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Introducción
No es nada nuevo el tener un gran amor por un autor que nos ha dado tanto que si alguien se atreve a usar su nombre para cosas contrarias al autor, la defensa emerja férrea por parte de los que lo aman. Algo así ha pasado con el nombre de Tomás de Aquino, el eje filosófico de toda filosofía que pretenda ser católica. Al respecto, una gran defensa a ultranza ha salido de parte de los autodenominados “tomistas”, resultando con ello que todo aquel que vaya en contra de lo que ellos entienden por “tomistas” o “tomismo” se le descarta inmediatamente como buen filósofo/filosofía. No es de extrañar que hayan salido distintas publicaciones a lo largo de la historia donde se define el tomismo de tal manera que quede sustentada la defensa, pero si hay algo ignorado al momento de definir es que el término “tomista” y “tomismo” tiene muchos sentidos, no sólo los que sus autores consideran. Uno de los tantos afectados por tal modo de proceder es el doctor eximio y piadoso, Francisco Suárez, máximo exponente de la filosofía imperial española y de la filosofía escolástica, de filosofía tan profunda, amplitud y penetración “que difícilmente tenga igual”1 al cual se le ha dicho de todo por parte del bando autodenominado “escuela tomista”, pero no sólo por parte de ellos, sino también por parte de su propia orden donde ya rastro de él sólo queda el nombre (si es que todavía lo recuerdan). Por ello, es necesario hacer un análisis de lo que es “ser tomista” y luego ver si Francisco Suárez o lo es, o no lo es, y si lo es, en qué sentido y en qué grado, y si no lo es, en qué sentido y en qué grado.
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Los sentidos de ser tomista ut etimología
Aristóteles empieza diciendo en el libro IV de la Metafísica que “el ente se dice de muchas maneras”, y lo mismo hemos de sentenciar del ser tomista, a saber, se dice de muchas maneras:
Según el sufijo:
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Expertiz, Ocupación o Profesión: En muchos casos, el sufijo «-ista» se agrega a una palabra para indicar la ocupación o profesión de una persona respecto al lexema. Por ejemplo: «dentista» (persona que trabaja en la odontología), «artista» (persona involucrada en las artes), «periodista» (persona que trabaja en el periodismo).
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Afiliación o Adherencia: Se usa para indicar la afiliación o adherencia a una ideología, movimiento, grupo o figura indicada en el lexema. Por ejemplo: «feminista» (persona que defiende la igualdad de género), «activista» (persona que participa activamente en causas sociales).
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Practicante o Entusiasta: En algunos casos, se usa para indicar que alguien es un practicante o un entusiasta de cierta actividad o afición. Por ejemplo: «yoguista» (persona que practica yoga), «ecologista» (persona que se preocupa por el medio ambiente).
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Partidario o Seguidor: Puede indicar que alguien es partidario o seguidor de una idea, concepto, o figura indicada en el lexema. Por ejemplo: «marxista» (persona que sigue las ideas de Karl Marx), «fascista» (persona que defiende ideas fascistas).
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Afinidad o Estilo: A veces, el sufijo se usa para indicar afinidad o estilo en relación con algo. Por ejemplo: «realista» (persona que tiende a ser pragmática y enfocada en hechos concretos), «minimalista» (persona que prefiere un estilo simple y sin adornos).
Habiendo abordado el sufijo y sus distintos sentidos, podemos abordar esta cuestión ya en composición con el lexema.
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Tomista en cuanto experto, ocupación o profesión: En este sentido hemos de decir que aquí hay tres sentidos, a saber, o es un gran conocedor de Santo Tomás de Aquino o se dedica a estudiarlo, o tiene por profesión profundizarlo o enseñarlo. Respecto a Suárez, en este sentido podemos decir que es un gran experto de los textos escritos por Santo Tomás y de un profesional en su profundización, y demuestra lo primero por ser Santo Tomás el autor más citado por Suárez en su Opera Omnia, y el de opinión de mayor peso, por eso dice “[acerca del objeto de la metafísica] se esforzaron bastante en explicarla, …, diversos expositores griegos, árabes y latinos y, de entre ellos, nosotros nos valdremos ESPECIALMENTE, […], sobre todos ellos, de la (exposición) de Santo Tomás”2 y lo segundo debido a su labor de comentarista y profundización de la Suma de Teología, al cual le dedicó miles de páginas comentándola.
