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Esta es la séptima parte del repaso al libro Pilar Primo de Rivera: Recuerdos de una vida. Las partes anteriores están aquí.

Capítulo XVII – Un día cualquiera

Al regresar a Madrid, después de la guerra, como nuestra casa de Serrano estaba completamente desmantelada, nos habíamos instalado tía Má y yo en General Oraá, 29…

Vivíamos entonces en España una época de grandes restricciones, porque la guerra había dejado el país exhausto. Al terminar esta se instauró el Día sin postre una vez por semana, el Plato único y las cartillas de racionamiento… los comedores de Auxilio Social funcionaban a tope para los más necesitados, y todos contábamos nuestros gastos al céntimo.

Pilar cuenta un día de rutina: llegaba a la delegación de Almagro a las nueve y despachaba con la Secretaria Nacional de la Sección Femenina y con su secretaria particular. Despachados los asuntos, iba a casa almorzar y volvía al despacho las cuatro, para seguir la labor y participar en actos oficiales diversos.

Capítulo XVI – Departamento de formación

Llevaba también este departamento las cátedras ambulantes. formaban estas grupos de camaradas especializadas, incluso alguna era médico; en número de cinco seis se desplazaban a los pueblos más abandonados para impartir cultura. Al principio vivían alojadas en el pueblo durante unos cuarenta y cinco a sesenta días, y enseñaban, de acuerdo con el médico y los maestros, lo relativo a cuidados sanitarios, cultura, industrias rurales, legislación social y también educación, lo que llamábamos convivencia social, según el texto de Carmen Werner… este servicio fue un éxito desde el principio, y a partir de 1944 los grupos de cátedras estaban motorizados en cuatro camiones y cuatro remolques, en los que podían llevar, incluso, una clínica sanitaria hasta con pantalla radiológica…

Siguen más fotos del traslado de los restos mortales desde Alicante al Escorial Y de las actividades de la Sección Femenina.

Al llegar al pueblo se instalaba la cátedra en la plaza, y la jefe visitaba a las autoridades para explicarles nuestros propósitos y congraciarse con ellos: el alcalde, el cura, el médico, los maestros…

Una de las provincias visitadas por las cátedras fue Teruel, cuando aún andaban por allí los maquis, así que había que desplazarse de un sitio a otro con la Guardia Civil. En uno de los pueblos supimos que el hijo de un cabecilla de los maquis andaba muy enfermo, pero que podría salvarse si se le llevaba a Madrid como al Hospital del Niño Jesús. Se le propuso la madre, quien no se atrevió a decidirlo sin consultar al marido, huido en los montes, pero, conseguido el permiso, gracias a la cátedra, se llevó el niño a Madrid, con el beneplácito también del entonces gobernador, General Pizarro, y curó.

Episodios podríamos contar cincuenta mil. Gracias a las cátedras se recogieron infinidad de canciones y bailes populares, platos típicos de cocina, porque nosotras les enseñábamos a ellos, pero los pueblos a nosotras también.

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Capítulo XVIII – Labor cultural

Se hicieron algunas publicaciones con tanto éxito como el libro de cocina de Anita Asensio, del que se han hecho 24 ediciones, y que aún después de desaparecida la Sección Femenina ha vuelto a ser reeditado por el Ministerio de Cultura eliminando el nombre de Anita Asensio y el de Sección Femenina, aunque la gente sigue solicitándolo en las librerías como «el libro de cocina de la Sección Femenina”. En 1941, por otro decreto del Ministerio de Educación, estas enseñanzas se dieron obligatorias en el bachillerato.

Compré el libro a principios de los 90, y en efecto no había mención a la Sección Femenina. Se menciona algo así como “autor colectivo”, sin mencionar al “colectivo”.

