21/11/2024 16:30
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Después de la de Largo  Caballero, empezamos una nueva serie sobre el libro de memorias de Pilar Primo de Rivera, la hermana de José Antonio Primo de Rivera, conocida sobre todo por su labor al frente de la Sección Femenina. El libro fue publicado a principios de los años 80. Hay muchísimos asuntos interesantes. Por supuesto, la mayor parte son conocidos. Algunos otros no tanto; al menos para mí eran completamente desconocidos. Iré transcribiendo los que más me ha llamado la atención, con algunos comentarios y párrafos para ponerlos en contexto.

Antes que nada, tengo que buscar la foto que hice hace un par de años de su tumba, bastante descuidada por la familia, en el cementerio de San Isidro. Estaba al lado de la tumba primera de su padre, y ahora está acompañada de su hermano, así que no le faltarán flores, o al menos eso espero.

Capítulo 1. Primeros años

Trata de la infancia. De su padre, por supuesto, Miguel Primo de Rivera, quien después sería “el Dictador”. Al quedar viudo, con seis hijos, llama a dos hermanas para que los cuiden. Una era viuda y algo pusilánime, y otra soltera, la tía Má, con mucho más carácter. Entre las curiosidades, tenemos que el padre “intervenía en nuestra vida material y la organizaba un poco como la de un regimiento; confeccionaba horarios que colocaba en los pasillos y a los que debíamos atenernos durante todo el día…”

Era una familia de clase media alta, pero no ricos. Tenían una institutriz inglesa y pasaban los veranos en Robledo de Chavela, en casa de un tío-abuelo. Allí les visitaba ya Raimundo Fernández Cuesta, amigo de la familia. Pilar nos presenta a sus hermanos. Lo siguiente, sobre su hermana, es muy bueno, y hasta conmovedor:

Carmen, llena de naturalidad, decía que lo  que quería ser era “una señorita cursi”, o sea, persona normal.

Destinan al padre a Cádiz como Gobernador Militar y allí se van todos. «… nos llamaban madrileños en tono burlón, porque les chocaba nuestra manera de hablar”. Su padre es destituido después de un discurso y se vuelven a Madrid. Un detalle:

Como todos los niños, teníamos una gran afición a leer los tebeos de entonces, y Fernando y yo estábamos suscritos a unas revistas infantiles que devorábamos con avidez, pero un día encontramos que en una de ellas se hablaba con poco respeto de los grandes días de la Semana Santa. Sin titubeos, decidió Fernando que debíamos borrarnos de aquella suscripción y entregar el importe de ella a un niño ciego que pedía limosna a la puerta del Cristo de la Salud.”

Nombran al padre Capitán General de Valencia, donde se va con los dos mayores, pero el resto queda en Madrid. Le destituyen por otro discurso, lo que llevaría a decir a José Antonio: “Cada vez que padre pronuncia un discurso nos tenemos que mudar de casa”.

En todo caso, al poco tiempo le nombran capitán General de Cataluña. Se va con los tres chicos, pero deja a las chicas en Madrid.

Capítulo II. La Dictadura

La noche del 12 al 13 de septiembre nos la pasamos en una tribuna que desde la Capitanía general daba a la iglesia de La Merced, y allí estuvimos las horas pidiendo a la Virgen por España y por mi padre.

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Más tarde, el teniente coronel José Ibáñez, que era ayudante suyo, nos contó la conversación que mi padre había sostenido con el Ministro de la Guerra cuando éste le llamó desde Madrid:

– El Ministro: Mi general, me dicen que está usted sublevado con la guarnición de Cataluña.

– Así es en efecto, contesta mi padre.

– Voz del ministro: Pues queda usted destituido.

– Contestación de mi padre: No, el que queda destituido es el gobierno.

Al día siguiente sale para Madrid, y el resto es historia.

Los parientes de Jerez, que estaban estudiando en Madrid, venían los domingos a almorzar: Julián Pérez Martín, los Camacho…

También acudían a casa, de vez en cuando, militares, compañeros de mi padre, como el duque de Tetuán, el general Sanjurjo, o jefes que habían luchado a sus órdenes. Recuerdo con qué admiración Carmen y yo contemplábamos al entonces teniente coronel Agustín Muñoz Grandes un día que fue almorzar a casa lleno de vendajes de la serie heridas recibidas al frente de sus regulares. Era la personificación del héroe.

José Antonio está en la universidad estudiando Derecho. Se hace socio del Ateneo, por la biblioteca.

Pilar alaba la obra política de su padre:

En menos de siete años que duró su gobierno:

– Terminó con la guerra de Marruecos.

– Puso orden en España: se acabaron las huelgas y el terrorismo.

– Se pararon los desmadres autonómicos.

– Se saneó la Hacienda lo suficiente para poder desempeñar del Monte de Piedad con el sobrante los patrimonios de los más necesitados.

– En obras públicas se hizo la primera red importante de carreteras y los primeros Paradores de Turismo, así como los primeros e importantísimos embalses.

Cita también las exposiciones universales de Sevilla y Barcelona; la promoción de las primeras mujeres en la administración y el desembarco de Alhucemas, por supuesto, del que dice que la voluntad de ejecutarlo fue por completo obra suya, “absolutamente suya”.


Por cierto que tanto los ministros de la dictadura como mi padre acordaron no cobrar la pensión de ex ministros, después de que abandonaran el cargo, por causa que fuera, porque solo estaban al servicio de España.

Casi como ahora… El libro incluye una buena selección de fotos familiares, y algunas públicas del padre.

Dice la hija que el padre murió de diabetes, pero sobre todo de tristeza.