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Tomista en cuanto afiliación o adherencia una escuela o modo de pensar: En este sentido hemos de decir que Suárez no se afilió ni adhirió a la denominada escuela tomista de su época, esto lo indica bien en toda su obra, a saber, a los que él llamaba tomistas eran filósofos que compartían una interpretación común de Santo Tomás y en este sentido Suárez no lo fue ni hemos de forzar su entrada en dicho grupo o escuela, sino que hay otro sentido en el cual sí se afilió a otra escuela que tenía en el centro al doctor angélico, con grandes representantes como sus maestros salmantinos (Soto y Vitoria), a saber, tener en el quehacer filosófico de punto de partida a Santo Tomás de Aquino y penetrar desde sus textos al espíritu de su letra. Es en este segundo sentido de tomista que sí entra Suárez, no en sentido de seguir letra por letra (tendrían todos que aceptar errores como el que la luz ilumina instantáneamente ST, Ia, q. 67, a. 2 co.), sino en un sentido de “espíritu” y por ello dirá “Después de haber yo tomado siempre en mis demás obras y estudios teológicos a Santo Tomás por guía y principal maestro y de haberme esforzado en entender su doctrina, en defenderla y seguirla, ahora más que nunca estoy resuelto a hacerlo así, con más cuidado aún y con más afecto a este doctor”3, a saber, es tomista respecto a un tomismo crítico respecto a la escuela autodenominada tomista.
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Tomista en cuanto practicante o entusiasta: En este sentido hemos de ver que Santo Tomás por sí no es una actividad, así que tiene el sentido de tener por actividad el leer a Santo Tomás o usar los escritos de Santo Tomás. En este sentido Suárez lo es completamente, y lo confirman sus escritos.
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Tomista en cuanto partidario o seguidor: Que es un gran seguidor de los escritos de Santo Tomás es un hecho, y que los escritos de Santo Tomás estén citados en número por sobre todos los otros autores confirma a Suárez como tomista en este sentido, pero no es partidario de todas sus ideas, pero ¿acaso un partidario se dice del que cree todo lo que la persona del cual se toma parte dictamina o cree? Esto sólo sería razonable si hablamos de Cristo, que por ser verdadero Dios no puede equivocarse ni engañarnos. Aun así hemos visto que en este sentido, Suárez no es un tomista en sentido de partidario de todo lo escrito por Santo Tomás, sino en su espíritu (principios). Y es que no debemos olvidar que “Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad soy”.
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Tomista en cuanto Afinidad o Estilo: Que Suárez tiene una gran afinidad por Santo Tomás lo confirma ya por cómo le sobre nombra (divo o divino en todas sus obras teológicas) y tal como lo citamos antes, lo tiene por encima de todos los filósofos y teólogos y filósofos. Respecto al estilo tenemos en Suárez un fiel discípulo del estilo tomista, a saber, filosofía sierva de la teología, por ello dicta que “es necesario que advierta el teólogo que la filosofía debe estar sujeta y subordinada a la teología porque la verdad de la teología es más cierta y en cierta manera es norma de la verdad filosófica, de tal suerte que nada puede haber en filosofía que sea contrario a los principios teológicos […]”4 contra el pensar nominalista (filosofía y teología por separado) tal como Tomás afirma de la teología que “las demás [ciencias] son siervas de ella”5. También vemos que Santo Tomás no va a tratar sólo del filósofo que más admira (Aristóteles), sino de muchos otros, esto hace de Santo Tomás gran compilador de opiniones para luego dar una solución sintetizadora, o elegir una de las opiniones según sea el caso, no sin antes haber abordado todas las posturas posibles al respecto, a saber, tiene el estilo de la máxima precisión posible, y en esto Suárez es un fiel seguidor del estilo tomista, agotando todas las opiniones posibles para sentenciar de manera sintética o de parte de alguno.
