedan algunos dentro todavía. No es cuestión de ir a la echadora de cartas para averiguarlo, pero ser un poco más cuidadoso y no recoger a nadie proveniente de otros partidos.
Magnífico artículo, muy bien argumentado y apuntando directamente a los puntos vitales de la cuestión, ( aunque, en mi opinión, le falte algún subjuntivo que otro ). Sólo me gustaría recordar que VOX no nace, en realidad, en el momento de Vistalegre, sino mucho antes, de hecho es previo ( por un mes escaso ) a Podemos; por supuesto que su «eclosión» llegó después.
Ahora ya nos tendrán entretenidos otra temporada discutiendo sobre si son galgos o podencos, es decir, si VOX ha hecho muy bien en romper, si ha hecho mal, si debería haber actuado antes, o nunca, o siempre y que si Losantos por aquí, Ussía por allá y los periodistas voxeros por acullá, en tertulias interminables; y España vendida, saqueada, invadida, desgarrada, hundida, paralizada, sin industria, sin explotar sus recursos ( los tiene y son abundantes )… pero mientras la mayoría de los españoles no se dé cuenta, no hay nada que hacer.
Si VOX fuera noble y digno no sería VOX, sería Fuerza Nueva, y ya sabemos cómo destruyó el sistema a Fuerza Nueva.
Si Fuerza Nueva fue aplastada jugando limpio contra un sistema que juega sucio, habrá que jugar de otra manera. En Alemania el tío Adolfo tenía muy claro contra quién se la jugaba, y no titubeó.
España no se salvará lamiendo culos y contemporizando con el enemigo.