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Las culturas siempre permanecen – más tiempo – en los estratos de las sociedades más populares, o sea, en las castas más bajas y pobres.
Si viajas a la india, podrás ver como los que aún visten con los ropajes tradicionales (coloridos Saris, la tradicional túnica kurta y el holgado pantalón “pijama”, los «cholis» para las bodas y los «Salwar Kameezs» de las mujeres del norte), son los de las clases menos favorecidas económicamente.
Los de las castas superiores, los ricos, han sido fagocitados por el modernismo y visten – y actúanos – exactamente igual que los occidentales.
Lo mismo ocurre con la música que escuchan, las películas que ven, los sueños que anhelan, sus héroes, sus conversaciones y todo. Son réplicas de los mismos niños, jóvenes o adultos de cualquier otro lugar. Pueden ser de Delhi o pueden ser de Kuala Lumpur, Beijing, Los Ángeles o Roma, da igual, todos son cortados por el mismo globalista patrón.
En todas partes ocurre lo mismo vayas donde vayas. En Jakarta, capital del país más musulmán del mundo – por número – , está lleno de centros comerciales (malls) donde las jóvenes pasean enseñando sus piernas apenas tapadas por minifaldas de marca. Visitan las mismas tiendas con los mismos productos, se toman un “frapuchino” en la réplica de Starbucks, posteriormente van a ver la “americanada” de moda en un multicine ubicado en el último piso, para luego tomar su utilitario Toyota y volver a sus cubículos mientras escuchan la misma gansada en formato musical de moda.
Ya ni te cuento lo que consultan en internet o las Apps. que manejan, por qué también son lo mismo.
No hay lugar en el planeta donde esto no sea así, a no ser en la hermética Corea del Norte, donde aún prevalece algo de tradición – aunque sea una tradición bastante corta en el tiempo – y que la aniquilaran cuando les convenga. Esto será más pronto que tarde.
Y siempre ha sido así. Cuando se conquistaba un país o reino, los primeros en someterse -para mantener sus privilegios- , eran los de la casta noble y de la realeza. Los más difíciles de ser sometidos era el populacho que estaba más arraigado con las costumbres, con la tierra, con la lengua y la religión local, y menos – o nada – con el poder y el dinero que no tiene ni tenía patria.
Pero todo eso ya está desfasado absolutamente. Ya empezó cuando la revolución industrial que los que se adaptaron al nuevo mecanicismo, sacaron rédito económico de aquella tecnología, mientras que los operarios ignorantes, se quedaron como mano de obra barata. Lo que viene ahora será igualmente ventajoso para algunos, mientras que para el resto, aún será peor. Mucho peor.
¿Qué viene?
El transhumanismo.
Como el homofílico Harari repite reiteradamente: <<aquellos que no mejoren sus cuerpos – los naturales – serán los pobres del futuro, mientras que los humanos que modifiquen sus cuerpos fusionándolos con las máquinas y la tecnología futura, serán cuasi dioses>>.
Y el amiguito de Klaus no está exagerando.
Las habilidades físicas y mentales de los cíborgs serán inimaginables y la diferencia que esto causará será total.
El humano 2.0 (el homo deus) que están preparando ya, será aquel que este fusionado con la máquina y la tecnología más puntera. Implantes de todo tipo que alteren la naturaleza humana se empezaran a promocionar muy pronto.
Conexiones directas con internet, chips de mejoramiento, alteraciones cibernéticas, nano robots de funciones creativas y demás “gadgets” para mejorar cualquier faceta como la vista, el oído, las piernas o incluso poder volar o respirar bajo el agua. De todo para la nueva casta de semidioses todopoderosos transhumanos -o trash-humanos, del inglés «trash», basura-.
¿Y quién lo podrá hacer?
Obviamente, al principio tan solo lo podrán hacer los que tengan una cuenta bancaria saneada con algunos “milloncejos” de sobra. Los que vivan al día, seguirán teniendo que vivir con sus propias limitaciones humanas.
Los niños de papa pijos, ya no pedirán un “Golf GTI” como ocurría en los 80’, para su cumpleaños, no; en un futuro muy cercano pedirán modificaciones corporales o cerebrales para ser más “guays” y reconocidos como innovadores y modernos.
Los tatuajes fue un subterfugio a modo de iniciación, donde pretendían que la gente se empezará a acostumbrar a inyectarse (un tatuaje es a base de tinta inyectada), pero eso solo fue el principio. Actualmente, los más “modernetes” se implantan piercings, se hacen agujeros enormes, se insertan cuernos o incluso se tatúan los ojos para que sean totalmente negros cuál encarnación del demonio. El límite es la desquiciada imaginación del cliente.
Pero con la nueva tecnología como será costosa en principio y te dará una ventaja competitiva tremenda, quienes lo adquirieran, serán los potentados y para tener más poder.
¿Te imaginas poder conectarte a internet directamente sin intermediario? Pues eso y mucho más, porque también se podrá manejar toda esa red mediante el pensamiento.