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Suárez es tomista por el término tomista ut etimología.
Y es que la conclusión no es forzada, ya que vemos que Suárez puede decirse tomista en todos los sentidos antes expuestos, etimológicamente hablando, aunque en algunos con matices y en otros no, pero lo resaltante es que en todos los sentidos es imposible decir que Suárez no es tomista en ningún grado, en ningún sentido o en absoluto, a saber, todo lo contrario. Sin embargo, alguien puede objetar que, aunque todos son sentidos, hay uno del cual los demás toman parte, a saber, el ser tomista en cuanto afiliación o adherencia a una escuela o modo de pensar, haciendo referencia clara de ser tomista en cuanto al tomismo. Punto que, si bien he tocado, tiene por desarrollar y definir el tomismo. Este no es un reclamo infundado, todo lo contrario, y esta es la razón por la cual he de abordar esta cuestión.
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Tomista ut tomismo
¿Qué debe entenderse por tomismo? Estamos ante una de las cuestiones más ásperas cuyo tratamiento trae espinas a quien lo trate, sea de un lado o del otro (aunque algunos dicen que más de un lado que del otro: eso lo hemos de averiguar). Se han expuesto muchos sentidos, a lo que yo propongo los siguientes sentidos posibles:
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Tomismo, es en primer lugar, la filosofía de Santo Tomás de Aquino.
Este es el sentido más auténtico que puede atribuirse a la expresión tomismo. Pero la filosofía de Santo Tomás de Aquino puede entenderse de dos maneras: en su sentido literal y en su sentido espiritual.
Entendido en el sentido literal, la filosofía de Santo Tomás de Aquino comprende lo que la letra de sus escritos nos dice, a saber, son sus enseñanzas literal e integralmente.
Entendido en su espíritu, la filosofía de Santo Tomás de Aquino comprende y versa sobre sus principios fundamentales, su método y el carácter peculiar de su pensamiento. Interpretada así, ciertas afirmaciones del aquinate pueden quedar fuera del tomismo, como aquella sentencia suya que dictamina que la Virgen Santísima “ciertamente contrajo el pecado original”6. Y es que muchas sentencias del aquinate pueden estar fuera del tomismo, como de hecho lo están, ya por basarse en principios científicos o experimentales de su tiempo que después se han comprobado insuficientes, ineficaces o superados, o por no estar en congruencia con los principios prístinos de Santo Tomás.
Tomado en este sentido no nos ha de extrañar que en el tomismo se digan cosas que contradigan algunas sentencias explícitas escritas por Santo Tomás, en parte, en todo, en algún sentido, o en todo sentido, pues sucede que un maestro no siempre llega a ver todas las consecuencias y todo el alcance de los principios básicos de su doctrina. Por eso, así como el doctor angélico fue más aristotélico que Aristóteles, puede un tomista ser más tomista que Santo Tomás y estar comprendido en el tomismo. Y es que el discípulo, Santo Tomás, pudo desvelar de mejor manera los principios de su maestro, Aristóteles, y corrigiendo, en nombre de los principios aristotélicos, corrigió y enmendó al estagirita.
Según este punto: Nada de raro o extraño tendría que los filósofos posteriores y seguidores de Santo Tomás, estudiando sus principios, hayan podido llegar en algunos puntos a aplicaciones más acertadas que las que propuso el mismo Santo Tomás.
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Por tomismo también puede entenderse lo que ha enseñado, señalado, fijado y sacramentado históricamente la escuela denominada “tomista”.
Esta escuela tiene una tradición que se remonta a los primeros discípulos de Santo Tomás, que cuentan con siglos y una cadena grandes faros de luz de sabiduría para el mundo. Pero en este sentido, el tomismo vendría a ser una interpretación, a saber, la interpretación que los discípulos de Santo Tomás tuvieron de su doctrina. Alguien podrá aducir que los discípulos de Santo Tomás, al estar más cerca a la fuente, no hay error, pero tal pretensión está fuera de toda experiencia, salvo en la Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica, la cual no sólo cuenta con más siglos de vida y tradición, sino que está asistida por el Espíritu Santo, que es Dios, pero si entre los que se dicen católicos hay quienes postulan cosas contrarias a la tradición a pesar de tal guía inefable del Espíritu Santo ¿Cómo no pensarla de la escuela tomista?