Aunque conocido, no podemos desdeñar en este capítulo la recogida y difusión de canciones, romances y bailes populares por la Sección Femenina. Cada provincia, en un sublime esfuerzo y mediante grupos de camaradas, han entresacado de lo más profundo de la tierra la danza y la canción olvidadas desde siglos, para dar a conocer al mundo la variedad y riqueza de nuestra música popular…. En esta inmensa tarea recibimos el consejo inapreciable de Don Ramón Menéndez Pidal, quien nos dijo que buscásemos la autoridad, la autenticidad por encima de todo, y que desarrollemos lo propio de cada región; así, los catalanes cantaban en catalán; los vascos, en vasco; los gallegos, en gallego, en un reconocimiento de los valores específicos, pero todo ello, y sólo en función de España y su irrevocable unidad, dentro de la unidad peninsular….  De 3000 participantes primeros en Coros y Danzas, se llegó a más de 60.000, los cuales no cobraban ni un céntimo y ponían todo su entusiasmo en que su grupo quedara bien. Con los Coros y Danzas se ha recorrido, en triunfo de españolidad, el mundo entero. Mosseiev, el mundialmente conocido director de bailes rusos, aseguraba, después de verlos, que España es el país con más rico folclore del mundo. Esta inmensa labor quedaba consignada en los ficheros de la regiduría de Cultura, quién, con todo detalle de indumentaria, instrumentos, música, conservaba la autenticidad de cada uno de los grupos. Con el “cambio” no sabemos a dónde habrá ido a parar todo este trabajo de investigación. Quedarán algunos discos, imágenes del No-Do y las películas Ronda española y Donaire de España, que demuestran el éxito mundial de los Coros y Danzas.

Capítulo XIX – Juventudes

Las Juventudes Femeninas no dependían en un principio de la Sección Femenina; en seguimiento de un patrón foráneo de entonces se encuadraron primero en la O. J. y después en el Frente de Juventudes, y aunque la Sección Femenina proponía a la regidora que actuaba dentro de las organizaciones juveniles, las normas para las flechas y su encuadramiento no emanaban de nosotras.

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Y puesto que de castillos estoy hablando, no quiero dejar de mencionar el Palacio de Peñaranda de Duero, en Burgos, que denominamos Ramiro de Ledesma Ramos en homenaje al fundador de las JONS. Se compró por una suma muy módica al médico del pueblo, en 1959. Lo inauguraron, después de su reparación, el Caudillo y doña Carmen, y asistió a la ceremonia Trinidad Ledesma Ramos, hermana de Ramiro… Posteriormente, en seguimiento de nuestra costumbre de unir la tradición con la revolución, a las escuelas nacionales les poníamos los nombres más representativos de nuestra Falange. Por eso, la Mota se llamó José Antonio, esta de Peñaranda, Ramiro Ledesma Ramos, y las dos más modestes de Aranjuez y de Madrid: Onésimo Redondo y Julio Ruiz de Alda. Solo a la de las Navas, por estar enclavada en la provincia de Ávila, donde nació la Reina Isabel, le pusimos el glorioso nombre de Isabel la Católica.

Casi todas estas instituciones, al desaparecer la Sección Femenina, han desaparecido también; solo los de primera enseñanza han interesado el gobierno y siguen funcionando por el prestigio conseguido y con la misma dirección que tenían.

El teatro infantil, abierto al público, fue otro de los logros de la Sección Femenina… Algunos de nuestros colaboradores procedían de ambientes no adictos al régimen. Lo sabíamos, pero no nos importaba ni a ellos tampoco; nos ayudaban con sinceridad, y la Sección Femenina nunca estuvo cerrada a exclusivismos. Como adaptadores de obras teatrales contábamos con: José Hierro, Ricardo López Aranda (Premio Lope de Vega)… como actores: Suárez Radillo, Nicolás Dueñas, Tina Sáenz, Emilio Laguna, las hermanas Goyanes… Compusieron música para nuestras obras Carmelo Bernaola y Alberto Blancafort; como decoradores tuvimos pintores de la categoría de Viola, Ginovart, Viudes, Víctor Cerezo… cuando la Sección Femenina desapareció, desapareció también el teatro de Los Títeres, que así se llamaba, después de una gloriosa andadura, como desaparecieron tantas otras cosas que eran importantes para España.

La damnatio memoriae empezó mucho antes de Zapatero.

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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