Un humano normal sufrirá un retraso total en comparación con semejantes androides futuros. Tendrán -al toque-, toda la información y con ello un poder muy real y enorme.
Literalmente – con ese vínculo cuasi mágico – podrán hacer virguerías que al resto nos parecerán “superpoderes”.
Pero no solo eso, sino que a nivel económico estarán perfectamente preparados para llevar a cabo las funciones de gestión más elevadas y por ende, se colocaran automáticamente en la elite empresarial y política.
El Resto de humanos los envidiará, los idolatrará y obviamente muchos harán lo que sea por copiarlos. Y aparecerá otra economía mucho más ágil y dinámica, donde se dará la opción de mejorarte conforme vayan apareciendo los nuevos programas o artilugios de modificación más innovadores.
Ya puedo ver como otorgaran créditos a bajo coste y en módicas mensualidades para poder acceder al nuevo “ultralife 3.0” y entrar a formar parte del club de los “ciborgboys” más “cool”.
No es una broma y no está tan lejano como nos gustaría pensar, sino muy cerca. Ahora podemos tener una noción más clara de porque se promociona la paranoia más total en la actualidad. Se necesita que la población se deshaga de todas las religiones y de todos los usos sociales, amen de la propia noción del cuerpo y del sexo, de la familia, de la realidad e incluso de la propia noción de vida para así poderlos llevar a ese otro mundo paralelo prediseñado.
Y es que se promocionará desde todos sus canales y será de manera continua y reiterativa para que nadie pueda escapar. Se hablará de “superhumanos” con poderes sobrehumanos, se venderá la idea de poder superar los límites de la vida, los extremos y bordes de todo tipo serán presentados como superables y los jóvenes serán los primeros en caer.
Oportunidades de empleo al que el resto no podrá acceder, sino únicamente los “neuralinkers” de turno, que serán las estrellas del futuro promocionadas continuamente como los triunfadores .
<<Supera tus límites. Sé uno de los nuestros. “Neuralink” te hace libre y poderoso.>>
Una nueva especie nacerá de esa hibridación con la tecnología.
El resto, los pobres humanos no “transhumanificados”, serán los parias como antes lo fueron los que no se subieron al carro de la modernidad y se quedaron arando la tierra.
Pues igual, pero la brecha aún será más drástica y tenebrosa para ambas partes.
Ya no sirve aquello de estudiar una carrera como nos decían nuestros padres. Ni dos, ni sacarte un máster o cuatro, ni hablar inglés, ni lengua alguna, todo eso está más que desfasado. No sirve para nada, ya que no existieran ni las universidades siquiera en muy poco tiempo.
La biotecnología abarcará a todo y a todos. Desde modificaciones cerebrales (intelectuales), hasta físicas donde podrás adquirir una fuerza brutal o una resistencia desconocida hasta ahora. Todo será asequible para la “mejora” del cuerpo, de la mente y de las capacidades materiales en todas sus versiones.
Pero nadie hablará del alma y ese será precisamente el precio a pagar.
Las empresas patrocinarán a sus empleados para que se modifiquen (“update” lo llamaran), y los que rehúsen hacerlo, indefectiblemente, irán siendo separados de ese grupo elitista que los verá como si fueran prácticamente monos incapacitados e incapaces de llegar al nuevo mundo multicolor fluorescente “ciborgjapiguay”.
Cuando todo esto se empiece a implementar irá muy rápido, y ya estamos a las puertas de esta situación, como muy bien nos explican desde Davos esos gurús tan trastornados.
Esto tendrá implicaciones que nos cuesta divisar hoy. El “gap” se irá ampliando hasta crear mundos tan distantes como irreconciliables.
El problema no será que dejaremos de interactuar, sino que el poder de los “ciborgs” será tan enorme que se generaran dos humanidades tan distantes como opuestas.
La humanidad transhumana y los “pura sangre” que no tendrán más remedio que adentrarse en los bosques y vivir como seres primitivos.
Mientras los hombres afines a la naturaleza vivirán de la tierra en reservas permitidas y cerradas, los otros vivirán una vida de lujuriosa opulencia tecnológica.
Volarán con cacharros luminosos a velocidades increíbles, obtendrán artilugios difíciles de imaginar y harán cosas que nos parecerán magia, ya que sus capacidades serán incomparables con las de los verdaderamente humanos.
Pero eso será el principio del fin.
Esa humanidad no podrá perdurar, por el hecho de que va en contra de la propia naturaleza, por mucho que se empeñen los magos negros del carbono y el silicio.
Los artificiales estarán sumidos en un engaño de dimensiones colosales. Sus capacidades serán tan alucinantes como su total manipulación, puesto que podrán ser desactivados y siempre serán dependientes de sus corporaciones que los poseerán.
El que no siga la nueva religión, el que comulgue con el nuevo mundo, será descartado. Pero aún será peor para los que sucumban a dicho infierno tecnológico, pues llegara un día donde todo eso les pasara factura y terminaran desapareciendo de la manera más infernal imaginable.
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