Se debe tener cuidado, por lo dicho, de transformar el pensamiento de Santo Tomás en religión, en objeto de asistencia de divina a través de la tradición entre autores y el pasar de los años, ya porque no hay evidencia doctrinal sobre ello, ya porque hasta el mismo Santo Tomás no recibió la infalibilidad filosofal.
Por último, se puede decir con toda propiedad que en este mundo jamás hombre alguno ha podido llegar a entender y a interpretar en toda su integridad el pensamiento de otro hombre ¿Por qué los de la escuela tomista sí podrían de Santo Tomás de modo inerrable? Así es posible la formación de un tomismo que en algunos puntos no esté de acuerdo con la filosofía de Santo Tomás, o al menos que no pueda verificarse con toda certeza la concordancia de la interpretación de los alumnos con las doctrinas del maestro.
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El tomismo también es entendido como el anclaje en las 24 tesis tomistas como principios seguros de la filosofía tomista.
Estas tesis fueron aprobadas por la Sagrada Congregación de Universidades y Seminarios, como principios seguros y prístinos de la doctrina de Santo Tomás. Pero aquí hay un problema, porque según esto, ni los integrantes de la escuela tomista podrían estar satisfechos, porque en estas 24 tesis tomistas no se encuentra la célebre premoción física, cuestión en la cual históricamente esta escuela ha tenido una posición característica y común para todos los integrantes de dicha escuela.
A pesar de ello, los jesuitas de la época, lejos de ver en las XXIV tesis una limitación a su tomismo, vieron la oportunidad de seguir sustentando sus tesis en concordancia con estas tesis, p.e. la aceptación de la materia signada por la cantidad como principio de individuación con el matiz de externo por parte de Suárez, así quedando en pie la tesis de Suárez con la tesis XI.
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Modernamente, el tomismo es entendido como la reinterpretación tomista desanclando el tomismo de la escolástica.
Este es el sentido más amplio, generalmente a partir del s. XIX hasta nuestros días, donde Tomás de Aquino es sacado de la escolástica y sumergido en los distintos enfoques filosóficos de hoy. De esta manera tenemos tomistas libertarios, tomistas personalistas, etc. El problema es que el tomismo encarna el escolasticismo (y no sólo de su época, sino de todo escolasticismo), y es que el cristianismo es al escolasticismo, como el escolasticismo al tomismo, a saber, así como el cristianismo es base del escolasticismo, así el escolasticismo del tomismo, razón por la cual este modo moderno de tomismo es un tomismo ya no fijado en su espíritu, sino fijado en las sentencias más convenientes para la reinterpretación del tomismo.
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Conclusiones
Tal como hemos visto, hemos de concluir que el tomismo es la filosofía de Santo Tomás entendida en su espíritu, a saber, en sus líneas fundamentales, en sus principios y en su método. Entonces ¿Suárez es tomista? Hemos probado que por vía etimológica y en sus diversos sentidos Suárez lo es, y según el ser tomista ut tomismo, el doctor eximio y piadoso sale airado, pero es importante recalcar que no es tomista en cuanto sólo lo escrito, tampoco en la sólo escuela, tampoco en sentido moderno, sino en un sentido legítimo en el que todo alumno puede ser y pocos logran, a saber, el de profundizar en las ideas del maestro, en su espíritu cum fundamento in scripturae, que no es quedarse con lo escrito, tampoco prescindir de ello, sino el de tenerlo como base y guía para llegar al espíritu (principios) del maestro, Santo Tomás. Esto es legítimo, y hace de Francisco Suárez un tomista a pesar de que tal pretensión lo haga ser separado por parte de los que convienen en una interpretación y apropiación de un sentido del tomismo o de ser tomistas.