Los franceses se portaron muy bien con él, le rindieron honores militares y el mariscal Petain acudió al hotel para orar ante su cadáver.

Al salir mi padre para Francia el gobierno había quedado en manos del general Berenguer, que empezó inmediatamente a deshacer la obra de la dictadura…

Cuenta que fue enterrado en el cementerio de San Isidro, y que su cadáver fue profanado vandálicamente durante la Guerra Civil y que ahora reposan sus restos en la iglesia de la Merced de Jerez de la Frontera. La tumba sigue estando en ese cementerio y al lado está la de su hija Pilar, unas simples tumbas sin ningún adorno, lo que contrasta con las de otros próceres, no digamos algunos de los cenotafios (no creo que estén allí metidos) del Panteón de Hombres Ilustres.

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Capítulo III. La República

Miguel y yo nos desplazamos el Escorial para decirles también adiós [a la Reina y los Infantes], y también entre los poquísimos que les despidieron, recuerdo, eso sí, al conde de Romanones sentado en un banco de la estación. La Reina, al vernos, dijo tristemente: “Si vuestro padre hubiera vivido no hubiera pasado esto. Estaba también el general Sanjurjo.

Pilar indica que José Antonio no se pone de frente a la República -como sabemos- y repite su frase de la monarquía como institución “gloriosamente fenecida”. Sin embargo, los hermanos fueron detenidos cuando la Sanjurjada:

A José Antonio le cogía en Francia, y a Miguel, en San Sebastián; sin embargo, fueron detenidos, y al ser trasladados a Madrid para ingresar en la Dirección General de Seguridad preguntó José Antonio, todo alterado: ¿por que me han traído aquí? “Porque dado su apellido, se cree que está complicado en una sublevación”. Es decir, se me detiene por ser hijo de padre honrado y conocido. A Angelito Galarza, el Director General de esta casa, no podrían detenerlo nunca por esto, le replicó, dando suelta a su feroz maestría para el sarcasmo.

A la casa de Chamartín, donde vivíamos entonces, acudían Raimundo Fernández Cuesta, Rafael Sánchez Mazas, Julián Pemartín, Agustín de Foxá, Ruiz de Alda, Eugenio Montes… Al despecho de José Antonio y a la tertulia de la ballena alegre acudían Miquelarena, Víctor de la Serna, Luis Bolarque, Luis Santamarina, Julio Ruiz de Alda, Agustín Aznar, Tellería…

El último creo que fue por allí porque lo llamaron. Y, como se sabe, reutilizó una melodía que ya había compuesto, Amanecer en Cegama, para el Cara al Sol. Luis Santamarina era de Barcelona, así que no sé si le fallará la memoria a Pilar.

La trayectoria política de José Antonio había variado completamente. De ser parte de los grupos de derechas, en los que entró principalmente para defender a mi padre, pasa la cabeza de un movimiento renovador que venía a liberar España de las dos losas que la oprimían: por un lado, el pesimismo histórico; por otro lado, la injusticia social.

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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Geppetto

«Pilar alaba la obra política de su padre:
En menos de siete años que duró su gobierno:
– Terminó con la guerra de Marruecos.
– Puso orden en España: se acabaron las huelgas y el terrorismo.
– Se pararon los desmadres autonómicos.
– Se saneó la Hacienda lo suficiente para poder desempeñar del Monte de Piedad con el sobrante los patrimonios de los más necesitados.
– En obras públicas se hizo la primera red importante de carreteras y los primeros Paradores de Turismo, así como los primeros e importantísimos embalses»

Y esto otro definen lo que sucedia y vuelve a suceder en España

«Cuenta que fue enterrado en el cementerio de San Isidro, y que su cadáver fue profanado vandálicamente durante la Guerra Civil»

Carlos Andres

Sí; su padre modernizó el país como no se había visto hasta entonces. Nunca entenderé la animadversión que contra él desató la casta intelectual. A la cabeza de ellos el tarambana de Unamuno.

Y en efecto se pueden buscar muchos paralelismos con el franquismo, y con la reacción contra esas benéficas dictaduras de los charlatanes de la prensa y la intelectualidad. Bocazas y plumillas incapaces de solucionar nada, pero gritones y sobrados como nadie.

A-M- TEJEDA

Luys Santamaryna era cántabro

Rafael F.

Las mujeres de España deberían estar agradecidas a TODO lo que Pilar hizo por ellas durante el Régimen del Generalísimo Franco. A despecho de las «derechas» mas meapilas y explotadoras. Lo más positivo, lo mas social, lo que mas benefició al pueblo español fue la aportación «azul». A pesar de tanto «azul» puro y fiel que lleva cuarenta años bramanado contra FF porque no hizo tal o cual cosa. Supongo que se podría haber hecho más, pero lo que se hizo fue obra de los «azules» no de los de misa diaria, despacho empresa días pares y ministerio impares y luego al burdel.
Disculpen la explicación tan sumaria y sarcástica, pero creo que se me entiende bien.

Geppeto

Eres un miserable Las huelgas en aquella época se hacían para dejar de ser un exclavo Se hacían para sobrevivir Tu sabes mamarracho como vivía un obrero en España? Eres un ignorante No se quien eres ni me importa pero seguramente tus antepasados no eran marqueses ni empresarios Ten un poco de dignidad aunque sea por tus antepasados Tío asqueroso

Geppeto

Tienen que estar encantadisimas Léase como tenían que tratar al marídito Los talibanes son las hijas de la caridad Es verdad que era otra época pero no diga que tienen que estar agradecidas

Juan García

Qué valiente eres detrás de un nick,pijo progre,hay que ser tarado para insultar en un medio que está en las antípodas tuyo,que son libelos

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