Pero por lo dicho no se debe seguir que estoy en desacuerdo con la defensa a ultranza de lo que entienden por tomismo o ser tomistas, ya porque siendo coherente con el sentido de Tomismo, no se puede pretender que un discípulo o una interpretación sea la única y universal, sino que, al ser los hombres perfectamente limitados, y siendo el pensamiento de Santo Tomás, un hombre que puede errar, al cual buscamos comprender en su espíritu (principios), se debe permitir las disputatio y no caer en el sectarismo de escuela filosófica, que nada bueno se saca de ello.
Es cierto, hay mucho aún por disputar sobre la filosofía tomista o tomismo, pero ante los que creen que en vida Suárez buscó formar una escuela de pensamiento llamado más tarde suarezianismo, suarezismo o suarismo (acuñado por sus contrincantes contra todo aquel que sentenciara como Suárez), al granadino lo acusaron de pretender crear un movimiento o escuela a lo que él negó ser “inventor de una nueva escuela […] en oposición, o estar creando una facción contra alguno”7. Y es que, lejos de lo que piensan sus enemigos acérrimos, Suárez no pretendió ser un exógeno respecto al aquinate, sino más bien, un continuador de la filosofía perenne que tuvo su máximo esplendor con Santo Tomás.
DUDA
Hemos dicho que Suárez es tomista en cuanto al espíritu (principios) de la doctrina de Santo Tomás, del tomismo, de la filosofía tomista, pero aquí entramos en un aparente dilema, a saber ¿cuáles principios? Porque evidentemente el tomismo ha de estar anclado a los principios y no a toda la letra en cuanto letra, pero tenemos dos posturas que compiten al respecto, a saber, o la escuela tomista tiene la verdad de los principios o las XXIV tesis tomistas son los principios mismos. Pero según esto ¿dónde calza Suárez? Porque de no calzar en ninguno ¿cómo podría llamarse Tomista sin tener un tomismo anclado en los principios de la filosofía del doctor angélico?
Próximo artículo: Suárez es tomista (parte II) – Las XXIV tesis tomistas y el granadino.
Por: Carlos Quequesana
1 Grotius, Letter of 15 October, 1963; 2001: 194
2 F. Suárez, DM, GREDOS 1960, disp. II, pg. 359-360.
3 Acto Inaugural de la Cátedra Extracurricular y Permanente “R. P. Francisco Suárez, S. J.”, Buenos Aires, 1979.
4 F. Suárez, Misterios de la Vida de Cristo, edit. B. A. C., p. 36
5 S.T., Ia, q. 1, a. 5.
6 S.T. IIIa, q. 27, a. 2, ad 2.
7 Scorraille 2005: I, 310)
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Suárez no sólo no es tomista, sino que es anti tomista. Basta con leer a Cornelio Fabro y los manuales de la esencia del tomismo. Recomiendo la lectura de un tomista neto
https://www.infocatolica.com/blog/praeclara.php/2208220352-isuarez-tomista.
Que me diga que un verdadero tomista es alguien que concilia el tomismo con Amoris Laetitia me es gracioso y preocupante.
«Tomistas» como Néstor Martinez que en su momento conciliaron Amoris Laetitia Cap 8 con El Tomismo
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid01HbZPyCEvmiSYXAZVihGrVdHpex4PfyB1zc618X89EnZfvxufSyZTqdanqc96rWGl&id=1074995025&mibextid=Nif5oz
SON UN INSULTO al Doctor Angélico y son una MALA PARODIA de lo que es ser su discípulo….
NO TIENEN BASE NI MORAL NI INTELECTUAL para evaluar el Tomismo de Francisco Suárez….
«Tomistas» que concilian el Liberalismo Económico y los postulados de la Escuela Austríaca y demás corrientes económicas y politicas de la Modernidad con el Tomismo…,
SON UN INSULTO al Doctor Angélico y son una MALA PARODIA de lo que es ser su discípulo….
NO TIENEN BASE NI MORAL NI INTELECTUAL para evaluar el Tomismo de Francisco Suárez….
Gracias por el post el Carlos Quequesana, esperamos con ansias la segunda entrega.